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La escena es de película: bajo una enorme montaña de piedra caliza, un barquero rema sobre una embarcación desvencijada, atravesando la escarpada entrada de una cueva fluvial hacia el corazón de las tinieblas. Se trata de una cueva en la remota provincia de Khammuan, cuyo techo, lleno de estalactitas, es alto como el de una catedral. Recorrer los 7,5 km de este extraordinario inframundo es una experiencia imponente.