La historia de Tailandia empezó con la llegada de emigrantes a una tierra fronteriza reclamada por imperios distantes para comerciar y como campo de trabajo e influencia. Con el tiempo, el país desarrolló poderosas entidades que unieron a los pueblos enfrentados, con el resultado de una identidad nacional. Los reyes tailandeses resistieron ante la colonización de Occidente y solo perdieron su poder al ser desafiados por fuerzas internas. Desde la transición hacia la monarquía constitucional en 1932, los militares han gobernado casi todo el tiempo, con breves lapsos democráticos.
Pocos vestigios quedan de antes de mediados del I milenio d.C. Los fósiles de Homo erectus hallados en el norte, en Lampang, tienen al menos 500 000 años, y el yacimiento arqueológico más importante del país, Ban Chiang, cerca de Udon Thani, arroja rastros de una de las sociedades agrícolas más antiguas del mundo. Se cree que hace 10 000 años el valle del Mekong y la meseta de Khorat ya estaban poblados por granjeros que manipulaban el bronce. Las pinturas rupestres del Parque Nacional del Pha Taem, cerca de Ubon Ratchathani, tienen más de 3000 años.
A partir del s. X, los thai empezaron a emigrar del sur de China al sureste asiático. Hablaban thai-kadai, considerado el grupo etnolingüístico más significativo del sureste asiático. Algunos se asentaron en los valles fluviales de la actual Tailandia y otros en lo que hoy es Laos y el estado Shan, en Myanmar.
Crearon poblados de granjeros, cazadores y comerciantes y se organizaron en unidades administrativas conocidas como meuangs, gobernadas por un señor, que se convertirían en la unidad estructural del estado Thai. Con el tiempo, los thai se expandieron desde los valles del norte hasta las llanuras centrales y la meseta del noreste, donde había importantes centros de comercio gobernados por diversos imperios indígenas y ‘extranjeros’, entre ellos el mon-Dvaravati, el jemer (camboyano) y el Srivijaya (malayo).
Los mon dominaban zonas de Birmania (hoy Myanmar), el oeste de Tailandia y hasta las llanuras centrales. En los ss. VI-IX emergió la cultura Dvaravati, esencialmente budista y propia de los mon. Apenas se sabe nada de este período, pero se cree que Nakhon Pathom fue su centro y que las rutas comerciales terrestres se extendían hasta Birmania, Camboya, Chiang Mai y Laos, como demuestran los hallazgos de imágenes de Buda, templos e inscripciones en mon.
La Dvaravati fue una de las muchas culturas de influencia india del sureste asiático, pero los estudiosos la destacan por su legado artístico y unas rutas comerciales que posiblemente sean los cimientos de estructura básica de la moderna Tailandia.
Los jemeres fueron el equivalente del Imperio romano en el sureste asiático. Este reino se hizo famoso por su sofisticación en la escultura y la arquitectura, y tuvo una gran influencia en el arte y la religión. El reino jemer, fundado en el s. IX, estableció su capital en Angkor (hoy Camboya) y se expandió hacia el oeste por el centro y el noreste de la actual Tailandia, con centros administrativos y templos al estilo de Angkor en Lopburi (entonces Lavo), Sukhotai y Phimai (cerca de Nakhon Ratchasima), comunicados por carretera con la capital.
Los grandes proyectos de construcción jemeres eran un símbolo del poder imperial en sus fronteras y un ejemplo de tecnología avanzada. Los elementos jemeres (el hinduismo, el brahmanismo, el budismo theravada y el budismo mahayana) marcan este período en Tailandia.
Mientras la Tailandia continental recibía influencias de los imperios del norte y el oeste, la península de Malaca las tenía de las culturas del sur: entre los ss. VIII-XIII estuvo bajo el influjo de la confederación de Srivijaya, que controlaba el comercio marítimo entre el mar de la China Meridional y el océano Índico. Se cree que la capital de Srivijaya estaba en Palembang (Sumatra).
