Los argentinos son verdaderos artistas con la parrilla. La pasta y los ñoquis son siempre frescos y las mejores pizzas compiten con las de Nueva York y Nápoles y se maridan con algunos de sus fabulosos vinos. El mate, su emblemática infusión, es un lazo social entre familia y amigos. Tampoco hay que dejar de tomar algún helado, preferentemente con dulce de leche.
Cuando los primeros españoles llegaron a Argentina, llevaron ganado consigo, pero su empeño en establecer una colonia resultó en vano y abandonaron las reses en las pampas. Allí, las vacas hallaron el equivalente bovino del paraíso: profusa vegetación, fértiles pastos y escasos depredadores naturales. Cuando los españoles volvieron, cruzaron aquellas reses con otras razas de ganado.
Según la tradición, las vacas argentinas criadas en libertad comían nutritiva hierba de las pampas y se criaban sin antibióticos ni hormonas. Pero eso se está perdiendo y hoy casi toda la ternera de los restaurantes procede de corrales de engorde.
El consumo medio de ternera en Argentina ronda los 59 kg anuales por persona, aunque en el pasado se comía mucha más.
La cocina nacional argentina está muy influenciada por los emigrantes italianos que llegaron al país a finales del s. xix. Junto con sus exagerados gestos al hablar, llevaron su amor por la pasta, la pizza, el helado y muchas otras cosas.
Numerosos restaurantes preparan su propia pasta. Algunas de las variedades más presentes son los raviolis, sorrentinos (pasta larga y redonda similar a los raviolis), ñoquis y tallarines. Las salsas más habituales son el tuco (de tomate), estofado (de ternera, muy adecuada para los raviolis) y la salsa blanca (bechamel). En ocasiones, la salsa no está incluida en el precio de la pasta, se elige y se paga por separado.
La pizza se sirve en las pizzerías, muchas de ellas equipadas con hornos de piedra o ladrillo, aunque los restaurantes también la ofrecen. Normalmente es excelente y barata.
La cocina española es menos popular que la italiana, pero es otro de los cimientos de la gastronomía argentina. En los restaurantes españoles sirven paella y otros platos típicos a base de pescado y marisco. La mayoría de los guisos y pucheros del país son originarios de España.
Aunque la comida típica puede hacer referencia a cualquier plato regional argentino, a menudo tiene más que ver con las elaboraciones del noroeste de los Andes. En esta región de raíces amerindias, la cocina tiene más en común con la de Bolivia y Perú que con las europeizadas viandas del resto de Argentina. Normalmente es picante y difícil de encontrar en otros lugares (muchos argentinos solo toleran un poquito de pimienta). Los platos típicos son el locro (un sustancioso guiso de maíz o de mezcla de granos con carne), los tamales, las humitas (tamales pequeños) y las empanadas fritas.
En la Patagonia, el cordero borra del mapa a la ternera. En la costa, los frutos del mar son una opción muy popular que incluye pescado, ostras y cangrejo rey, aunque el marisco suele estar demasiado cocido. En la región de los lagos despuntan las carnes de venado y jabalí, y la trucha. En el oeste, las provincias de Mendoza, San Juan y La Rioja están orgullosas de su chivito. El pescado de río, como el dorado, el pacú (de la familia de la piraña) y el surubí (una especie de siluro), es la comida básica del noreste.
En las principales ciudades hay quioscos que venden dulces, galletas, helados y bocadillos. En las calles hay puestos de panchos (perritos calientes) y garrapiñadas.
Los sándwiches de miga (finos y sin corteza, en general de jamón y queso) son populares para merendar. Los lomitos (bocadillo de filete) son los más emblemáticos, y el choripán es un clásico bocadillo de salchicha a la barbacoa.
Las omnipresentes empanadas se preparan de formas distintas en todo el país (en el noroeste andino las hay de ternera picada picante, mientras que en la Patagonia suelen ser de cordero). Constituyen una comida rápida y sabrosa, ideal para viajar en autobús.
Dos manjares por excelencia son el dulce de leche (cremoso caramelo de leche) y los alfajores (galletas rellenas de chocolate o dulce de leche). Cada región elabora su versión del alfajor.
Gracias al legado italiano, el helado argentino rivaliza con el mejor del mundo. Todas las ciudades disponen de heladerías que sirven montañas de deliciosas creaciones. Hay que probarlas.
