Aunque los Países Bajos no suelen incluirse entre los líderes culinarios del mundo, son una fuerza emergente. La comida suele describirse como sustanciosa y abundante, y tradicionalmente se le prestaba poca atención, ya que había trabajo que hacer. Pero los neerlandeses son muy innovadores y este espíritu también se traslada a la cocina. La nueva ola de chefs se afana por refinar sus humildes antecedentes culinarios para darles un toque contemporáneo.
Van Gogh captó perfectamente el ingrediente principal de la cocina neerlandesa tradicional en Los comedores de patatas. Suelen hervirse mucho y acompañarse de carne y más verduras hervidas. Después se añade salsa de carne para dar sabor. No es alta cocina, pero sí muy sustanciosa.
Pocos restaurantes sirven exclusivamente cocina neerlandesa, pero muchos tienen varios platos típicos en la carta, sobre todo en invierno. Algunos clásicos:
Stamppot (cazuela machacada): plato sencillo a base de puré de patatas con berza, endibia o col encurtida, acompañado de salchichas ahumadas o trozos de beicon. Perfecto para el invierno.
Hutspot (mezcolanza; estofado): parecido al stamppot, pero con patata, zanahoria, cebolla, carne estofada y más especias. Originario de Leiden, que supuestamente heredó (y modificó) la receta de los ocupantes españoles.
Erwtensoep (sopa de guisantes): muchos guisantes con cebolla, zanahoria, salchicha ahumada y beicon. Para que la sopa sea perfecta, una cuchara debe quedar vertical al meterla en la cazuela. No se sirve en verano.
Asperges (espárragos): blancos, gruesos y carnosos. Los más famosos se cultivan en Limburgo y Brabante Septentrional; son populares en temporada (primavera) y se sirven con jamón y mantequilla.
Kroketten (croquetas): palitos de masa empanada y frita, con diversos rellenos. Las bitterballen, croquetas redondas, son un tentempié típico en los pubs y se sirven con mostaza.
Mosselen (mejillones): cocinados con vino blanco, puerros picados y cebolla, y servidos en un cuenco o cazuela con guarnición de frites o patat (patatas fritas); su mejor época es de septiembre a abril.
El cordero es prominente en las cartas; la variedad más apreciada se cría en la isla de Texel. Cerca de la costa, el pescado y el marisco están en todos los menús, y también se consumen como tentempié. El haring (arenque) es toda una institución; se consume ligeramente salado o, a veces, encurtido. También es popular la paling (anguila), generalmente ahumada. El kibbeling (bacalao rebozado frito) es un sabroso tentempié que suele venderse en los puestos de pescado de los mercados callejeros.
De postre, los cafés suelen servir appeltaart (tarta de manzana) con slagroom (nata montada). El vlaai es el pastel típico de Limburgo, relleno de fruta o de un pudin suave y dulce a la canela, dentro de una masa quebradiza.
En casi todas las ciudades, hay al menos un sitio que sirve pannenkoeken (tortitas), parecidas a las crepes y a menudo servidas con fruta y canela, entre otros ingredientes dulces y salados. La versión mini se llama poffertjes, con azúcar glas y mantequilla. Las venden recién hechas en los mercados.
Algunos holandeses dicen que el queso les vuelve altos; otros se quejan de que provoca pesadillas. Sea como fuere, el país es justamente famoso por su kaas (queso), del que se consume una media de 18,6 kg por persona y año. Casi dos tercios del que se vende es Gouda. Las variedades más sabrosas tienen sabores fuertes y complejos, y van bien con una copa de vino. El Gouda se clasifica según el tiempo de curación: jong (tierno), belegen (curado) y oud (viejo); este último es duro y de sabor intenso. El delicioso Oud Amsterdammer es de color naranja oscuro y se desmenuza fácilmente, con cristales blancos por la maduración.
El Edam es parecido al Gouda, pero algo más seco y menos cremoso. El Leidse o Leiden, también muy exportado, está aderezado con comino o alcaravea y es de sabor suave.
En las tiendas se encuentran muchas variedades desconocidas fuera de los Países Bajos. El queso frisón nagelkaas puede llevar jugo de perejil, suero de leche y clavos de alcaravea. El kruidenkaas lleva una mezcla de hierbas (como hinojo), apio, pimienta o cebolla. El graskaas es Gouda de “nueva cosecha”, elaborado cuando las vacas empiezan a pastar en los prados.