Entre las ciudades-Estado Srivijaya de la península de Malaca, Tambralinga estableció su capital cerca de la actual Nakhon Si Thammarat y adoptó el budismo en el s. XIII, mientras que los estados más al sur abrazaron el islam, lo que creó una frontera religiosa que perdura hasta hoy. Se pueden ver vestigios Srivijaya por Chaiya y Nakhon Si Thammarat. Muchas formas artísticas de este reino, como las năng đàlung (sombras chinescas) y el lákon (teatro-danza clásico), aún están vigentes.
En el s. XIII, los imperios de la región empezaron a decaer y emergieron prósperas ciudades-Estado thai, que de competir entre ellas pasaron a unirse en varios reinos que forjaron una identidad tailandesa. Los estudiosos reconocen los de Lanna, Sukhotai y Ayutthaya como los reinos unificadores de la época.
El reino de Lanna, situado en el norte de Tailandia, nació en Chiang Saen, en el tramo alto del río Mekong, a mediados del s. XIII, con el rey Mengrai. El monarca emigró al sur, a Chiang Mai (“Ciudad Nueva”), en 1292, y cuatro años después la convirtió en la capital del reino. Mengrai era un hábil diplomático y forjó importantes alianzas con potenciales rivales, como el rey Ngam Muang de Phayao o el rey Ramkhamhaeng de Sukhotai; una estatua de bronce en Chiang Mai recuerda esta confederación. Mengrai también tuvo el mérito de repeler los ataques mongoles de principios del s. XIV.
El reino de Lanna defendió la tradición cingalesa del budismo theravada, hoy extendida por todo el país, y la característica cultura thai del norte que persiste en la región. La expansión del reino no fue muy significativa a causa de las intrigas dinásticas y las guerras.
En el s. XIII, varias poblaciones de las llanuras centrales se unieron para plantar cara al decadente Imperio jemer, y establecieron su nueva capital en Sukhotai (“Aumento de la felicidad”). Los tailandeses consideran Sukhotai el primer reino auténticamente tailandés y el origen de su arte y su cultura.
El más venerado de sus reyes fue Ramkhamhaeng, a quien se le atribuye el desarrollo de la escritura thai moderna, basada en los sistemas indio, mon y jemer. También impuso el budismo theravada como religión oficial.
En su momento álgido, Sukhotai llegaba hasta Nakhon Si Thammarat por el sur, hasta los valles altos del Mekong en el actual Laos y hasta Bago (Pegu), en el sur de Birmania. Durante un período corto (1448-1486), la capital se trasladó a Phitsanulok, pero para entonces ya surgía otra gran potencia en Tailandia, el reino de Ayutthaya.
A mediados del s. XIV, con el ocaso jemer, el reino de Ayutthaya empezó a dominar la cuenca del Chao Phraya. Sobrevivió 416 años, el imperio más importante de Siam, con una amplia esfera de influencia (que incluía gran parte del antiguo Imperio jemer) y un papel fundamental en la organización del Estado moderno tailandés y su estructura social.
Situada estratégicamente en una isla rodeada por ríos, la ciudad de Ayutthaya se enriqueció con el comercio internacional durante el s. XVIIy se fortificó con armas de fuego portuguesas y mercenarios. Los ríos la comunicaban con el golfo de Tailandia y con el interior.
En esa época los mercaderes occidentales ‘descubrieron’ el sureste asiático, y Ayutthaya acogió numerosos asentamientos extranjeros. Los visitantes foráneos mencionarían sus cosmopolitas mercados y corte. En 1690, el londinense Engelbert Campfer proclamó: “De entre las naciones asiáticas, el reino de Siam es el más grande”.
Ayutthaya adoptó de los jemeres las costumbres cortesanas, el lenguaje honorífico y su concepto de la monarquía. El propio rey se presentaba como un devaraja (rey divino) jemer, más que como el dhammaraja (rey justo) de Sukhotai; y Ayutthaya pagaba tributos al emperador chino, que recompensaba esta sumisión formal con generosos regalos y privilegios comerciales.
