Mientras se esté al corriente con las vacunas y se adopten las medidas preventivas elementales, es improbable verse afectado por la mayoría de las enfermedades. Aunque en Tanzania se pueden contraer muchas enfermedades tropicales, los viajeros no suelen verse afectados y sus problemas de salud se limitan a diarreas y resfriados. La excepción más notable es la malaria, que entraña verdadero peligro en casi todo el país. La otra gran amenaza son los accidentes de tráfico. No se debe viajar de noche y, antes que en dalla-dallas (microbuses), es preferible desplazarse en autobús o transporte privado para reducir los riesgos.
Es importante averiguar si el seguro que se ha suscrito paga directamente a los proveedores o reembolsa posteriormente los gastos sanitarios realizados en el extranjero. Casi todos los médicos de Tanzania esperan cobrar en efectivo.
Conviene asegurarse de que, en caso de urgencia, el seguro de viaje cubre el traslado al menos hasta Nairobi (Kenia) o (preferiblemente) hasta el país de origen, en compañía de un asistente sanitario si fuera necesario. Merece la pena afiliarse temporalmente al programa Flying Doctors de la African Medical & Research (www.flydoc.org) o a First Air Responder (www.knightsupport.com/first-air-responder/).
Para tratar dolencias menores o heridas hay que llevar un botiquín que incluya lo siguiente:
Información general:
Fit for Travel (www.fitfortravel.nhs.uk)
International Travel and Health (www.who.int/ith) Publicación gratuita en línea de la Organización Mundial de la Salud
Lonely Planet (www.lonelyplanet.es)
Webs oficiales sobre viajes y salud:
España (http://www.maec.es)
EE UU (www.cdc.gov/travel)
En Dar es Salaam se consigue buena asistencia médica y la que se dispensa en Arusha y algunas misiones puede considerarse entre aceptable y buena. Por lo demás, habrá que acudir a Nairobi (Kenia), principal destino de las evacuaciones sanitarias desde Tanzania, o regresar al país de origen. Puestos a elegir, es mejor tratarse en una clínica privada o gestionada por misioneros, pues suelen estar mejor equipadas que los centros públicos. Si se enferma en una zona desconocida, lo mejor es preguntar en el hotel o a los extranjeros residentes por las mejores instalaciones médicas cercanas; en caso de emergencia se aconseja contactar con la embajada. Las ciudades grandes disponen al menos de un centro médico donde realizan análisis de malaria por un módico precio y, si fuera necesario, administran el tratamiento adecuado.
Las farmacias de las ciudades grandes suelen estar surtidas de los medicamentos más comunes y normalmente no piden receta; hay que comprobar la fecha de caducidad. Los antimaláricos son relativamente fáciles de encontrar en las grandes ciudades, aunque es recomendable llevarlos, así como medicamentos para enfermedades crónicas. Algunos fármacos que se venden en Tanzania podrían resultar ineficaces por haber sido falsificados (sobre todo antimaláricos y antibióticos) o por un mal almacenamiento. Tampoco se puede contar con la disponibilidad ni la eficacia de los preservativos.
Existe un riesgo muy elevado de infectarse con el VIH por transfusiones de sangre contaminada. La BloodCare Foundation (www.bloodcare.org.uk) proporciona sangre segura que puede transportarse a cualquier parte del mundo en menos de 24 h.
He aquí algunas enfermedades que se pueden contraer en Tanzania, aunque adoptando las medidas preventivas elementales es improbable.
El cólera solo constituye un problema cuando hay desastres naturales o artificiales, como guerras, inundaciones o terremotos, aunque puede manifestarse con menos virulencia en otras circunstancias. La incidencia entre los viajeros es escasa. El agente causante es una bacteria que se transmite por agua potable contaminada. El síntoma más evidente es una diarrea acuosa y continua que provoca un debilitamiento general si los líquidos no se reponen con rapidez. En EE UU existe una vacuna oral, pero no muy efectiva. La mayoría de los casos de cólera se podrían prevenir asegurándose de la calidad del agua potable y no comiendo ningún alimento susceptible de estar contaminado. El tratamiento se basa en la reposición de líquidos (por vía oral o goteo), pero a veces se precisan antibióticos. No automedicarse.
