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“Chichi” es una ventana abierta a la tradición indígena, un antiguo cruce de caminos para los habitantes de la zona, que hablan maya quiché, y un lugar cargado de espiritualidad. En la iglesia de Santo Tomás, en el centro del pueblo, y en el cerro de Pascual Abaj, al sur, los rituales mayas se sincretizan con la iconografía cristiana. El mercado que se instala dos veces por semana ofrece recuerdos de extraordinaria calidad, sobre todo textiles y máscaras de madera.