El reino se regía de acuerdo con una estricta y compleja jerarquía, en buena parte definida por el rey Trailok [1448-1488]. Se elaboraban listados de puestos oficiales con títulos y rangos específicos. El estatus social individual se medía en unidades numéricas determinadas por las tierras poseídas. Las sanciones y castigos eran proporcionales al rango de cada cual. La sociedad estaba constituida por la realeza, la nobleza y los plebeyos. Estos últimos se dividían en hombres libres y esclavos. Los hombres libres eran asignados a un supervisor real o a un noble y debían trabajar seis meses al año para la élite dominante a modo de recados, trabajos públicos o en el servicio militar. Pese a la clara jerarquía social, la movilidad social era posible, según las cualidades personales, contactos (matrimonio incl.) y el favor real. Estas divisiones sociales se reflejan en los elementos feudales que aún subsisten en la sociedad tailandesa.
Los días de gloria de Ayutthaya se acabaron con la expansión birmana. En 1569 la ciudad había caído en manos del gran rey birmano Bayinnaung, pero recuperó la independencia con el rey Naresuan. Más tarde, en 1765, la nueva y ambiciosa dinastía birmana de Kongbaung presionó hacia el este para eliminar Ayutthaya como rival político y comercial. Las tropas birmanas sitiaron la capital durante un año antes de destruirla, en 1767. Las zonas de los alrededores quedaron asoladas. Tan brutal fue el saqueo y la destrucción que entre los tailandeses aún persiste una imagen de los birmanos como enemigos violentos e implacables.
Con Ayutthaya en ruinas, la línea sucesoria de los reyes quedó cortada y se desató el caos. Un antiguo general, Taksin, reclamó ese puesto, derrotó a sus rivales y estableció su nueva capital en Thonburi, río abajo desde Ayutthaya, con mejores accesos comerciales. El rey Taksin, de padre chino y madre tailandesa, fomentó el comercio con China. Tras 15 años de reinado, fue depuesto por los militares en 1782.
Uno de los organizadores del golpe, Chao Phraya Chakri, lo sustituyó como rey Yot Fa (Rama I) y fundó la dinastía Chakri, aún en el trono. El nuevo monarca trasladó la capital al otro lado del río Chao Phraya River, a la actual Bangkok. El primer siglo del gobierno de Bangkok se centró en la reconstrucción del poderío cultural, político y militar de Ayutthaya. Los nuevos gobernantes extendieron su influencia en todas direcciones. Tras destruir las capitales de Laos y Camboya, Siam logró contener las embestidas birmanas e hizo de Chiang Mai su vasallo. Las poblaciones fueron reubicadas y desempeñaron su papel en el incremento de la producción de arroz, que en su mayoría se exportaba a China.
A diferencia de los gobernantes de Ayutthaya, que se identificaban con el dios hinduista Visnú, los reyes Chakri se posicionaron como defensores del budismo. Encargaron recopilaciones y traducciones de textos budistas de referencia y levantaron muchos templos.
Mientras tanto, a mediados del s. xix tomaron forma un nuevo orden social y una nueva economía de mercado. Siam buscó en Occidente modernas ideas científicas y tecnológicas, y reformas educativas, de infraestructuras y legislativas. Uno de los grandes modernizadores del país, el rey Mongkut (Rama IV), no esperaba ser monarca. Antes de su entronización había pasado 27 años en un monasterio y fundado la secta thammayut, basada en la estricta disciplina de los monjes mon.
Durante el reinado de Mongkut [1851-1868], Siam firmó tratados con potencias occidentales que integraron el reino en los mercados internacionales, lo cual abrió los monopolios del rey y concedió derechos extraterritoriales a ciudadanos británicos.