En los restaurantes, los menús a menudo incluyen ensalada de fruta y helado. También hacen flan, que se sirve con nata o dulce de leche.
A los argentinos les encanta el café, que preparan en varias versiones. Están el café con leche y el cortado, pero también el café chico, que es café solo, y la lágrima, que es leche con unas gotas de café.
Luego está el té negro o té común. En cuanto a las infusiones, la más habitual suele ser la manzanilla. Los amantes del chocolate no pueden perderse el submarino, una pequeña tableta de chocolate derretida en leche caliente. El zumo de naranja recién exprimido se llama jugo de naranja; un licuado es un batido.
El agua de canilla (del grifo) es potable en las grandes ciudades, como Buenos Aires, pero en los restaurantes casi todo el mundo pide agua mineral embotellada, con o sin gas. Los restaurantes más antiguos y tradicionales sirven agua carbonatada en sifón, que es excelente. Las gaseosas (refrescos) también son muy populares.
Mendoza está considerada la primera región vinícola del país, célebre por su robusto malbec, pero también hay vinos excelentes en otras provincias. San Juan es famosa por su syrah, y Cafayate, por su torrontés, un blanco seco y algo ácido. Por su parte, la Patagonia se está convirtiendo en el reino del pinot noir.
Si existe una cerveza nacional, esa es la Quilmes. Cuando se pida un porrón servirán una botella de cerveza de medio litro (en Buenos Aires) o más grande (en el norte). Una chopp es una jarra de cerveza de barril.
En casi todos los restaurantes de categoría disponen de una carta de vinos, aunque los sumilleres escasean.
La bebida más fuerte es, sin duda, el Fernet Branca, amargo digestivo italiano a base de hierbas de origen medicinal. El Fernet con Coca-Cola es el cóctel nacional por excelencia y, aunque afirmen lo contrario, produce resaca (en serio).
Los restaurantes suelen abrir de 12.00 a 15.30 para almorzar y de 20.00 o 21.00 a 24.00 para cenar, aunque el horario exacto varía según cada sitio.
Para probar la mejor carne, hay que ir a una parrilla (asador). También abundan las panaderías. Las confiterías (cafeterías que sirven comidas ligeras) abren todo el día y por la noche, y suelen tener una amplia carta. Los cafés, bares y pubs disponen de un surtido más reducido de tentempiés, aunque algunos sirven comida en toda regla. El tenedor libre (bufé libre) suele resultar correcto, pero a menudo exige consumir como mínimo una bebida, que se cobra aparte.
Los argentinos toman un desayuno escaso, en general solo un café con medialunas (cruasanes, ya sean de manteca, es decir, mantequilla, o de grasa, esto es, de sebo o manteca de origen animal). Las tostadas con manteca (mantequilla) o mermelada suponen una alternativa, así como las facturas (bollería). Los B&B y los hoteles más caros suelen preparar desayunos más contundentes.
En las grandes ciudades se sirve comida sana, elaborada con productos procedentes de cultivo ecológico y cuentan con restaurantes vegetarianos. Fuera de ellas hay que buscar un poco más. El reciente aumento de las dietas alternativas ha dado paso a mayores opciones sin gluten y veganas.
Casi todos los menús de restaurante incluyen varios platos vegetarianos, y la pasta es una alternativa omnipresente. Las pizzerías y empanaderías están muy bien; se recomiendan las empanadas de acelga y choclo (maíz). En una parrilla solo habrá ensaladas, tortillas, pasta, patatas hervidas, provoleta (grueso corte de queso provolone a la parrilla) y verdura asada. A veces hay pescado y marisco.
Los veganos no lo tienen fácil en Argentina. Han de asegurarse de que la pasta casera no lleva huevo y de que el pan o la verdura no están preparados con manteca (grasa; manteca quiere decir mantequilla en Argentina). Algunos panes se preparan con leche o queso. Se necesitan grandes dosis de creatividad. Se aconseja buscar alojamientos que ofrezcan derecho a cocina.
Los argentinos tienen fama de engreídos en todo el mundo. Son incontables los chistes sobre el tema: “¿Cómo se suicida un argentino? Saltando de su ego”. A pesar de que este estereotipo tiene algo de cierto (principalmente entre los porteños), es un pueblo cálido y sociable. Además, los argentinos son supervivientes natos que saben capear airosos los continuos altibajos de su economía.