La gastronomía indonesia, picante legado de la era colonial, es una mezcla rica y compleja de muchas culturas: guindilla, salsa de cacahuetes y curris de Tailandia, hierba limón y salsa de pescado de Vietnam, mezclas intrincadas de especias indias y técnicas asiáticas de cocina.
La comida indonesia a menudo se suaviza para adaptarse al paladar occidental. Quienes la prefieran picante (pedis, pronúnciese “p-dis”) pueden decirlo. Una opción menos arriesgada es pedir sambal (pasta de chile) y servirse la cantidad deseada. El sambal oelek es rojo y picante; el sambal badjak, a base de cebolla, es marrón oscuro, suave y dulce.
El plato más famoso es la rijsttafel (mesa de arroz): un surtido de platos salados y sabrosos como ternera estofada, satay de cerdo o costillas con arroz blanco. El nasi rames es un plato de arroz hervido cubierto de varios condimentos; el mismo plato con fideos gruesos se llama bami rames.
Los platos de esta antigua colonia tienen raíces caribeñas y mezclan sabores africanos e indios con influencias indonesias introducidas por los trabajadores javaneses. Los curris de pollo, cordero y ternera son frecuentes; se sirven con arroz o como relleno de bocadillos (los populares Surinaamse broodjes). El roti, una tortita de harina de garbanzo rellena de curri de patata, judías y carne (también hay versiones vegetarianas), es una comida barata y sustanciosa.
Según las encuestas, solo el 4% de los neerlandeses se consideran vegetarianos. Fuera de las grandes ciudades, es difícil encontrar restaurantes estrictamente vegetarianos, pero normalmente hay un par de platos vegetales en la carta de casi todos los restaurantes. Sin embargo, antes de pedir conviene comprobar su pureza, ya que no siempre están libres de carne o pescado al 100% (por ejemplo, a veces llevan caldo de carne). Las ubicuas cafeterías surinamesas suelen ofrecer tofu y tempeh como relleno para bocadillos.
Borrel significa simplemente “bebida”: una copa de licor, tradicionalmente jenever (ginebra holandesa). Pero en el lenguaje social, invitar a alguien a borrel significa una reunión informal para salir de copas, charlar y divertirse. Normalmente también incluye picoteo, sobre todo borrelhapjes (tentempiés) como borrelnootjes (cacahuetes con corteza picante) y kroketten (croquetas), incluidas las bitterballen (croquetas pequeñas y redondas de carne), cuyo nombre procede de la tradición de servirlas con una bebida amarga (bitter), concretamente jenever.
Cualquier excusa es buena para un borrel: un cumpleaños, una reunión en un patio para ver la puesta de sol, el final de un día de trabajo (vrijdagmiddagborrel, vrijmibo o vrimibo es salir de copas con los compañeros de trabajo el viernes por la tarde). Cuando se vea a un grupo de personas cerveza en mano delante de un bruin café, eso también es un borrel. Los holandeses son muy abiertos y no les importa que alguien se añada a la fiesta.
La bebida caliente predilecta es el café; no en vano fueron los mercaderes de Ámsterdam quienes lo introdujeron en Europa. Se sirve en taza, normalmente con una galleta al lado.
Al pedir un koffie, se obtendrá una taza bastante grande con un envase o jarrita de koffiemelk, una especie de leche condensada ligeramente ácida. El koffie verkeerd es parecido al latte; se sirve en una taza grande con mucha leche. A los más cafeteros, la taza normal les puede parecer deficiente, pero los vendedores de café artesano están ganando terreno: Coffee Company, una cadena nacional, es la respuesta holandesa a Starbucks, y en todas las ciudades están surgiendo tostaderos artesanales y microtostaderos. Muchos camareros tuestan los granos en la trastienda de sus cafeterías de tercera ola y utilizan técnicas expertas, como el café por goteo, el café en frío, el espresso, etc.