En Tanzania se registran con cierta regularidad brotes epidémicos de esta enfermedad transmitida por mosquitos, principalmente en Dar es Salaam. Los síntomas incluyen fiebre alta, cefalea y dolor muscular (el dengue era conocido como “fiebre rompehuesos”). Algunas personas experimentan sarpullidos y diarrea. No hay más vacuna que la prevención. El mosquito Aedes aegypti, transmisor del dengue, se muestra activo de día y de noche, así que hay que utilizar repelente de mosquitos que contenga DEET con periodicidad y, llegado el caso, acudir a un médico para que diagnostique (las pruebas del dengue pueden efectuarse en Dar es Salaam). No existe un tratamiento específico: solo descanso y paracetamol; no debe tomarse aspirina porque aumenta la probabilidad de hemorragias. El dengue severo es una complicación potencialmente mortal.
La difteria se transmite por contacto respiratorio directo y suele provocar fiebre y un fuerte dolor de garganta. A veces se forma una membrana alrededor de la garganta y es necesario practicar una traqueotomía para evitar la asfixia. La vacuna es recomendable para quienes pueden entrar en contacto directo con la población de zonas infectadas, pero es más importante para estancias largas que para viajes cortos; puede inyectarse sola o combinada con la del tétanos y su efectividad dura 10 años. No automedicarse.
La filariasis la causan unos diminutos gusanos que penetran en el sistema linfático y se propaga a través de la picadura de un mosquito infectado. Los síntomas incluyen picor intenso en zonas localizadas e hinchazón de las piernas y/o genitales. Existe tratamiento. No automedicarse.
La hepatitis A se transmite por comida (especialmente marisco) y agua contaminados; provoca ictericia y, aunque casi nunca es mortal, puede causar letargo prolongado con recuperación lenta; no deja secuelas y el único precepto que debe observar el enfermo es no beber alcohol durante los seis meses siguientes. Los primeros síntomas son orina oscura y un color amarillento en el blanco de los ojos. A veces se presenta fiebre y dolor abdominal. La vacuna contra la hepatitis A es inyectable; una única dosis protege durante un año y un refuerzo pasado este período prolonga su eficacia durante 10 años. Las vacunas contra la hepatitis A y la fiebre tifoidea pueden administrarse como monodosis. No automedicarse.
La hepatitis B se contagia por contacto sexual, sangre infectada y agujas contaminadas y también se transmite de una madre infectada a su hijo en el parto; afecta al hígado, causando ictericia y a veces insuficiencia hepática. La mayoría de las personas se recuperan, pero algunas pueden ser portadoras del virus de por vida, lo que puede derivar en cirrosis o cáncer hepático. Quienes vayan a permanecer en zonas de riesgo períodos prolongados o se hallen expuestos a un riesgo social o profesional deberían inmunizarse. Muchos países incluyen la vacuna contra la hepatitis B en el calendario de vacunas infantiles; se puede administrar individualmente o combinada con la de la hepatitis A, en cuatro semanas o en seis meses. Una aplicación garantiza inmunidad durante al menos cinco años. Autotratamiento: ninguno.
El virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), causante del sida, representa un problema de primer orden en Tanzania, con una tasa media de infección del 4,7% y muy superior en algunas zonas. Se propaga a través de sangre y productos sanguíneos contaminados, por contacto sexual con un infectado y por una madre infectada a su hijo durante el parto y la lactancia; puede transmitirse por el contacto de la sangre de dos personas, p. ej., con instrumental contaminado empleado por médicos, dentistas, acupuntores, en la colocación de piercings o por compartir agujas intravenosas. Por ahora no tiene cura; existen medicamentos que pueden controlar la enfermedad, pero son caros o inaccesibles para muchos tanzanos. Si el viajero sospecha que se ha infectado con el VIH, deberá someterse a un análisis de sangre tres meses después de la posible infección, ya que los anticuerpos no se manifiestan hasta pasado este período. Autotratamiento: ninguno.
La malaria es endémica en casi toda Tanzania y supone un enorme problema de salud pública (excepto en altitudes superiores a 2000 m,donde el riesgo es bajo, y en la isla de Zanzíbar, donde ha sido erradicada). La tasa de infección es más elevada en la estación lluviosa, pero el riesgo persiste todo el año y es vital adoptar medidas preventivas, incluso si la estancia en el país es corta.