El hijo de Mongkut, el rey Chulalongkorn (Rama V), fue mucho más allá, pues cambió el antiguo orden político por un modelo de nación-Estado. Abolió la esclavitud y la corvea (siervo de la gleba), que se mostraban inútiles desde el período Ayutthaya. Con Chulalongkorn aparecieron los funcionarios, la policía y el ejército profesional. Sus reformas dieron uniformidad al código penal, a los tribunales y a las oficinas de impuestos. La producción agrícola mejoró con los avances en las técnicas de riego y con el aumento del campesinado. Se crearon colegios de acuerdo al modelo europeo.
Chulalongkorn confió mucho en asesores extranjeros, sobre todo británicos. En la corte se abandonaron formas seculares de protocolo, que fueron reemplazadas por costumbres occidentales. Algunas construcciones, como los nuevos salones del trono, se deben a artistas italianos.
Al igual que su padre, Chulalongkorn era considerado un hábil diplomático y supo negociar con las potencias europeas para evitar la colonización. A cambio de su independencia, Tailandia cedió territorio a la Indochina francesa (Laos en 1893, Camboya en 1907) y a la Birmania británica (tres estados malayos en 1909). En 1902 cedió el antiguo reino de Patani a los británicos, que controlaban Malasia, pero cinco años más tarde lo recuperó.
A modo de desafío de las viejas tradiciones, Chulalongkorn siguió los pasos de su padre y dejó verse en público; le fotografiaron vestido de campesino y permitió que su imagen fuera reproducida en monedas, sellos y tarjetas postales. Fue un hombre muy viajado y en sus visitas recopiló arte e inspiración que utilizaría para erigir caprichosos palacios.
Siam se convertía en un país moderno. En 1902, el país cambió su nombre de Siam por el de Prathet Thai (“País de los thais”) o Ratcha-anachak Thai (“Reino de los thais”), o Tailandia. En 1913, todos sus ciudadanos se definían como “tailandeses”.
En 1932 un grupo de jóvenes oficiales militares y burócratas que se hacía llamar Khana Ratsadon (Partido del Pueblo) organizaron un golpe de Estado efectivo y sin víctimas que marcó el fin de la monarquía absoluta e introdujo la monarquía constitucional. Sus líderes se inspiraron en la ideología democrática que habían conocido durante su educación en Europa.
En los años tras el golpe, facciones rivales (realistas, militares y civiles) lucharon por el control del nuevo régimen. Ni siquiera dentro del Partido del Pueblo existía unanimidad, y antes de que pudieran celebrarse elecciones generales, el ala militar del partido se hizo con el poder. El líder del ala civil del partido, Pridi Phanomyong, letrado educado en Francia, se vio abocado al exilio en 1933 tras presentar un programa económico de tintes socialistas que enfureció a los generales. En 1937 se celebraron las primeras elecciones populares a la Asamblea Popular, la nueva cámara legislativa. El general Phibul Songkhram, uno de los líderes militares, ocupó el cargo de primer ministro de 1938 a 1944 y de 1948 a 1957.
El régimen de Phibul coincidió con la II Guerra Mundial y se caracterizó por un exacerbado nacionalismo. Colaboró con los japoneses y les permitió usar Tailandia como base para la invasión de otros países del sureste asiático. Phibul esperaba que esa lealtad le permitiera recuperar el territorio perdido durante la expansión de Francia por Indochina. Tailandia pensaba declarar la guerra a EE UU y el Reino Unido, pero Seni Pramoj, embajador en Washington y miembro del Seri Thai (Movimiento de Liberación Tailandés), se negó a comunicar la declaración formal de guerra, lo cual salvó a Tailandia de la derrota. Phibul se vio obligado a dimitir en 1944 y fue juzgado por crímenes de guerra.
Tras la guerra, durante unos años floreció la democracia: se celebraron elecciones para la totalidad de la Asamblea Popular y con la Constitución de 1946 se redujo el poder militar y se aumentaron los derechos del pueblo. Duró hasta la muerte del rey Ananda, pretexto esgrimido por los militares para volver al poder, con Phibul a la cabeza.