Algunos tostaderos interesantes son Man Met Bril y Giraffe en Róterdam (dos de la docena de tostaderos que hay en la segunda ciudad más grande del país), Brinks cerca de Nimega (en el centro del país) y Keen Coffee en Utrecht. En Ámsterdam destacan White Label (020-737 13 59; https://whitelabelcoffee.nl; Jan Evertsenstraat 136; 8.00-18.00 lu-vi, 9.00-18.00 sa y do; 7/13 Mercatorplein), Lot Sixty One, Two for Joy (Haarlemmerdijk 182; 9.00-18.00; 3 Haarlemmerplein), Monks, Bocca ( 321 314 667; www.bocca.nl; Kerkstraat 96; 8.00-18.00 lu-vi, desde 9.00 sa y do; Prinsengracht) y Sweet Cup (Lange Leidsedwarsstraat 101; mi-vi, desde 10.00 sa y do; 1/2/5 Leidsep8.00-18.00lein).
El té suele servirse al estilo continental: una taza o tetera de agua caliente con una bolsita de té al lado. A veces se presentan diferentes variedades en una caja para elegir. Si se desea con leche, hay que decir met melk, graag. Muchos holandeses prefieren añadir una rodaja de limón.
A los holandeses les encanta la cerveza, que consideran el acompañamiento perfecto para pasar el rato al sol con los amigos o salir de marcha hasta las tantas. Han tenido mucho tiempo para cultivar este amor, pues la cerveza es popular desde el s. XIV, y hubo un momento en que el país contaba con no menos de 559 productores. Tradicionalmente, la mayor parte de la cerveza neerlandesa es lager (o Pilsner), clara y dorada, con un fuerte sabor a lúpulo.
La cerveza se sirve fría y con espuma por encima. Een bier o een pils es un vaso normal; een kleintje pils es un vaso pequeño y een fluitje es un vaso alto y delgado, perfecto para rellenarlo varias veces.
Heineken es la cerveza más famosa de los Países Bajos (y posiblemente del mundo). Sin embargo, la gente del país a menudo la desprecia. Amstel (propiedad de Heineken) también es muy conocida, y Grolsch (se puede visitar su fábrica en Enschede, Twente) también goza de cierta fama internacional. La mayoría de las cervezas contienen alrededor de un 5% de alcohol.
Las grandes marcas son ubicuas, pero el país también cuenta con muchos pequeños productores que vale la pena probar, como Gulpener (de Gulpen, en el este de Limburgo), Jopen (Haarlem), Drie Ringen (Amersfoort), Leeuw (Leeuwarden) y Hettinga (Zwolle). La Trappe (se puede visitar la fábrica, cerca de Tilburg) y Zundert (de Zundert, ciudad natal de Van Gogh, en Brabante Septentrional) son cervezas trapenses neerlandesas. Las potentes cervezas de la fábrica amsterdamesa Brouwerij ’t IJ se venden de barril y en algunos pubs de la ciudad; se aconseja la Columbus (9% de alcohol).
Otros productores locales que valen la pena son Texelse Bierbrouwerij en Texel, Stadsbrouwerij De Pelgrim en Róterdam, Oudaen en Utrecht ( 030-231 18 64; www.oudaen.nl; Oudegracht 99; 8.00-1.00 lu-sa, hasta 23.00 do) y De Hemel (El Cielo; 024-360 61 67; www.brouwerijdehemel.nl; Franseplaats 1, Commanderie van St Jan; visita guiada con cata 11-15,50 €; 13.00-17.00 sa y do) en Nimega. Además, casi todas las localidades cuentan con al menos un bar o cafetería que sirve una amplia variedad de cervezas.
En primavera y otoño, no hay que dejar pasar la ocasión de probar las cervezas bock de temporada, como la Lentebok (bock de primavera) y la Herfstbok (de otoño). Se pueden probar muchas en el Café Ledig Erf de Utrecht ( www.ledigerf.nl; Tolsteegbrug 3; 10.00-2.00), que organiza un festival de bock un fin de semana de otoño, y en el Bokbierfestival anual de Ámsterdam (www.facebook.com/bockbierfestival), el festival cervecero más grande y famoso del país, que dura tres días a finales de octubre.
No todo es cerveza: los holandeses también producen bebidas más fuertes. Antes de la invención de la ginebra, los holandeses ya destilaban vino de malta (por razones medicinales y para sustentar a los marineros que pasaban meses en el mar) para elaborar lo que hoy se conoce como jenever (ginebra holandesa; también escrito genever). Se llama así por las bayas de enebro que se utilizaron posteriormente para dar sabor a la fuerte bebida, que tradicionalmente se sirve muy fría en un vasito lleno hasta el borde. La destilería Wynand Fockink de Ámsterdam, de 1679, es el lugar perfecto para conocer y degustar la jenever.
