Historia de Serbia

La historia de Serbia se caracteriza por las numerosas invasiones extranjeras, desde que los celtas suplantaran a los ilirios en el s. IV a.C., les siguieran los romanos 100 años después y los eslavos en el s. VI d.C. Hechos históricos que tuvieron lugar hace siglos aún siguen haciendo mella como si hubieran ocurrido la semana pasada.

Llegada de los otomanos

La Serbia medieval vivió su época de esplendor desde la segunda mitad del s. XII, bajo el poder de la dinastía Nemanjić. Fue proclamada la monarquía en 1217, durante el gobierno de Stefan Prvovenčani, cuyo hermano, Sava, se convirtió en el primer arzobispo de la Iglesia ortodoxa serbia independiente. 

La edad de oro corresponde al mandato del emperador Stefan Dušan (1346-1355). Tras su fallecimiento, Serbia empezó a decaer y, en 1389, los otomanos derrotaron a los serbios en la crucial batalla de Kosovo (muy mitificada en la conciencia nacional), que dio inicio a cerca de 500 años de dominio islámico. Las primeras revueltas fueron sofocadas, pero el levantamiento de 1815 llevó a la independencia de Serbia, que se formalizó en 1878 bajo la dinastía de los Obrenović.

Durante las Guerras Balcánicas (1912-1913), los otomanos fueron expulsados de la actual Macedonia del Norte y de Kosovo, y dichos territorios se anexionaron al Reino de Serbia.

Tierra de los eslavos del sur

El 28 de junio de 1914, Austria-Hungría consideró el asesinato del archiduque Francisco Fernando en Sarajevo, a manos del serbobosnio Gavrilo Princip, motivo suficiente para invadir Serbia, lo que provocó la I Guerra Mundial, en la que murió cerca del 60% de la población masculina serbia (o un cuarto del total). En 1918, tras finalizar la contienda, los reinos de Serbia y Montenegro se unieron con los antiguos territorios austrohúngaros de las actuales Croacia, Eslovenia, Bosnia y Herzegovina, además de a la provincia de Voivodina, y formaron el Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos, bajo el dominio de la dinastía serbia Karađorđević. En 1929, el país pasó a llamarse Yugoslavia, que literalmente significa “tierra de los eslavos del sur”.

Un golpe contra las fuerzas del Eje en marzo de 1941 condujo al bombardeo de Belgrado y la ocupación de Serbia por la Alemania nazi. Los chetniks, que apoyaban la monarquía, y los partisanos comunistas lucharon contra los alemanes y el régimen croata pronazi y genocida de la Ustacha, así como entre ellos; hasta que, finalmente, los partisanos de Josip Broz Tito tomaron la delantera. En 1945 formaron gobierno, abolieron la monarquía y  declararon una república federal que incluía tanto a Serbia como sus dos provincias autónomas, Kosovo y Voivodina.

En 1948, Tito rompió las relaciones con el hasta entonces aliado Stalin y, en 1961, fundó el Movimiento de Países No Alineados. Las crecientes desigualdades regionales y el incipiente imperialismo serbio alimentaron las demandas de una mayor autonomía por parte de las repúblicas yugoslavas. La muerte de Tito en 1980 marcó el comienzo del aumento del nacionalismo, que había sido reprimido una temporada, pero que llevaba tiempo ya gestándose. 

Guerras yugoslavas

En 1986, los nacionalistas serbios estaban adoptando la ideología imperialista de una "Gran Serbia" que abarcara a los serbios de todas las repúblicas en un solo Estado. Esta doctrina se la apropió el líder del Partido Comunista serbio, Slobodan Milošević, y posteriormente fue alimentada por las acusaciones de que los serbios estaban siendo oprimidos por albanokosovares, lo que condujo a la abolición de la autonomía de Kosovo en 1990. En consecuencia, Croacia, Eslovenia, y Bosnia y Herzegovina se separaron de la federación, lo que provocó una serie de conflictos armados conocidos comúnmente como las “guerras yugoslavas”.