En 1957, el general Sarit Thanarat, sucesor de Phibul, sometió el país a una verdadera dictadura militar: abolió la Constitución, disolvió el Parlamento y prohibió los partidos políticos. En la década de 1950, EE UU se asoció con Sarit y los dictadores posteriores, Thanom Kittikachorn y Praphat Charusathien (quienes controlaron el país de 1964 a 1973), y acordó la instalación de bases militares en territorio tailandés durante la Guerra de Vietnam a cambio de incentivos económicos.
En 1973, un grupo opositor de activistas de izquierdas, en su mayoría intelectuales y estudiantes, organizó manifestaciones políticas para exigir una Constitución. El 14 de octubre de ese mismo año los militares contuvieron brutalmente una gran manifestación en Bangkok, con el resultado de 77 muertos y más de 800 heridos. Un monumento en Th Ratchadamnoen Klang, en Bangkok, cerca del monumento a la Democracia, recuerda el suceso. El rey Bhumibol, dispuesto a no consentir más baños de sangre, obligó a Thanom y a Praphat a abandonar Tailandia.
Los años siguientes, el movimiento estudiantil de izquierdas se tornó más radical, y se temió a que un comunismo autóctono se extendiera entre las clases obrera y media. En 1976 Thanom volvió a Tailandia (supuestamente para hacerse monje) y fue recibido cordialmente por la familia real, lo que suscitó manifestaciones en la Universidad Thammasat contra el ‘autor’ de la masacre del 14 de octubre. Grupos de derechas y anticomunistas se enfrentaron a los estudiantes y protagonizaron sangrientos altercados. Cuando acabaron, muchos estudiantes e intelectuales se vieron abocados a la clandestinidad y se unieron a los insurgentes comunistas (conocidos como Ejército Popular de Liberación de Tailandia) en la jungla del norte y del sur del país.
El Ejército controló el país durante la década de 1980. El Gobierno del “soldado político”, el general Prem Tinsulanonda, disfrutó de un período de estabilidad política y económica. Prem desmanteló la insurgencia comunista a través de la fuerza y programas de amnistía. Pero el nuevo éxito económico del país se enfrentaba a otro desafío: los destacados líderes empresariales que criticaban el papel de los militares en el Gobierno y su anticuada mentalidad de Guerra Fría. Los comunistas –sostenían– deberían ser socios comerciales, no enemigos.
En 1988, Prem fue derrotado en unas elecciones justas por Chatichai Choonhavan, líder del partido Chat Thai, quien formó un Ejecutivo dominado por empresarios provinciales bien relacionados. Se retiró el poder a los burócratas y se inició la transformación de Tailandia en la economía del “Tigre Asiático”. Pero la “corrupción generalizada” auspició el retorno al poder del Ejército. Este golpe de Estado marcó una nueva tendencia en la política nacional: la comunidad empresarial de Bangkok y las clases altas se alinearon con los militares, contra sus políticos-empresarios provinciales y su política económica.
En 1992, el general Suchinda Kraprayoon se nombró a sí mismo primer ministro. Ello provocó el rechazo de la población, al que siguió un enfrentamiento entre civiles y militares conocido como el “Mayo Negro”. Dirigidos por el antiguo alcalde de Bangkok, Chamlong Srimuang, unas 200 000 personas (la “muchedumbre del móvil”) protagonizaron una manifestación en la capital que desembocó en tres noches de enfrentamientos con soldados armados. La noche del 20 de mayo, el rey Bhumibol exigió el final de la violencia.
Tras el “Mayo Negro”, un nuevo frente de activistas demócratas pidió reformas constitucionales. La mayor parte de la década de 1990 el Parlamento estuvo dominado por el Partido Demócrata, que representaba los intereses de la clase media urbana y de las empresas y recibía apoyo sobre todo del sur del país, de los antiguos puertos dedicados ahora al turismo y la exportación (caucho, estaño y pesca). Enfrente estaban los antiguos políticos promilitares, respaldados por la población de las llanuras centrales y de las nuevas ciudades del noreste. Esas división aún se mantiene.