La jonge jenever (ginebra joven) es más suave y fácil de beber que la oude jenever (ginebra añeja), que es más fuerte y oscura y cuesta más apreciarla. Una combinación frecuente, llamada kopstoot (cabezazo), consiste en un vaso de jenever seguido de una cerveza; pocas personas aguantan más de dos o tres.
Existen muchos licores autóctonos, como el advocaat (especie de ponche de huevo) y el beerenburg, una ginebra frisona a las hierbas que se produce como hace siglos en Weduwe Joustra, en la pequeña localidad frisona de Sneek. La destilería artesanal de quinta generación tiene un pequeño museo que explica cómo se elabora el licor, y una tienda que vende botellas de cerámica de Beerenburg FS y Beerenburg FSOB, ambas con un 38% de alcohol y envejecidas tres y cinco años respectivamente en barricas de roble para crear el perfecto digestivo frisón para después de comer.
Ninguna destilería artesanal experimenta con tantos sabores y productos locales (con deslumbrante resultado) como Mr Mofongo, en Groninga. Sus licores, vodkas y ginebras hechos con jengibre, tomillo, etc., son sensacionales.
Los restaurantes abundan; los hay para todos los gustos y bolsillos. En muchos establecimientos de categoría alta, los chefs solo cocinan un menú sorpresa de varios platos con maridaje de vino (este último no siempre es fantástico). Lo más informal son los eetcafés, unos restaurantes asequibles tipo pub con una fiel clientela local.
Cuando los holandeses dicen café se refieren a un pub, y hay más de mil solo en Ámsterdam. En un país donde se valora más la charla y la compañía que el hecho de beber en sí, los cafés no son solo sitios para tomar copas, sino lugares donde pasar horas de contemplación o camaradería. Todas las poblaciones cuentan con varios cafés que sus fieles clientes consideran un ‘segundo hogar’ desde hace años o incluso generaciones.
Muchos cafés tienen terras (terraza) para sentarse fuera, que puede ser maravillosa en verano y a veces está cubierta y climatizada en invierno. Son muy agradables para relajarse y observar a gente, tomar el sol, leer el periódico o escribir postales. Casi todos los cafés también sirven comida, desde tentempiés como bitterballen (croquetas pequeñas y redondas de carne) hasta excelentes platos completos.
Los Países Bajos pasarán a la historia de los cafés por sus históricos bruin cafés (“cafés marrones”). El nombre proviene de las manchas de humo acumuladas a lo largo de los siglos. A veces hay serrín en el suelo de madera o alfombras persas en las mesas para absorber la cerveza derramada.
Los grand cafés son espaciosos, majestuosos y con mobiliario cómodo. Muchos tienen una mesa de lectura en el interior con los periódicos del día y revistas de información, uno o dos de ellos en inglés. Normalmente ofrecen una carta de comidas, a veces bastante elaborada. Son perfectos para un brunch sin prisas o para cenar antes de ir al teatro.
Los cafés de teatro a menudo son parecidos a los grand cafés y normalmente pertenecen a un teatro o están junto a uno. Sirven comidas antes de las funciones y bebidas después, y a veces es posible ver a actores después de las representaciones, aunque tienen encanto a cualquier hora.
Abundan las broodjeszaken (bocadillerías) y las cafeterías de tentempiés. Los locales libaneses y turcos están especializados en shoarma (pan de pita relleno de tajadas de cordero sacadas de un espetón vertical; también llamado doner kebab) y pizza turca o lahmacun (pan plano al horno con carne picada especiada, ensalada y salsa, que se enrolla y se sirve).
La cadena nacional de comida rápida, FEBO, tiene máquinas expendedoras de tentempiés desde la década de 1940, que funcionan con monedas y son el sustento de los fiesteros a altas horas de la madrugada. Nació en Ámsterdam, pero hoy tiene sucursales por todo el país.
Frikandel Salchicha sin piel con ingredientes no especificados; peligrosamente adictiva.
Kaas soufflé Empanada rellena de queso fundido.
Bami Fideos con verduras al estilo indonesio, dentro de una porción naranja frita.
Kipcorn Palito empanado y frito, con relleno de cordero, ternera satay o sin carne.
Broodje bal Bocadillo de albóndigas.
