Bienvenidos a Nueva Zelanda

Enormes parques nacionales, la enérgica cultura maorí y opciones excelentes de surf y esquí aguardan en este país que puede ser apacible o lleno de acción, pero siempre épico.

Conocer el lado salvaje

Hay 4,8 millones de neozelandeses, diseminados en 268 021 km2; un país como la mitad de España, pero con una población 10 veces menor. Comprende bosques, montañas, lagos, playas y fiordos sublimes, que han convertido a Nueva Zelanda en uno de los destinos más codiciados para hacer senderismo (allí lo llaman tramping). Se puede emprender alguna de las nueve grandes rutas –como el Heaphy Track y el Milford Track– o simplemente recorrer parajes salvajes de ensueño.

Comida, vino y cerveza

Los clásicos de influencia británica, como el fish & chips, perduran, pero la gastronomía neozelandesa ha llegado muy lejos. Los chefs de Auckland, Wellington y Napier se inspiran en las cocinas de las islas del sur del Pacífico y de Europa occidental para aportar toques creativos a productos locales, ya sea cordero o moluscos como abulones, ostras y vieiras. Las opciones para veganos y vegetarianos son cada vez más numerosas e innovadoras. Cabe destacar la cultura del café, una puntera escena de cervezas artesanales y los legendarios vinos de clima frío (como los sublimes sauvignon blanc y pinot noir).

Cultura maorí

Los imbatibles All Blacks de Nueva Zelanda no hubieran llegado a ser consecutivamente campeones del mundo sin sus imparables jugadores maoríes. La cultura maorí ha dejado su huella en la vida contemporánea de los kiwis: en todo el país el viajero puede oír hablar maorí, ver la televisión maorí, unirse a un hangi (banquete maorí) o asistir a un espectáculo cultural con cantos, danzas y una espeluznante haka (danza de guerra). El diseño maorí se expresa en el ta moko, tatuaje (normalmente en la cara) y las delicadas esculturas artísticas en hueso, conchas y pounamu (piedra verde).

Viajar sin problemas

El visitante de Nueva Zelanda no sufrirá los tropiezos habituales de otros lugares: los autobuses y trenes son puntuales; las carreteras están en buen estado; hay profusión de cajeros automáticos; los rateros, estafadores y las chinches en los albergues son poco frecuentes; y es poco probable que la comida siente mal (los lavabos públicos suelen estar limpios y provistos de papel). No hay serpientes; solo hay una araña venenosa, la rara katipo, muy difícil de ver. Esta amable nación es un lugar para relajarse y disfrutar las 

Por qué me gusta Nueva Zelanda

Por Anita Isalska, autora

Nueva Zelanda colma todas las expectativas, lo cual no resulta fácil en un país elogiado por millones de visitantes. Esta tierra es más mágica que sus paisajes cinematográficos: volcanes humeantes, fiordos de una belleza increíble y playas con un oleaje de ensueño. Pero son sus sutiles encantos los que me atraen: la honestidad y el humor de su gente y el espíritu aventurero que perdura en zonas remotas. Este país tolerante y respetuoso con el medio ambiente parece un santuario en un mundo turbulento. Me quedaría aquí para siempre.

 

 

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