Los argentinos son testarudos, impetuosos y apasionados. Se muestran ávidos de charla y pueden alargar la sobremesa o el café hablando hasta el alba. A los forasteros les encanta la rapidez con que entablan relación con desconocidos y la calidez humana de su trato; son probablemente los sudamericanos más locuaces, pero en su naturaleza se advierte también una sutil melancolía, que se manifiesta en múltiples aspectos, desde el tango hasta la literatura. Este rasgo del carácter nacional nace del escepticismo que han adquirido al contemplar cómo su país, una de las grandes potencias económicas mundiales a fines del s. xix y principios del s. xx, se ahoga en la ciénaga de la deuda extranjera. Los argentinos son luchadores natos que trabajan sin pausa para mejorar su situación, pero cada recuperación financiera se demuestra precaria. Han soportado golpes militares y gobiernos represivos mientras veían cómo su nación era saqueada por políticos corruptos. Pero la melancolía es solo una parte. Júntese todo esto y el resultado es una sociedad llena de gente divertida, exaltada y orgullosa. Y se les acaba queriendo por eso.
En Buenos Aires vive más de un tercio de la población del país y es muy distinta a la del resto de Argentina y, de hecho, de Latinoamérica. Como es obvio, el estilo de vida capitalino depende del dinero que se tenga. Un piso moderno de alquiler de un creativo publicitario del barrio de Las Cañitas difiere mucho de una casa familiar en una de las villas pobres, donde la electricidad y el agua potable son un lujo.
La ubicación geográfica y la etnicidad también desempeñan papeles importantes. Los dos ejemplos citados de viviendas bonaerenses tienen poco en común con la de una familia indígena que habita una casa de adobe en un valle desierto del noroeste andino, donde la vida se basa en la agricultura de subsistencia. En regiones como las pampas, la provincia de Mendoza y la Patagonia, la simpatía rural impregna un sano estilo de vida al aire libre. Muchos habitantes de la Patagonia se sienten más afines a los chilenos que viven en las mismas latitudes que a sus compatriotas capitalinos.
Argentina tiene una clase media razonablemente abundante, aunque en los últimos años se ha reducido mucho, según ha ido aumentando la pobreza. No obstante, si se le compara con gran parte de sus vecinos, el país posee una educación pública aceptable, y los ciudadanos pueden acceder con facilidad a la asistencia sanitaria y la enseñanza universitaria. Al otro lado del espectro, los urbanitas más acomodados se han trasladado en masa a los countries (recintos residenciales privados) y su estilo de vida es más o menos equiparable al de sus equivalentes extranjeros.
Algo que comparten todos los argentinos es la devoción por la familia. Los ejecutivos de las ciudades congregan a la familia para las cenas de fin de semana, y el propietario de un café de San Juan se reúne con los amigos en la estancia familiar para disfrutar de un asado dominical. Los hijos acostumbran a vivir con sus padres hasta que se casan, sobre todo en las familias modestas.
El fútbol forma parte integral de la vida de los argentinos y el día que hay partido se nota por los vítores y gritos que brotan de las tiendas y las cafeterías. El equipo nacional ha llegado a la final de la Copa del Mundo cinco veces y la ha ganado en dos ocasiones, en 1978 y 1986. El equipo argentino también ganó el oro olímpico en los Juegos del 2004 y el 2008. Los equipos más populares son el Boca Juniors y el River Plate (en Buenos Aires hay 12 equipos profesionales), y el mafioso comportamiento de las barras bravas (ultras) deja a sus homólogos europeos como nenas de colegio de monjas. El futbolista más famoso, de hecho, casi un dios, es Diego Armando Maradona. Luego están los populares: Gabriel Batistuta, Lionel Messi, etc.
La popularidad del rugbi ha aumentado desde que Los Pumas, el equipo nacional, derrotara a Francia en su primer partido de la Copa Mundial del 2007 y de nuevo en las eliminatorias para conseguir el tercer puesto. En el 2015 también llegaron a semifinales, un magnífico logro.
Las carreras de caballos, el tenis, el baloncesto, el golf y el boxeo son también populares. Argentina cuenta con los mejores caballos y jugadores de polo del mundo, y el Rally Dakar se ha celebrado en su mayor parte en Argentina desde el 2009.
El deporte tradicional argentino es el pato; se juega a caballo y mezcla elementos del polo y del baloncesto. En sus inicios se jugaba con un pato de verdad, pero en la actualidad se usa una pelota con asas de cuero. Sin embargo, a pesar de su larga historia y tradición, poca gente lo sigue.