El paisaje en forma de panal de Capadocia parece haber sido esculpido por un enjambre de abejas. La realidad (los efectos de la erosión sobre las rocas formadas por cenizas de erupciones volcánicas megalíticas) es algo menos romántica. Los humanos también han dejado su huella en los frescos bizantinos de las iglesias excavadas en la piedra y en las laberínticas ciudades subterráneas. Hoy Capadocia es un destino hedonista: buen vino, especialidades gastronómicas y alojamiento de cinco estrellas, equitación, excursiones por los valles y paseos en globo.