El año de 1997 supuso el comienzo la crisis económica asiática. La economía del país se hundió a causa de la deuda externa, una burbuja inmobiliaria y la devaluación de la moneda. En pocos meses, el cambio monetario pasó de 25 a 56 THB por dólar estadounidense. El Fondo Monetario Internacional (FMI) impuso reformas económicas y legales, así como programas de liberalización económica, a cambio de una inyección de 17 000 millones US$ para estabilizar el bath.
Tras la crisis, el Partido Demócrata volvió al poder sin oposición, pero su ineficacia solo empeoró los datos económicos.
En el 2000, la economía tailandesa empezó a salir del atolladero. Thaksin Shinawatra, un multimillonario de las telecomunicaciones y antiguo policía, ganó las elecciones del 2001 con su partido Thai Rak Thai (TRT o “Tailandeses que Aman lo Tailandés”). Thaksin, empresario y político hecho a sí mismo, enseguida cumplió sus promesas de desarrollo rural, que incluían el alivio de la deuda agraria, la inyección de fondos en las zonas rurales y una atención sanitaria barata.
Gracias a las reformas constitucionales de 1997, diseñadas para reforzar la posición del primer ministro, Thaksin estuvo al frente de uno de los gobiernos democráticos más estables de la historia del país. La mejora de la economía y su decidido liderazgo le proporcionaron una mayoría absoluta en el 2005. Su popularidad entre la clase obrera y la población rural era inmensa.
En el 2006 Thaksin fue acusado de abuso de poder y de favorecer sus intereses personales, en particular con la venta de su empresa familiar, la Shin Corporation, al Gobierno de Singapur por 73 000 millones de bahts (1880 millones de US$), lo que supuso unas plusvalías libres de impuestos gracias a las leyes que él mismo había dictado. Los manifestantes exigieron su dimisión en Bangkok, y el 19 de septiembre del 2006 el Ejército dio un golpe de Estado sin víctimas que mandó a Thaksin al exilio. Al poco tiempo se celebraron elecciones generales con victoria de los aliados políticos de Thaksin, encabezados por Samak Sundaravej.
El resultado no gustó ni a los militares ni al grupo antiThaksin conocido como Alianza Popular por la Democracia (APD), compuesto principalmente por élites urbanas apodadas “camisas amarillas” porque vestían de amarillo (el color del cumpleaños de rey). Se decía que Thaksin había consolidado suficiente poder durante sus mandatos como para interrumpir la sucesión real.
En septiembre del 2008, Savak Sundaravej fue inhabilitado por el Tribunal Constitucional por un tecnicismo: durante su mandato participó en un programa televisivo de cocina, lo cual suponía un conflicto de intereses. Preocupados porque unas nuevas elecciones pudieran dar la victoria a Thaksin, en noviembre del 2008 los camisas amarillas tomaron el control de los principales aeropuertos de Tailandia (Suvarnabhumi y Don Mueang) durante una semana, hasta que los militares protagonizaron un golpe silencioso y se dictó una sentencia que debilitaba aún más a los aliados de Thaksin. Con una coalición improvisada, el demócrata Abhisit Vejjajiva fue elegido por el Parlamento como el 27o primer ministro.
Los partidarios de Thaksin respondieron con la creación del Frente Unido por la Democracia y Contra la Dictadura (UDD), más conocido como “camisas rojas”, consolidado en el norte y el noreste, e integrado por activistas antigolpistas, prodemócratas, antimonárquicos y adeptos acérrimos de Thaksin. Del movimiento se desprende cierta lucha de clases, con un discurso cargado de animadversión hacia las clases altas.
Su manifestación más provocativa tuvo lugar en el 2010, cuando el Tribunal Supremo ordenó la confiscación de 46 000 millones de US$ de la fortuna de Thaksin al resultar este culpable de abuso de poder durante su mandato. Los camisas rojas ocuparon la zona comercial del centro de Bangkok dos meses y exigieron la disolución del Gobierno y la convocatoria de elecciones. En mayo del 2010, el Ejército usó la fuerza para disolver a los manifestantes, con un resultado de graves enfrentamientos con el resultado de 91 muertos y varios centros comerciales incendiados.