Los Países Bajos han sido tradicionalmente una nación de gente emprendedora y decidida, desde exploradores de los mares, comerciantes e ingenieros ambiciosos que trabajaban para impermeabilizar el país construyendo canales, pólderes y diques, hasta artistas, arquitectos, diseñadores y, más recientemente, promotores de empresas tecnológicas que impulsan la economía nacional. Pero no todo es trabajo: los neerlandeses valoran la conversación, la camaradería, la vida social y los paseos al aire libre, la mayoría de las veces en bicicleta.
La capacidad de los neerlandeses para la ingeniería se hace extensiva a la ingeniería social. Los Países Bajos inventaron el verzuiling (pilarización), un orden social en el que cada religión y credo político conquistó el derecho de gestionar sus asuntos con instituciones propias. Esto no solo significaba más iglesias, sino también más emisoras de radio, periódicos, sindicatos, partidos políticos, clubes deportivos, etc. La idea se les fue un poco de la mano con las panaderías pilarizadas, pero promovió la armonía social al dar voz a todo el mundo.
Aunque esos “pilares” no son hoy tan perceptibles, es indudable que dejaron como legado una tolerancia que forma parte de la mentalidad neerlandesa y resulta provechosa para los negocios, turismo y comercio incluidos; además, dio lugar a esa sensación de acogedora intimidad que se conoce como gezelligheid. Los neerlandeses no pueden reprimir su locuacidad. Si el viajero se sienta solo en un pub, pronto se verá en compañía de alegres amigos. No hay que sorprenderse si los neerlandeses parecen excesivamente directos: el impulso nace del deseo de ser francos e ir con la verdad por delante.
La vida de muchos neerlandeses independientes y ocupados se rige por horarios y programas estrictos. Por lo general, hay que avisar de todo, incluidas las visitas a las madres y no está bien visto presentarse sin más en cualquier parte. Las comunidades rurales suelen ser más relajadas en este aspecto y los noabers (vecinos) desempeñan un papel importante en la vida cotidiana. La noaberschap, típica de Twente en Overijssel y Drenthe en el noreste del país, es la costumbre generosa de ayudar siempre al vecino en lo que haga falta.
La mayoría de las familias neerlandesas están formadas por dos o tres hijos. Predominan las viviendas de protección oficial: alrededor del 31% de las familias vive en alojamientos de alquiler, pero pocos alquilan a particulares. El precio en el mercado privado es elevado y la demanda supera a la oferta, así que muchos optan por vivir con sus padres hasta bien entrada la veintena o por compartir un apartamento. Naturalmente, la ciudad con los alquileres más altos es Ámsterdam, donde un piso de 65 m2 ronda los 1500 € al mes, equivalentes a 22,79 € por m2, frente a los 19,42 € en Róterdam, 15,82 € en La Haya y menos de 9 € en Frisia.
Los neerlandeses ganan un salario medio mensual de 2816 € (36 500 € al año), una renta per cápita superior a la de Alemania. El gasto en consumo es elevado, principalmente para viajar a climas templados.
En cuanto a sexo y drogas, los neerlandeses, que siempre van a lo práctico, arguyen que como el vicio no va a desaparecer, lo mejor es controlarlo. Sobre sexo se discute sin tapujos, pero la promiscuidad es lo último en lo que piensan los neerlandeses; tan solo el 5% de los clientes que frecuentan el Barrio Rojo de Ámsterdam son neerlandeses.
La marihuana y el hachís continúan tolerados, pero solo una mínima parte de la población los consume: los estudios demuestran que solo el 8% de los neerlandeses había consumido marihuana el año anterior, menos de la mitad que en Francia (11,1%) y EE UU (16,3%), donde la aplicación de la ley es mucho más estricta. Las drogas duras como heroína, LSD, cocaína y éxtasis son ilegales, y los traficantes, procesados.
La densidad de población en los Países Bajos es la más alta de Europa (507 por km2). Casi la mitad de los 17 millones de habitantes del país vive en el cinturón occidental de Ámsterdam, La Haya y Róterdam; las provincias de Drenthe, Overijssel y Zelanda en el suroeste están escasamente pobladas, al menos con arreglo a los parámetros neerlandeses.
Casi el 80% de la población es de origen neerlandés; el resto está formado principalmente por gente venida de las antiguas colonias de Indonesia, Surinam y las Antillas Neerlandesas, a lo que se suman oleadas más recientes de personas de Turquía, Marruecos y países de toda África.
