Con su espectacular belleza natural, Hawái es un imán para las familias. Los niños pueden jugar en playas de arena, bucear entre coloridos peces e incluso ver ríos de lava. Y después se los puede llevar a museos, acuarios y sitios de interés histórico.
Aparte de la protección solar, en Hawái no hay que tener muchas precauciones con los niños. En la costa, las temperaturas rara vez bajan de 18°C y las distancias en coche son relativamente cortas. Basta con no intentar ver ni hacer muchas cosas, sobre todo si es el primer viaje a Hawái: ¡es mejor tomárselo con calma!
Hawái es un lugar tranquilo y pensado para familias, por lo que los niños son bien recibidos en casi todos los restaurantes, salvo en algunos de lujo. En la mayoría hay menús infantiles, elevadores y tronas (pero si hacen falta en todas las comidas, es mejor llevar un asiento plegable).
Si no se puede ir de restaurantes, no hay problema. Comer fuera, en un parque de playa, es uno de los mayores placeres y más sencillos de las islas. Se puede preparar algo para un picnic, comprar fruta en los mercados de productores, pedir un licuado en un puesto de la carretera o elegir un plate lunch para llevar. Las tiendas de alimentación tienen los productos habituales de EE UU, pero la dieta local, con su diversidad gastronómica, su fruta de mil colores y una infinidad de golosinas, tal vez anime a los niños a probar cosas nuevas.
El luau comercial puede parecerles un espectáculo cursi a los adultos, pero a muchos niños les encantan los llamativos bailes y los trucos con fuego. Suele haber descuento en las entradas para los más pequeños (y, a veces, entrada gratis si van con un adulto que pague).
Si los padres necesitan una noche para ellos solos, lo más fácil y fiable es preguntar por una canguro en la recepción del hotel o contactar con Nannies Hawaii (808-754-4931; http://nannieshawaii.com/)