En el 2011 se celebraron elecciones generales y el partido Puea Thai, aliado político de Thaksin, obtuvo la mayoría. La hermana de Thaksin, Shinawatra Yingluck, fue nombrada primera ministra.
Yingluck Shinawatra no solo fue la primera mujer primera ministra de Tailandia, sino también la persona más joven en ocupar tal cargo, después de que su partido, el Puea Thai, consiguiera una aplastante victoria en las elecciones del 2011. Sin embargo, mientras gobernó, Yingluck tuvo que enfrentarse a la acusación de ser una mera sustituta de su hermano mayor, Thaksin, en el exilio desde el golpe de Estado del 2006. En Bangkok circulaban rumores de que él influía en el Ejecutivo de Yingluck y que asistía a sus reuniones a través de Skype desde Londres, Dubái o Hong Kong.
El Puea Thai de Yingluck insistió en las mismas políticas económicas orientadas a ayudar a la empobrecida población rural del norte y noreste del país, la base del poder de Shinawatra, que había caracterizado a los gobiernos de Thaksin de la década anterior. Eso y la creencia de que el Gobierno de Yingluck era el de Thaksin salvo en el nombre, hizo que Yingluck tuviera una durísima oposición desde el principio.
Fue una de esas políticas la que acabó por provocar las protestas que convirtieron a Yingluck en el segundo miembro de su familia en ser derrocado por un golpe de Estado. Se diseñó un plan para fijar el precio del arroz y así aumentar los ingresos de los pequeños agricultores: el Gobierno no solo lo compraría a precios de mercado, sino que lo almacenaría (lo que repercutía en la subida de su precio en el mercado mundial) para luego venderlo en mejores condiciones. Sin embargo, el plan fracasó estrepitosamente cuando la India levantó la prohibición de exportar arroz, hecho que inundó el mercado mundial de este producto. Tailandia, el mayor exportador de arroz del mundo hasta el 2012, vio cómo los precios caían en picado. El daño a la economía del país fue enorme, y se acusó a los políticos y funcionarios que supervisaban el plan de haberse quedado con los millones de baths que pasaban por sus manos. En mayo del 2014, Yingluck Shinawatra fue acusada de cargos relacionados con dicho plan.
Igualmente polémico fue el intento de Yingluck de presentar un proyecto de ley de amnistía que indultaba a varios políticos, entre ellos a Thaksin, por cargos que se remontaban al 2004. La medida se consideró el preludio del regreso de Thaksin. Las manifestaciones, encabezadas por el ex viceprimer ministro Suthep Thaugsuban y su coalición de grupos antigubernamentales (el Comité de Reforma Democrática Popular), empezaron en octubre del 2013. Exigiendo la dimisión del Gobierno y el fin de la corrupción, y los manifestantes ocuparon edificios institucionales, el parque Lumphini y varias zonas claves del centro de Bangkok.
En enero del 2014, Yingluck declaró el estado de excepción en la capital. Al mes siguiente, las elecciones generales anticipadas fueron boicoteadas por la oposición del Partido Demócrata. Ante los esporádicos estallidos de violencia entre partidarios y detractores de Yingluck, esta y nueve de sus ministros fueron obligados a dimitir por el Tribunal Constituciones el 7 de mayo. Dos semanas más tarde, el Ejército dio un golpe de Estado y se hizo con el poder por decimotercera vez desde 1932.