Los neerlandeses son uno de los pueblos más altos del mundo, con una estatura media de 1,83 m en los hombres y 1,71 m en las mujeres. La copiosa ingesta de proteínas lácteas, el tamaño de las familias y la excelente atención prenatal se aducen como probables causas, además del acervo genético nacional. Sea cual fuere el motivo, los neerlandeses no paran de crecer, lo mismo que las puertas. La altura mínima que se exige hoy a las puertas en casas y negocios de nueva construcción es de 2,315 m.
Las preferencias religiosas de los neerlandeses estuvieron divididas durante siglos entre el catolicismo y el protestantismo; hoy el 67% de la población mayor de 18 años declara no profesar ninguna religión, como queda acreditado por la cantidad de antiguas iglesias que acogen oficinas, galerías de arte y tiendas.
La fe está declinando: el 12% de la población practica el catolicismo y el 8% el protestantismo, cifras que disminuyen cada año. Existen vestigios de una frontera religiosa entre protestantes y católicos; la zona al norte de una línea que discurre más o menos desde la provincia de Zelanda por el suroeste hasta la provincia de Drenthe acoge a la mayoría de los protestantes, mientras que cualquier lugar situado al sur es predominantemente católico.
La Iglesia ejerce escasa o nula influencia en cuestiones sociales como el matrimonio homosexual, la eutanasia y la prescripción de cannabis con fines médicos, todos legales en los Países Bajos.
La religión que más influye hoy en la sociedad neerlandesa es el islam: el 6% de la población se declara musulmán y el número no para de crecer, sobre todo en la multicultural Róterdam.
Los Países Bajos tienen una larga historia de tolerancia con la inmigración y fama de recibir a los inmigrantes con los brazos abiertos. La oleada inmigratoria más numerosa se produjo en la década de 1960, cuando el Gobierno contrató mano de obra en Turquía y Marruecos. A mediados de la década de 1970, la concesión de la independencia a la colonia neerlandesa de Surinam en América del Sur dio lugar a una afluencia masiva de surinameses.
En los últimos años, sin embargo, la política laxa del país con respecto a la inmigración ha sido puesta en tela de juicio. En el plano político, se ha registrado un viraje significativo a la derecha y, por ende, a cerrar la puerta a los inmigrantes. Los asesinatos de Pim Fortuyn y Theo van Gogh provocaron tensiones entre neerlandeses nativos y musulmanes inmigrantes, que están también en el origen de políticos antiislam de extrema derecha como Geert Wilders. Sin embargo, cuando la antigua reina Beatriz se cubrió la cabeza con un pañuelo durante una visita a una mezquita de Omán, recibió el apoyo abrumador de la población.
No obstante, los inmigrantes que no se están convirtiendo en ‘neerlandeses’ suscitan preocupación. La política oficial del Gobierno consiste en apremiarlos para que reciban clases de lengua y cultura nacional, en las que se pone énfasis en conceptos como la tolerancia. Falta por ver cómo se materializará el paradójico concepto de obligar a las personas a que aprendan a ser tolerantes.
Los Países Bajos son una nación muy activa. En torno al 65% de los neerlandeses practica alguna actividad deportiva y actualmente una persona dedica cada semana a hacer algún tipo de ejercicio un promedio de 20 min más que en la década de 1970. El deporte está organizado hasta extremos inimaginables: unos cinco millones de personas pertenecen a casi 30 000 clubes y federaciones en los Países Bajos.
El fútbol, el ciclismo y el patinaje son los deportes favoritos.
El fútbol es el deporte nacional neerlandés y despierta pasiones. Clubes como el Ajax, el Feyenoord y el PSV gozan de fama internacional y el país ha dado jugadores de primera categoría (Ruud Gullit, Dennis Bergkamp y el legendario Johan Cruyff). El peculiar sistema de juego neerlandés –conocido como fútbol total, según el cual todas las posiciones de los jugadores son en teoría intercambiables– encandilaba a los espectadores durante su época de esplendor en la década de 1970.
