Bienvenidos a Guatemala

Misterioso y desafiante, el país más diverso de Centroamérica ofrece paisajes y experiencias que llevan siglos cautivando a los viajeros.

Esplendor colonial

Es innegable que los conquistadores españoles dejaron un impresionante legado arquitectónico en Latinoamérica. Desde las decrépitas ruinas de Antigua a la señorial catedral de Ciudad de Guatemala, hay un sinfín de oportunidades para tomar instantáneas. Incluso las poblaciones más pequeñas alardean de edificios pintorescos; p. ej., la aldea pesquera de Retalhuleu posee una coqueta plaza central, mientras que centros cafeteros, como Cobán o Quetzaltenango, conservan vestigios de su esplendor en sus catedrales, cabildos y otros edificios públicos.

Los intemporales mayas

Quienes se pregunten qué fue de los mayas han de saber que aún están aquí y algunas de sus tradiciones siguen vigentes. Los aficionados a la arqueología sentirán especial interés por los yacimientos de Tikal, Copán (Honduras) y la fenomenal selección de museos de Ciudad de Guatemala. Se puede contemplar la cultura maya en estado puro en poblaciones como Rabinal o en lugares sagrados como la laguna de Chicabal. Hay mayas por doquier, pero los pueblos más tradicionales se hallan en las tierras altas; el Triángulo Ixil es un buen punto de inicio.

Grandes dosis de aventura

Los adictos a la adrenalina se encontrarán con una agenda muy apretada en cuanto lleguen al país. El senderismo por la jungla y volcanes, el rafting en aguas bravas, los kilómetros de cuevas y lo que parece una infinita tirolina tendida entre cada dos árboles, son solo el principio. Si se buscan emociones aún más fuertes se podrá sobrevolar en parapente el cráter del lago de Atitlán o bucear bajo sus aguas, incluso cabalgar sobre las olas de la costa del Pacífico. O quizá el viajero podría tumbarse en una hamaca y sopesar con calma las opciones que se le presentan.

Maravillas naturales

Con apenas un 2% de su territorio urbanizado, no sorprende que Guatemala reúna numerosos paisajes naturales de ensueño. Los escasos parques nacionales son impresionantes, en especial los de El Petén, y el exuberante cañón del río Dulce invita a gozar de inolvidables paseos fluviales. La belleza del lago de Atitlán, orlado de volcanes, lleva siglos cautivando a los viajeros, mientras que las Verapaces están horadadas por más cuevas de las que se podrían explorar en toda una vida, y la poza reproducida en mil postales, Semuc Champey, es algo que hay que ver para creer.

Por qué me gusta Guatemala

Lucas Vidgen, autor

Tras haber vivido aquí más de 10 años, compruebo que mi amor por Guatemala ha evolucionado. Al principio era solo visual: los horizontes tachonados de volcanes, los bosques exuberantes y las calles empedradas. Y después los contrastes culturales: mayas con vestimentas tradicionales que portan iPhones, vaqueros de pistola al cinto con botas y sombreros… Pero lo que de verdad acabé apreciando fue el espíritu de los guatemaltecos: que las calamidades pasan –guerras, terremotos, inundaciones y huracanes– pero las cosas sencillas perduran. Una comida en familia, bromear con los amigos…, por muy disparatado que sea lo demás, lo realmente importante es esto.

 

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