La oportunidad de ver un superdepredador en plena naturaleza motiva a muchos viajeros amantes de la fauna salvaje. En el norte de Argentina, los visitantes pueden regocijarse del éxito de un programa de renaturalización mediante exploraciones en barca, canoa y caballo por los vastos esteros de Iberá, en busca del creciente número de jaguares salvajes que han regresado a su hábitat, décadas después de desaparecer.
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✩ Lo mejor para ver grandes felinos y vivir aventuras
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Aventuras de vida salvaje en un lugar único
Para los amantes de la naturaleza, ver un gran felino en estado salvaje es una experiencia épica. La tarea requiere tiempo, paciencia, persistencia y mucha suerte, pero la recompensa es una emoción muy gratificante. Gracias a los esfuerzos de conservación locales, las posibilidades de ver un jaguar en los esteros de Iberá, al norte de Argentina, ahora son mayores que nunca.
Las lanchas de poco calado avanzan lenta y pausadamente por las tranquilas y oscuras aguas que entrecruzan los humedales, un paisaje pantanoso, cenagoso y extraordinariamente llano –cuyo nombre en guaraní significa "agua brillante"– que se extiende miles de kilómetros cuadrados. Mientras la barca se desliza por el agua, todos los ojos están fijos en la orilla, en busca del menor movimiento.

Jaguar (Panthera onca) en Esteros del Iberá. ©imageBROKER.com/Shutterstock
Las excursiones a caballo por tierra, cruzando afluentes poco profundos, permiten atisbar con mayor cercanía cualquier fugaz movimiento o, quizá, un destello de piel moteada. Las excursiones en canoa tirada por caballos que recorren vías navegables suficientemente anchas ofrecen una visión a vista de jaguar entre la densa vegetación baja que se extiende en todas direcciones. Por el camino, serán frecuentes los avistamientos de las presas preferidas del jaguar.
Los imponentes y asustadizos venados de las pampas pacen con recelo en las praderas, levantando la cabeza ante los visitantes. Los grupos familiares de capibaras (los mayores roedores del mundo) se congregan en torno al agua, donde no parecen dejar de comer. Los zorros corretean a toda velocidad, animados por una embriagadora mezcla de curiosidad y precaución. Las aves también se acercan a este paisaje pantanoso, como las avefrías tero y los ñandús, muy parecidos a los avestruces.

Capibara al atardecer, humedales del Iberá. ©Lucas Matias De Zan/Shutterstock
La paciencia compensa a los grandes felinos y sus fans
Hace más de 70 años, la pérdida de hábitat, la caza y la disminución de presas contribuyeron a la desaparición del jaguar de estos parajes. Sin embargo, tras un cuarto de siglo de preservación sistemática e intensa y varios esfuerzos de reintroducción, los conservacionistas de Rewilding Argentina –una filial de Tompkins Conservation– estimó que, en el 2024, la población de jaguares salvajes en Iberá era de 25 ejemplares.
Aunque jamás se garantiza el avistamiento de fauna, se espera que los jaguares se desarrollen y multipliquen naturalmente, de manera que sus avistamientos sean más probables cada año.
La mejor forma de acceder al remoto ecosistema de humedales de la Reserva Provincial de Iberá, la mayor área protegida de Argentina, es tomar un vuelo desde Buenos Aires a la ciudad de Corrientes, donde se puede alquilar un vehículo y recorrer el trayecto de 6 h (362 km) hasta la pequeña población de Colonia Carlos Pellegrini.
La ruta hasta los humedales desde Corrientes empieza con una carretera asfaltada que pronto da paso a una pista de tierra roja y grava. Conviene tener a mano los prismáticos durante el trayecto para ver cigüeñas, martines pescadores, pájaros carpinteros y las peculiares espátulas rosadas.

Humedales en la Reserva Natural Esteros del Iberá. ©Aleksandra Kossowska/Shutterstock
Momento memorable
Sentir la emoción de compartir el entorno con los jaguares salvajes, y la satisfacción de saber que estos grandes depredadores están recuperando su lugar legítimo en el paisaje. Y aunque no se consiga ver un ejemplar, las posibilidades de ser observado por uno son muy elevadas.