Viajes para los adictos al running
Correr, correr, correr. La moda del running llega a todas partes, y ya que hay que correr, ¿por qué no hacerlo en algún lugar excepcional? Si ya se ha entrenado lo suficiente en las carreras locales o si cada vez se quiere a ir más lejos, ha llegado el momento de viajar con la excelente excusa de correr: maratones alucinantes por todo el planeta, carreras de aventura para quienes gusten de retos al aire libre, carreras curiosas e incluso extravagantes... El mundo está lleno de propuestas en las que lo importante es participar ¡y de paso viajar!
1. Maratón de la Atenas clásica (Grecia)
El padre de todos los maratones: la ruta de este recorrido desde Maratón a Atenas vuelve sobre las pisadas de Filípides. Hacia 490 a.C., este veloz mensajero cubrió la distancia para anunciar la victoria del ejército griego sobre los persas, luego se derrumbó y murió. La carrera actual sobre superficie de alquitrán sigue siendo igual de dura y conserva algunas ondulaciones brutales. Finalizar en el estadio Panatenaico de la capital –reconstruido para los Juegos Olímpicos de 1896– hace que el corredor se sienta como una leyenda viva.
La carrera se celebra en noviembre y las solicitudes comienzan en el mes de enero anterior; llegan a participar hasta 12 000 corredores.
2. Patagonian Expedition Race (Chile)
Cuando la sede de la carrera incluye el Estrecho de Magallanes y los picos de las Torres del Paine uno sabe que ha llegado a la élite de las carreras de aventura. Los participantes en este evento con una tradición de más de 10 años se enfrentan durante 11 días a ciénagas, glaciares, montañas y llanuras en la Patagonia; orientarse en la naturaleza es esencial, dado que la ayuda es mínima y se cubren cientos de kilómetros de espacio natural en la punta sur de América. Hay que ser profesional de la escalada, el kayak y el ciclismo, e inscribirse en grupos mixtos de 4. Quizá no sea la mejor aventura para principiantes pero es alucinante.
La carrera suele celebrarse en febrero y ya está abierto el plazo de inscripción para la siguiente edición, que será en 2016.
3. Adventure Race Slovenia (Eslovenia)
No habrá paz para los malvados... ni para los cansados. Una auténtica carrera de aventuras debe incluir un mínimo de dos disciplinas (ciclismo y carrera a pie) y exigir orientación y estrategia. Los organizadores de la Adventure Race Slovenia ampliaron su evento con senderismo, bicicleta de montaña, natación y kayak. Bueno, y espeleología, barranquismo, esquí a campo traviesa y descenso en rápel, para cubrir los 440 km desde Piran hasta Velenje en 50 h. ¡Uf! La carrera se celebra desde el 2003 en Eslovenia, una de las mejores zonas de aventura de Europa; los organizadores idean crueldades como atravesar un río agarrado a una cuerda con la bici a cuestas.
La carrera suele ser en junio y hay dos categorías: Rover (2 días) y Explorer (3 días).
4. Canadian Deathrace (Canadá)
El mero hecho de mencionar la muerte (death en inglés) le pone los pelos de punta a cualquier corredor, pero si eso no es suficiente para asustar, algunos de los lugares que atraviesa esta carrera de 125 km acabarán por hacerlo. Uno de ellos es el Hells Canyon, donde hay que vadear los bien llamados ríos Sulphur (azufre) y Smoky (humeante). La Deathrace pasa por tres cumbres de las Rocosas canadienses, pero lo cierto es que debe su fama a las bajadas, que son pronunciadísimas, muy poco seguras y bastante dolorosas si uno se cae. Además, en años lluviosos, el terreno se convierte en un cenagal.
La carrera se celebra en agosto. Puede realizarse en solitario o con un equipo de hasta 5 miembros y debe completarse en 24 h.
5. Ultramaratón Caballo Blanco (México)
Esta carrera extrema atraviesa el territorio de los indígenas rarámuris o tarahumaras (pies ligeros), en los barrancos del pueblo de Urique. Los rarámuris destacan por su increíble resistencia. Se sabe que algunos han llegado a cubrir cientos de kilómetros corriendo sin parar, calzando solamente un par de sandalias hechas con restos de goma y cuero. Así pues, al completar los 80 km de esta durísima prueba, que incluye 3 km de terreno ascendente, uno podrá considerarse un “pies ligeros” más... pero porque no sentirá los pies.
La carrera tiene lugar en febrero y se llamaba Ultramaratón de las Barrancas del Cobre, pero fue rebautizada cuando su fundador, Micah True –apodado Caballo Blanco–, falleció mientras entrenaba.
6. Maratón de Medianoche (Tromsø, Noruega)
Son las 20:30 en la Noruega ártica cuando, en la víspera de una noche de mitad de verano, 1000 corredores se dirigen a la línea de salida. Tromsø se halla a 70° de latitud norte; aquí el sol no se pone desde mediados de mayo a mediados de julio, bañando la catedral del Ártico, el Museo Polar y los fiordos circundantes en un interminable brillo etéreo. También brinda la iluminación ideal para el maratón continental más septentrional del mundo, un recorrido nocturno alrededor de la plaza Fridtjof Nansen, por encima del puente de 1 km de Tromsø y bajo picos siempre cubiertos de nieve, antes de acabar ante el apoyo de la multitud en el centro.