A pesar de sus excelentes resultados recientes –perder frente a España en la final del Mundial del 2010 y derrotar a Brasil, el país anfitrión, en la final del 2014 para quedar en tercer puesto–, la selección no se clasificó para el Mundial del 2018. Los hinchas se consolaron pensando que cinco jugadores de la selección de Marruecos, que se había clasificado por primera vez en 20 años, eran nacidos y criados en los Países Bajos. Al golpe de la selección en el Mundial le siguió el quedar excluida de la Eurocopa en el 2016, confirmando así los temores de que el fútbol neerlandés había tocado fondo en la escena internacional.
La federación nacional de fútbol cuenta con un millón de afiliados y los fines de semana equipos profesionales y amateur pisan los campos de todo el país. Muchos equipos profesionales juegan en estadios con la tecnología más avanzada, como el ArenA de Ámsterdam, con la asistencia de una fuerza policial, también high-tech, para contrarrestar a los hooligans.
No hay que pasar más de 5 min en los Países Bajos para darse cuenta de que los neerlandeses van en bicicleta a todas partes. También montan en bicicleta con nieve, lluvia, sol y niebla. Vestirse para ir en bicicleta a cenar y a un espectáculo, o a tomar unas copas e ir a una discoteca, es una actividad típicamente neerlandesa. Lo mejor que puede hacer el viajero es moverse a pedales; no importa cómo vaya vestido o adónde se dirija: armonizará con el entorno y se divertirá. No es de extrañar que el 84% de los neerlandeses sean propietarios de una o más bicicletas: un récord mundial de 22,5 millones o 1,3 per cápita.
La estrella indiscutible de la nación en los Juegos Olímpicos del 2016 fue la ciclista Annemiek van Vleuten, que protagonizó una salida espectacular de los Juegos al fracturarse tres vértebras durante la prueba de carretera. Su compañera de equipo Anna van der Breggen ganó la medalla de oro y otra neerlandesa, Marianne la Caníbal Vos –medallista de oro en carretera en los Juegos del 2012–, quedó novena.
Entre los grandes ciclistas del pasado se cuenta Leontien van Moorsel (n. 1970), que ganó muchos campeonatos en la década de 1990, y, en los Juegos Olímpicos del 2000 y el 2004, obtuvo cuatro medallas de oro, una de plata y una de bronce. En el Tour de Francia de 1980, Joop Zoetemelk (n. 1946) conquistó la victoria tras batir un récord quedando segundo en seis ocasiones.
Miles de neerlandeses se lanzan a patinar cuando se hielan los lagos y canales del país. Cuando los lagos no están helados, los Países Bajos cuentan con docenas de pistas de patinaje sobre hielo, con pistas de tamaño olímpico y zonas para hockey sobre hielo y patinaje artístico. La prueba amateur más famosa es la Elfstedentocht en Frisia, una marcha de 200 km.
Los holandeses obtienen resultados excelentes en el patinaje de velocidad. En los Juegos Olímpicos de Invierno del 2018, el equipo neerlandés ganó las medallas de oro, plata y bronce en la prueba femenina de 3000 m, convirtiéndose en el primer país de lo juegos que ocupaba el podio al completo. El equipo regresó a casa con 20 medallas, todas de patinaje, y con oros en todas las pruebas de velocidad excepto una. La estrella neerlandesa de los Juegos fue Esmee Visser, de 22 años, que ganó en los 5000 m femeninos después de que incluso se dudara de su clasificación.
En los Juegos del 2014, los Países Bajos se convirtió en la primera nación que conseguía copar cuatro veces el podio en una sola edición de los Juegos Olímpicos de Invierno.
Los neerlandeses no son solo unos ases de la ingeniería y los deportes, sino que también tienen buen ojo para la estética. El diseño neerlandés ha ganado fama por sus versiones minimalistas e imaginativas de muebles y menaje, con un toque vintage e incluso humorístico. Lo que empezaron unos pocos innovadores en la década de 1990 ha cobrado fuerza para convertirse en un movimiento que ha colocado a los Países Bajos a la vanguardia de la industria. La moda neerlandesa también está rebasando las fronteras nacionales, con diseños imaginativos a la vez que prácticos.
El diseño neerlandés contemporáneo bebe de la obra de unos cuantos diseñadores. Una plataforma fundamental fue Droog (www.droog.com), un colectivo fundado en 1993 con su propia tienda conceptual, café e incluso un hotel en Ámsterdam. Con el ingenio surrealista que lo caracteriza, este grupo trabaja con una comunidad de diseñadores que los ayudan a producir sus obras y venderlas en todo el mundo, con socios que lo hacen posible y conexiones que facilitan las colaboraciones con grandes marcas.
