Laos finalmente ha minado la influencia marxista, se ha teñido de colores naturales y ha abierto los brazos al resto del mundo. Este es un país que rezuma autenticidad: arrozales esplendorosos, formaciones kársticas, monjes con túnicas de color azafrán, mansiones indochinas y una rica población étnica. En cuanto a alojamiento económico y aventura organizada, Laos ofrece innumerables opciones: senderismo en selvas perdidas, paseos en elefante, vertiginosas tirolinas, travesías en barca por ríos subterráneos o estancias en casas de diversos grupos étnicos. Cuando el cuerpo pida un respiro, siempre quedará la mítica Luang Prabang, con su elegancia indochina, módicos spas y una gastronomía increíblemente variada.
Dentro de poco, un tren de alta velocidad (en construcción) conectará Beijing y Kunming con Vientián y Luang Prabang, respectivamente, quién sabe si para cambiar el país para siempre, así que ahora es el momento de visitarlo.