El causante de la malaria es un parásito que penetra en el torrente sanguíneo por la picadura del mosquito anofeles hembra. Existen varios tipos de malaria, la más peligrosa y la predominante en Tanzania es la infección por Plasmodium falciparum. A diferencia de otras enfermedades que suelen afectar a los viajeros, contra la malaria no existe ninguna vacuna. Aun así, se emplean varios fármacos para tratarla y continúan las investigaciones para obtener nuevos productos. Antes de partir es imprescindible consultar a un especialista, pues las condiciones particulares de cada persona determinarán qué fármaco resulta más adecuado. Por otro lado, el parásito de la malaria ha desarrollado resistencia ante ciertos fármacos, de modo que lo que se recomendaba hace unos años podría ahora carecer de utilidad.
Las primeras fases de la malaria incluyen dolor de cabeza, fiebre, dolor muscular generalizado y malestar, un cuadro que podría confundirse con el de la gripe. Otros síntomas pueden ser dolor abdominal, diarrea y tos. Cualquiera a quien le suba la fiebre durante su estancia en Tanzania, o en las dos semanas posteriores a su regreso, debe considerar la posibilidad de haber contraído la enfermedad hasta que un análisis de sangre pruebe lo contrario, incluso si ha estado tomando medicación preventiva. De no tratarse la enfermedad, la fase siguiente puede presentarse en 24 h, sobre todo si el parásito es el falciparum. Los síntomas son ictericia, pérdida de conciencia, coma (también conocido como malaria cerebral) y la muerte. La hospitalización es imprescindible; el índice de mortalidad continúa siendo del 10%, incluso en las mejores unidades de cuidados intensivos.
Muchos viajeros creen que la malaria es una enfermedad leve de tratamiento sencillo y eficaz y que los efectos secundarios de los antimaláricos provocan más molestias que la propia enfermedad. Pero no es así. Los efectos secundarios dependen del fármaco que se tome. La doxiciclina puede provocar acidez de estómago e indigestión; la mefloquina, crisis de ansiedad, insomnio y pesadillas y, excepcionalmente, graves trastornos psiquiátricos; la cloroquina puede originar náuseas y caída del cabello; y el proguanil, úlceras bucales. Estos efectos no son generalizados y se pueden atenuar tomando la medicación correctamente, por ejemplo con las comidas. Por otro lado, ciertos antimaláricos no son adecuados para personas con condiciones particulares; para los epilépticos está contraindicada la mefloquina y las embarazadas y menores de 12 años no deben tomar doxiciclina.
Si se opta por no tomar antimaláricos, hay que ser consciente de los riesgos que implica y extremar las precauciones para evitar las picaduras de mosquito, usando mosquiteros y repelente de insectos y acudiendo al médico al menor síntoma de fiebre o gripe. Las embarazadas pueden sufrir abortos o partos prematuros y los riesgos para la madre y el feto son considerables, así que deben sopesar la conveniencia de viajar a Tanzania durante la gestación.
Si se prevé viajar a zonas alejadas de las ciudades principales, debe llevarse tratamiento de emergencia. Antes del viaje hay que preguntar al médico qué fármacos se deben llevar y qué dosis corresponde en cada caso. Estos fármacos nunca se considerarán automedicación rutinaria y solo se tomarán si no se puede acceder a un centro médico y se conocen bien los síntomas y la posología. Si se recurre a automedicación de emergencia, conviene recabar asesoramiento médico lo antes posible para confirmar su efectividad. En particular, debe evitarse al máximo contraer malaria cerebral, que puede causar la muerte en 24 h. En los países occidentales es fácil adquirir kits de autodiagnóstico, que pueden determinar si se ha contraído la enfermedad con un simple pinchazo en el dedo.
La infección por meningococos se transmite por el contacto respiratorio directo y suele propagarse con facilidad en lugares muy concurridos, como dormitorios compartidos, autobuses y discotecas. Aunque en Tanzania existe esta enfermedad, su incidencia entre los viajeros es baja. Se recomienda la vacunación para estancias largas, en especial si se viaja a finales de la estación seca. Los síntomas son fiebre, dolor de cabeza intenso, rigidez del cuello y erupción rojiza y requiere tratamiento médico de urgencia.
