Bienvenidos a Alemania

En Alemania hay que estar preparado para toda una montaña rusa de sorpresas y tentaciones, un viaje que deparará paisajes conmovedores, estimulante cultura, joyas metropolitanas, románticos palacios y pueblos tradicionales.

Paisajes cautivadores

El paisaje se despliega de forma artística en Alemania: onduladas costas acotadas por dunas en el norte; bosques umbríos, románticos valles fluviales y enormes viñedos en el centro; y el singular esplendor de los Alpes, cincelados en accidentado esplendor por los glaciares y los elementos. Todos estos paisajes forman un mágico decorado que dejará sin pilas la cámara fotográfica. Hay que alejarse de las autopistas y adentrarse en la naturaleza para admirar paisajes que convierten cada kilómetro recorrido (exquisito, pausado y sinuoso) en un momento de incalculable valor.

Placeres de la civilización

La historia fluye a raudales en añejas localidades y en castillos que protegen aldeas impecables de casas de entramado de vigas de madera. Las grandes ciudades (Berlín, Múnich, Hamburgo…) tienen sabores variados e impactan por su caleidoscopio cultural, con una oferta que va desde museos de arte y ópera a cabaré picante y clubes underground. Y en todas partes, obras maestras del románico, el gótico y el barroco comparten espacio con creaciones de arquitectos contemporáneos como Daniel Libeskind, David Chipperfield o Frank Gehry.

Delicias gastronómicas

Conocer Alemania a través de su comida y bebida añadirá un sabroso aliciente a los recuerdos. Pronto se verá que la gastronomía local no se reduce solo a salchichas, Pretzels, Schnitzel y cerdo asado acompañados por jarras de cerveza espumosa. También aguarda una cornucopia de exquisiteces regionales y de temporada, como los espárragos blancos en primavera, los rebozuelos en verano y la caza en otoño. Es tan indispensable probar la consabida cerveza como los vinos, que son de primera, sobre todo el noble riesling.

Historia de alto voltaje

Pocos países han influido tanto en la historia del mundo como Alemania, forjadora de imperios y cuna de la Liga Hanseática, la Reforma y, también, de Hitler y el Holocausto. Además, la imprenta, el automóvil, la aspirina y la tecnología MP3 surgieron aquí. Es la cuna de Martín Lutero, Albert Einstein, Karl Marx, Goethe, Beethoven, los hermanos Grimm y un larguísimo etcétera de genios que han dejado imborrable huella en la historia de la humanidad. Se puede pasear por un anfiteatro romano, dormir en un castillo medieval y caminar junto a los vestigios del Muro de Berlín: en Alemania el pasado está siempre muy presente.

Por qué me encanta Alemania

Por Andrea Schulte-Peevers, autora

La verdad es que tuve que marcharme de Alemania, mi país natal, para aprender a quererlo. Desde mi nueva residencia en Los Ángeles, regresé una y otra vez para cruzar el país desde el ventoso mar del Norte a los escarpados picos alpinos. He atravesado románticos valles fluviales en bicicleta, probado las mejores cervezas y vinos, salido de fiesta a ritmo de techno hasta el amanecer y quedado impresionada ante lugares que han cincelado el curso de la historia. Tras 15 años de descubrimientos, ya no podía resistir las tentaciones de este país fabuloso, complejo y siempre cambiante, y me trasladé a Berlín para siempre. No he vuelto a mirar atrás.

 

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