Desde 2001, Tailandia libra una guerra a pequeña escala contra un grupo separatista de malayos musulmanes en las regiones de Pattani, Narathiwat y Yala, conocidas en conjunto como el “sur profundo”. Estas provincias en su día integraban el sultanato de Patani hasta su conquista por los reyes Chakri. Durante la II Guerra Mundial se puso en marcha una política de consolidación nacional a fin de transformar la sociedad multiétnica y multirreligiosa en una nación budista unificada y homogeneizada. Esta política encontró resistencia en el sur profundo y dio origen a un movimiento separatista. En las décadas de 1980 y 1990, la política de asimilación fue abandonada y el entonces primer ministro, Prem, negoció un acuerdo de paz que salvaguardaba los derechos culturales y la libertad religiosa de los musulmanes, amnistiaba a los insurgentes y promovía el desarrollo económico de esta región históricamente empobrecida
Sin embargo, el enfoque de Thaksin fue otro. Se aumentó el control central desde Bangkok, lo que se interpretó como una política mal camuflada para acabar con el dominio tradicional del Partido Demócrata en la zona. La población musulmana del sur del país no respondió favorablemente. En el 2002, el Gobierno disolvió la delegación de control que tanto tiempo había tenido en la región y la oficina de seguridad fronteriza, una unidad elogiada a menudo por mantener la paz y la estabilidad y proporcionar un canal de comunicación entre el Gobierno central y los musulmanes del sur. En su lugar, la policía provincial se hizo cargo de la seguridad, a pesar de que carecía de autoridad moral y del apoyo de la población. En el 2004, el Gobierno respondió duramente las manifestaciones que condujeron a los incidentes de la mezquita de Krue Se y de Tak Bai, que en conjunto costaron la vida al menos a 180 musulmanes, muchos de ellos civiles desarmados. En el 2005 se declaró la Ley Marcial en la región.
En el 2015, los diferentes insurgentes se unieron en un mismo grupo (Mara Patani) y empezaron a negociar directamente con Bangkok en conversaciones celebradas en Malasia. Sin embargo, tras más de una década de violencia, aún no se atisba el final del conflicto; los sucesivos gobiernos no han creído que ponerle fin sea una prioridad, y muchos tailandeses no saben muy bien por qué el Ejército sigue la lucha en el sur profundo.
Gran parte del culebrón político que se ha vivido desde el golpe de Estado del 2006 está relacionado con el debate sobre cómo estructurar el cuerpo legislativo tailandés y, en última instancia, sobre quién debe tener más poder. Actualmente, la Asamblea Nacional (o Parlamento de Tailandia) tiene 630 miembros, divididos en dos cámaras (la Cámara de Representantes y el Senado), con una mezcla de escaños elegidos por votación popular y otros por los partidos. El porcentaje de escaños elegidos por los votantes varía cada vez que se modifica la Constitución. La de 1997, conocida como la “Constitución del Pueblo”, establecía que las dos cámaras debían ser elegidas por votación popular. Esta medida allanó el camino para Thaksin y su partido por hacerse con un control casi total del Gobierno. Desde entonces, el Ejército y la élite han cuestionado los beneficios de la plena democracia en Tailandia.
Cuando votan, los tailandeses eligen a un miembro del Parlamento de su distrito electoral y a su partido preferido, y el resultado se emplea para determinar tanto los ganadores individuales como la representación proporcional del partido. El primer ministro es el jefe del Gobierno y es elegido mediante el voto legislativo del partido mayoritario.
El sufragio en Tailandia es obligatorio (para los mayores de 18 años), excepto para el clero, que no puede votar. La participación en las elecciones generales del 2011 fue del 75%, tres puntos porcentuales menos que en el 2007. La compra de votos es un tema recurrente en todas las convocatorias. Curiosamente, los líderes de los partidos políticos suelen pasar por los pueblos dinero en mano a cambio de la promesa de voto. Hay quien acepta sobornos de partidos rivales y luego no vota a ninguno de ellos.
Las papeletas incluyen un “no” por si el votante no desea elegir ninguna de las opciones. También es común estropear (p. ej., escribir o rasgar) la papeleta, con lo que no es válida. En las elecciones generales del 2005, muchas papeletas no válidas contenían mensajes contra Thaksin. En los comicios del 2011, los “camisas amarillas” promovieron una campaña del “no” como una manifestación política contra el actual sistema político, que tildan de corrupto. El Partido Demócrata fue un poco más allá en las elecciones de febrero del 2014 y se negó a participar en ellas.