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No se es un auténtico esloveno hasta encumbrar el monte Triglav y recibir una palmada. Se podría decir que a los paisanos que logran subir a la cima más alta del país solo les falta ponerlo en el pasaporte. La buena noticia para el resto de mortales es que es un pico exigente pero accesible, que casi todo el que tenga un estado de forma decente puede ‘conquistar’ con un guía experimentado. Hay varias rutas populares; no importa cuál se escoja, la recompensa es la misma: puro júbilo.