Todas aquellas personas que viajen al África subsahariana deberían ponerse la vacuna ACWY. Esta es distinta de la de la meningitis meningocócica C, que en algunos países se administra a niños y adolescentes; lo más seguro es administrar las dos vacunas. Autotratamiento: ninguno.
Esta enfermedad la causan las larvas de un gusano, que se transmiten por la picadura de una mosca pequeña. Los primeros síntomas son picor intenso, dolor y enrojecimiento de los ojos. Las posibilidades de contraerla son mínimas. Se puede curar en un centro especializado. Autotratamiento: ninguno.
Esta enfermedad suele transmitirse por la ingestión de alimentos y agua contaminados. Es una de las vacunas que se administran durante la infancia y los refuerzos deben darse cada 10 años por vía oral (una gota en la lengua) o inyectados. La polio puede cursar de manera asintomática y provocar fiebre transitoria y, excepcionalmente, debilidad o parálisis de uno o varios músculos. Autotratamiento: ninguno.
La rabia se transmite por la mordedura o el lametazo de un animal infectado en una zona de la piel que presente cortes. En cuanto empiezan los síntomas (incluso varios meses después de la infección) resulta mortal, así que la vacuna posterior a la exposición debe administrarse lo antes posible. La vacunación posterior a la mordedura (se esté ya vacunado o no) impide que el virus se propague por el sistema nervioso central. Se recomienda vacunarse si se pretende viajar por zonas alejadas (p. ej., lugares donde no se pueda conseguir una vacuna posterior a la exposición antes de 24 h) y deben administrarse tres inyecciones preventivas en un mes. Si no se está vacunado, se necesita un tratamiento de cinco inyecciones que debe iniciarse pasadas 24 h del accidente o lo antes posible. Si ya se está vacunado, se precisan menos inyecciones y la atención médica no es tan urgente. Autotratamiento: ninguno.
Esta enfermedad, que entraña peligro en toda Tanzania, la transmiten unas lombrices (parásitos intestinales) que infectan a ciertas especies de caracoles de agua dulce, que posteriormente liberan estos parásitos en cursos de aguas tranquilas o estancadas. Los parásitos penetran en la piel humana cuando se está nadando y migran a la vejiga o los intestinos. Se expulsan del cuerpo con las heces o la orina y podrían contaminar algún curso de agua dulce, donde el ciclo vuelve a empezar. Hay que evitar nadar en los lagos de agua dulce que pudieran estar contaminados (incluido el Victoria) o en ríos de curso lento. La enfermedad puede ser asintomática o presentar síntomas como fiebre transitoria y erupciones y, en fases avanzadas, sangre en heces u orina. Los anticuerpos se detectan con un análisis de sangre y el tratamiento no presenta dificultades. Si no se trata, puede provocar insuficiencia renal y daños irreversibles en los intestinos. Las personas infectadas no pueden contagiarla. Autotratamiento: ninguno.
Esta enfermedad transmitida por la picadura de la mosca tse-tsé causa cefalea, fiebre y, finalmente, coma. Si se presentan tales síntomas y la prueba de la malaria da negativa, habrá que someterse a evaluación en un centro médico fiable de Dar es Salaam, donde se podrá conseguir tratamiento, que para la tripanosomiasis resulta efectivo. Autotratamiento: ninguno.
La tuberculosis se transmite por contacto respiratorio directo y en ocasiones por el consumo de leche o lácteos contaminados. Las personas que vayan a estar en contacto con la población local, sobre todo en estancias largas, deben ponerse la vacuna BCG, aunque no proporciona protección completa. La tuberculosis no siempre presenta síntomas, así que solo se podrá detectar con una radiografía de tórax. También puede provocar tos, pérdida de peso y fiebre, a veces meses e incluso años después de la exposición. Autotratamiento: ninguno.
Se transmite por alimentos o agua contaminados con heces humanas infectadas. El primer síntoma suele ser fiebre o una erupción rosácea en el abdomen. A veces el enfermo puede sufrir septicemia (envenenamiento de la sangre). La vacuna contra el tifus (Typhim Vi, Typherix) protege durante tres años. Algunos países disponen también de la vacuna oral Vivotif. La enfermedad se trata generalmente con antibióticos y no suele ser mortal, salvo en caso de septicemia. Autotratamiento: ninguno.
