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La asombrosa ubicación del monasterio de Sumela, en la cara de un acantilado, combina a la perfección con el paisaje que lo rodea. La serpenteante carretera que sube a este convento bizantino pasa por restaurantes de pescado junto al río y, si se va desde Trebisonda (Trabzon), el camino puede verse cortado por rebaños de ovejas de cola ancha. En los últimos kilómetros ya empieza a entreverse el otro lado de las paredes color miel de los valles de Sumela mientras se avanza a pie por un sendero forestal.