Entre los pioneros contemporáneos hay que citar al legendario diseñador Marcel Wanders (n. 1963), que ganó reconocimiento internacional por primera vez con su Silla anudada, lanzada por Droog en 1996. Fabricada con hilos de fibra de aramida y carbono anudados e impregnados con resina, la técnica de secado al aire de Wanders permitía que al final la silla adquiriera forma por la acción de la gravedad; hoy pertenece a la colección permanente del Museo de Arte Moderno de Nueva York. En el 2001, en Breda, Wanders fundó la marca de diseño Moooi (www.moooi.com) junto con el empresario del sector Casper Vissers; el nombre de esta ecléctica firma jugaba con la palabra neerlandesa que significa “bonito”, a la que se añadía una “o” para simbolizar la belleza y singularidad de sus productos.
Wanders (www.marcelwanders.com) continúa diseñando proyectos con su característico toque romántico y humanista en su estudio, instalado en una antigua escuela de bellas artes en el barrio de Jordaan en Ámsterdam. Vissers, por su parte, lanzó en el 2018 Revised, una nueva marca de iluminación y mobiliario con sede en Róterdam. Buscando inspiración en el pasado, los productos del joven diseñador neerlandés Sjoerd Vroonland toman nombres de pueblos ingleses y se fabrican con materiales tradicionales como cristal, madera, acero, mármol y piedra.
Maarten Baas (n. 1978; http://maartenbaas.com) se licenció en la Academia de Diseño de Eindhoven en el 2002 y ganó reconocimiento instantáneo por su colección Smoke, un conjunto de muebles de segunda mano chamuscados con un soplete para que parezcan quemados. La asunción de riesgos y una extravagancia juvenil son los rasgos distintivos de joven diseñador, típicos de una generación que no para de innovar.
Otros diseñadores revolucionarios son Jurgen Bey (n. 1965), que mantiene estrechos vínculos con la arquitectura y trabaja con el diseño de interiores y espacios públicos; la diseñadora industrial Hella Jongerius (n. 1963; www.jongeriuslab.com), con creaciones como platos de porcelana y azulejos en los que emplea nuevas técnicas de impresión; y Piet Hein Eek (n. 1967; https://pietheineek.nl), que trabaja con madera recuperada. En Róterdam, Lex Pott (n. 1985; www.lexpott.nl) es un diseñador joven que trabaja con madera, piedra y metal en sus formas más puras.
Scholten & Baijings (Stefan Scholten y Carole Baijings) produce vistosos textiles y utensilios de cocina. A Ineke Hans (n. 1966; www.inekehans.com) se la conoce sobre todo por su silla reciclable de plástico Ahrend 380, que lleva incorporada una mesa. Y a estos nombres se suma el diseñador de mobiliario e interior Richard Hutten (www.richardhutten.com), famoso por sus muebles funcionales y divertidos “sin señal de diseño”, como él los describe; sus trabajos se exponen en todo el mundo y forman parte de las colecciones permanentes de muchos museos, como el Stedelijk Museum de Ámsterdam.
Eindhoven es una incubadora del diseño neerlandés. La Academia de Diseño de los Países Bajos se aloja en la antigua fábrica de lámparas de Philips (junto con un museo interactivo muy indicado para familias que expone muchos productos fabricados por Philips a lo largo de los años). La Dutch Design Week (www.ddw.nl), que culmina con la concesión de los anuales Dutch Design Awards (www.dutchdesignawards.nl), se celebra en octubre en el antiguo complejo industrial Strijp-S de Philips.
Aunque los puntales del diseño neerlandés tradicional Viktor & Rolf –el dúo formado por Viktor Horsting y Rolf Snoeren– celebraron 25 años en el sector con una deslumbrante colección totalmente blanca llamada Immaculate, los diseñadores de moda millennial están innovando con caminos con prendas de alta costura impresas en 3D. La figura más destacada es Iris van Herpen (n. 1984; www.irisvanherpen.com), que lanzó su primer vestido impreso en 3D durante la Paris Fashion Week en el 2010 y ha terminado vistiendo a toda clase de celebridades. Antes esculturas para vestir que moda funcional, las creaciones de Van Herpen están confeccionadas, posiblemente, con resina transparente o con Mylar cortado con láser.