Tanzania (incluido el archipiélago de Zanzíbar) solo exige certificado de vacunación contra la fiebre amarilla si se llega desde una zona infectada, como Kenia, pero es obligatorio en países vecinos como Burundi y Uganda. La enfermedad se transmite por mosquitos infectados y su cuadro sintomático puede variar desde un malestar parecido al de la gripe a una hepatitis severa (inflamación del hígado) e ictericia, con riesgo de muerte. La vacuna debe administrarse en un centro médico especializado y es válida de por vida; al tratarse de una vacuna viva, no debe administrarse a personas inmunodeficientes o embarazadas. Autotratamiento: ninguno.
Es probable que el viajero sufra diarrea durante su estancia en Tanzania. Es el problema sanitario más común y a veces puede deberse a una modificación de la dieta. Algunas precauciones son no beber agua del grifo, no comer frutas y verduras a menos que estén cocinadas o peladas y tener cuidado con los productos lácteos que pudieran contener leche no pasteurizada. Los platos y utensilios pueden estar sucios, así que hay que seleccionar la comida de los puestos callejeros (asegurándose de que los alimentos cocinados no se han enfriado en ningún momento). Si se presenta diarrea, hay que beber muchos líquidos, preferiblemente una solución rehidratante oral. Unas cuantas deposiciones sueltas no requieren tratamiento, pero si superan las cuatro o cinco al día, conviene empezar a tomar un antibiótico (por lo general con quinolonas, como ciprofloxacino o norfloxacino) y un antidiarreico (como loperamida) en caso de que no se tenga acceso a un baño. Si la diarrea es sanguinolenta, dura más de 72 h o va acompañada de fiebre, escalofríos violentos y dolor abdominal intenso, será preciso recibir asistencia médica.
Contraída por ingerir comida y agua contaminadas, la disentería amebiana provoca sangre y mucosidad en las heces; es una enfermedad relativamente leve y suele manifestarse gradualmente, pero requiere atención médica porque no remite a menos que se trate con un antibiótico específico.
Esta enfermedad se transmite por ingerir comida o agua contaminadas y suele manifestarse pasada una semana o más de la exposición al parásito que la provoca. La giardiasis puede causar un simple episodio de diarrea, o diarrea persistente. Hay que buscar ayuda médica. Si se está en una zona remota, se debe iniciar un tratamiento con antibióticos, con seguimiento médico en cuanto sea posible.
El reducido nivel de oxígeno en altitudes por encima de los 2500 m afecta a la mayoría de la gente. Los efectos pueden ser leves o agudos y se producen porque a gran altitud la cantidad de oxígeno que llega a los músculos y al cerebro disminuye, lo cual hace que el corazón y los pulmones tengan que trabajar más. Los síntomas del mal de altura agudo suelen aparecer en las primeras 24 h a gran altitud, pero pueden retrasarse hasta tres semanas. Los síntomas leves consisten en cefalea, aletargamiento, dificultad para dormir y pérdida de apetito. El mal de altura puede complicarse sin señales previas y ocasionar la muerte; supone un riesgo considerable, con independencia de la forma física, para cualquiera que suba al Kilimanjaro o al Meru demasiado rápido. Los síntomas severos incluyen jadeos, tos seca e irritativa (que puede derivar en esputos rosados espumosos), dolor de cabeza intenso, falta de coordinación y equilibrio, estado de confusión, comportamiento irracional, vómitos, somnolencia y pérdida de conciencia. Los síntomas leves son dolor de cabeza, somnolencia, mareo, insomnio y pérdida del apetito. No existe un criterio unánime sobre lo que se entiende por demasiada altitud; el mal de altura ha resultado mortal a 3000 m, aunque la franja normal son 3500-4500 m.
Para tratar un mal de altura leve basta con permanecer uno o dos días a la misma altitud hasta recuperarse. Se puede tomar paracetamol o aspirina para el dolor de cabeza. Si los síntomas persisten o se agravan, es imprescindible descender; puede bastar con 500 m. Nunca se debe tomar medicación para evitar el descenso o continuar la ascensión.
Algunos médicos prescriben acetazolamida y dexametasona para prevenir el mal de altura, pero su uso provoca cierta controversia. Al aliviar los síntomas, estos componentes también pueden enmascarar complicaciones y causar deshidratación severa. Algunas personas que habían tomado estos fármacos murieron tras sufrir un mal de altura agudo. En general, no son aconsejables.