La Guerra de los Diez Días de Eslovenia, la Guerra de la Independencia de Croacia y la Guerra de Bosnia fueron amargas, sangrientas y muy complejas, pues no solo se libraron entre las fuerzas separatistas, el Ejército Nacional Yugoslavo (en su mayoría serbio) y los paramilitares, sino que también involucró a grupos étnicos de gran fragilidad y creencias religiosas. Debido al papel del régimen de Milošević en el conflicto y su apoyo a la República Serbia de Krajina y la República Srpska de Bosnia, entre 1992 y 1995, Serbia sufrió las sanciones de la ONU, lo que tuvo un impacto devastador en la economía del  país y causó una hiperinflación desenfrenada (la más alta del mundo), la aparición del mercado negro y la emigración masiva de jóvenes con estudios superiores.

En abril de 1992, las repúblicas de Serbia y Montenegro formaron la República Federal de Yugoslava sin proporcionar un nivel satisfactorio de autonomía a Kosovo, dado que la mayoría de su población era de origen albanés. Entonces se formó la guerrilla del Ejército de Liberación de Kosovo (ELK) y, en 1998, estalló la violencia. En marzo de 1999, las negociaciones por la paz llevadas a cabo por EE UU fracasaron cuando Serbia rechazó el Acuerdo de Rambouillet, que exigía la presencia militar internacional en Kosovo, y en respuesta a la resistencia organizada en Kosovo, tomó represalias contra la población albanesa. Los hechos llevaron a EE UU y la OTAN a lanzar una campaña de bombardeos que duró 78 días; cientos de miles de albaneses huyeron a Macedonia y Albania. Finalmente, el 12 de junio de 1999, las fuerzas serbias se retiraron de Kosovo.
El bombardeo causó un gran número de pérdidas civiles (cuya cifra nunca se llegó a confirmar), destruyó la infraestructura industrial y de transporte, y provocó una contaminación ambiental a gran escala.

Amanecer europeo

En las elecciones a la presidencia del 2000, los partidos de la oposición, liderada por Zoran Ðinđić y Vojislav Koštunica, declararon la victoria, pero Milošević reclamó el poder. En consecuencia, partidarios de la oposición de todo el país invadieron Belgrado y asaltaron el Parlamento. Milošević tuvo que reconocer la derrota, y Koštunica se convirtió en el nuevo presidente. Serbia restableció los lazos con Europa y volvió a adherirse a la ONU. En abril del 2001, Milošević fue arrestado y extraditado para ser juzgado por el Tribunal Internacional de crímenes de guerra de La Haya; murió en prisión en marzo del 2006.

En el 2003, la libre unión entre Serbia y Montenegro reemplazó lo que quedaba de Yugoslavia. Al año siguiente, el asesinato a manos de un grupo del crimen organizado del primer ministro reformista Zoran Ðinđić, quien había desempeñado un papel clave para derrocar a Milošević y entregárselo a La Haya, sacudió Serbia. En junio del 2004, el proeuropeo Boris Tadić se convertiría en el nuevo presidente. En mayo del 2006, el 55% de los montenegrinos votaron por la independencia de Serbia y la unión fue abolida. En febrero del 2008, la provincia de Kosovo, controlada por la UE y la OTAN, declaró su independencia; Serbia la considera ilegal y no la ha reconocido.

En las elecciones del 2012, Tadić perdió ante Tomislav Nikolić, exmiembro del Partido Radical Serbio de extrema derecha. En el 2014 y el 2016, fue elegido primer ministro Aleksandar Vučić, antiguo miembro ultranacionalista del mismo partido, quien había dado un cambio radical y se había unido al Partido Progresista Serbio, más liberal, en el 2008. En el 2017, Vučić sucedió a Nikolić como presidente, y la nueva primera ministra pasó a ser Brnabić, la primera mujer y primera jefa de Gobierno abiertamente homosexual de Serbia.

 

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