La inscripción a la carrera se abre en diciembre del año anterior; hay que reservar entrada y alojamiento con antelación.
7. Maratón por el ‘outback’ australiano (Uluru, Australia)
El indígena pueblo anangu posee el Uluru-Kata Tjuta National Park y toda la zona (desde la roca roja del interior del parque hasta el circundante bush aborigen) se considera sagrada, lo que hace al maratón por el outback aún más especial. En un día de julio, a 2000 corredores se les permite avanzar por una salvaje extensión de propiedad privada, con Uluru y los abovedados picos de los Olgas siempre presentes al fondo. La marcha es polvorienta, aunque (salvo por algunas dunas) plana; la experiencia, con esa tierra ocre impregnada de espiritualidad, deja a los corredores en un estado casi beatífico.
La carrera empieza a las 7.45; las mañanas pueden ser frías pero durante el día se corre a unos 21°C.
8. Maratón de la Gran Muralla (China)
La Gran Muralla china tuvo antaño más de 8000 km de longitud. Por fortuna, esta carrera solo requiere conquistar una diminuta fracción de ella. Gran parte de la ruta se halla a la sombra del antiguo muro, discurriendo entre arrozales y aldeas remotas en la tradicional región de Huangyaguan. La parte de la carrera sobre la propia muralla es solo de unos 3,5 km de largo pero implica 5164 escalones de piedra, en los que los muslos se resienten, la cabeza da vueltas y las vistas de la formidable fortificación suponen una agradable distracción.
La carrera se celebra en mayo; solo se puede participar como parte de un paquete turístico.
9. Maratón de Jungfrau (Suiza)
Aunque no es tan dura como parece (no hay que subir corriendo los 4158 m del Jungfrau), esta no es una carrera para flojos. Una primera mitad plana, subiendo por el valle de Lauterbrunnen desde Interlaken, cambia bruscamente a los 25 km: una serie de agudos zigzags ascienden 500 metros de desnivel en 5 km demoledores. Y hay más: los últimos 12 km se mantiene la subida, aunque a medida que el aire se adelgaza las emblemáticas cimas del Oberland bernés se perfilan cada vez más cerca y más imponentes. Mejor no pensar que hay un tren de perfecta ingeniería suiza que va directo a la meta de 2000 m de altura.
La carrera es en septiembre; los corredores deben completar el recorrido antes de las 6½ h límite.
10. Maratón de hielo antártico (Antártida)
Esta carrera es dura para las piernas y para la cartera: cuesta 10 500 € por participante. Pero es el precio a pagar por el privilegio de ser una de las 40 almas a las que se les permite inscribirse. Las condiciones son implacables: la ruta de nieve resbaladiza está preparada y examinada en busca de grietas, pero es agotadora. Además están la altitud de 1000 m, las temperaturas bajo cero y los vientos catabáticos. Pero correr en una tierra silenciosa donde la naturaleza es tan primigenia es de verdad impresionante.
El maratón se celebra entre noviembre y diciembre; el precio de admisión incluye vuelos desde Punta Arenas (Chile), alojamiento y comidas.
11. Maratón de Lewa (Kenia)
Nada motiva más para ponerse en movimiento que un rinoceronte en dirección a uno a través de la hierba alta. Kenia, famosa por sus atletas de larga distancia y sus safaris, combina ambas cosas en el anual Safaricom Lewa Marathon, una incomparable epopeya a elevada altitud, por senderos de tierra, colinas onduladas y abundante fauna. El Lewa Conservancy, una extensión de bosque de acacias y amplia sabana, alberga más de 100 rinocerontes, además de elefantes, cebras, jirafas y búfalos. Por fortuna, el día de la carrera es vigilado por guardabosques armados y helicópteros para mantener a las fieras a raya.
Se celebra a finales de junio, cuando las temperaturas del mediodía alcanzan los 30°C; hay estaciones de agua cada 2,5 km.
12. Big Sur Marathon (California, EEUU)
Ni las densas nieblas del Pacífico, ni las tormentas del océano, ni las piedras de granizo, ni los corrimientos de tierra o las rupturas tectónicas... nada disuade a los 4500 corredores a hacer frente al Big Sur Marathon: quizás porque es absolutamente fantástico. De hecho, los 36 km desde Big Sur Village hasta Carmel podrían ser sacudidos en cualquier momento por la falla de San Andrés y expuestos a los caprichos climáticos de la costa californiana pero también siguen la Highway 1, la primera “carretera panorámica” de EEUU y una de las más espectaculares del mundo. Lo mejor viene después, cuando el camino permite ver secuoyas gigantes, acantilados batidos por las olas y puentes escarpados.
Se celebra en abril y pueden participar hasta 3500 personas.