Estas son algunas recomendaciones para evitar el mal de altura:
Esta afección se produce tras una sudoración intensa y una pérdida excesiva de líquidos sin la adecuada reposición de líquidos y sal y entraña riesgo sobre todo en climas cálidos cuando se realiza ejercicio físico sin haberse aclimatado por completo a las altas temperaturas. Los síntomas son dolor de cabeza, mareos y fatiga. El cuerpo ya se está deshidratando cuando se siente sed, así que hay que beber agua suficiente para producir una orina clara y diluida. Autotratamiento: reemplazar líquidos con agua y/o zumo de frutas y enfriar el cuerpo con agua fría y ventiladores. El tratamiento para reponer sales consiste en consumir líquidos salados (p. ej., sopa) y añadir un poco de sal a las comidas.
La insolación precede al golpe de calor, que es mucho más grave. En el caso de la insolación, al dañarse el mecanismo de sudoración se genera un aumento excesivo de la temperatura corporal, con comportamiento irracional e hiperactivo y, en última instancia, pérdida de conciencia y la muerte. Es fundamental conseguir que la temperatura corporal baje rápidamente, y para ello hay que humedecer el cuerpo con agua y ventilarlo. También suele ser necesario reponer líquidos y electrolitos por goteo intravenoso.
Los viajeros que pretendan subir al Kilimanjaro o al Meru necesitarán ropa apropiada para el frío y la humedad. Incluso en zonas no tan altas, como las montañas Usambara o Uluguru y el cráter del Ngorongoro, el clima puede ser húmedo y frío.
Los síntomas de la hipotermia son agotamiento, insensibilidad de la piel (particularmente en los dedos de manos y pies), temblores, habla confusa, comportamiento irracional –p. ej., el enfermo intenta despojarse violentamente de la ropa afirmando que siente calor–, somnolencia, habla balbuceante, mareos y calambres musculares.
Para tratar la hipotermia leve lo primero es alejar al enfermo del viento y/o la lluvia, quitarle la ropa mojada y ponerle ropa de abrigo seca. Después hay que darle líquidos calientes (nunca alcohol) y alimentos calóricos pero de digestión ligera. No hay que friccionar al enfermo, sino dejar que se vaya calentando lentamente. Estas medidas deberían bastar para tratar las primeras fases. El diagnóstico y tratamiento de la hipotermia leve es la única manera de evitar la hipotermia severa, que es un estado crítico.
Las picaduras de mosquitos y otros insectos pueden provocar irritaciones e infecciones. Para evitarlas se deben tomar las mismas precauciones que para la malaria. Las picaduras de abeja o avispa pueden causar problemas reales solo a quienes padezcan alergia severa (anafilaxis), que deben llevar una inyección de adrenalina (epinefrina).
En zonas áridas hay escorpiones, cuya picadura puede resultar dolorosa y, a veces, mortal. En caso de picadura de un escorpión hay que buscar asistencia médica inmediata.
En los albergues y hoteles baratos suele haber chinches, cuyas picaduras producen molestias y un picor intenso. Para eliminarlos basta con rociar el colchón con abundante insecticida tras cambiar las sábanas.
La sarna también es muy frecuente en los alojamientos baratos. Los ácaros que la provocan viven en la piel, especialmente entre los dedos, y causan una erupción que produce un gran picor. Esta comezón puede tratarse fácilmente con una loción de permetrina comprada en la farmacia; los demás miembros de la familia también deberán aplicarse el tratamiento para evitar la propagación, aunque no presenten ningún síntoma.
Lo mejor es evitarlas; no se debe andar descalzo ni introducir la mano en agujeros o grietas. Sin embargo, en el 50% de los casos de mordeduras de serpientes venenosas, el veneno no llega a inocularse. En caso de mordedura hay que mantener la calma y entablillar la extremidad mordida para inmovilizarla y después vendarla con firmeza, como se haría con una torcedura. No se deben poner torniquetes ni practicar incisiones para succionar el veneno. Es necesaria asistencia médica lo antes posible para administrar el antídoto en caso de necesidad. El aspecto de la serpiente ayudará a decidir el tratamiento.