Bienvenidos a Polonia

Elegantes centros medievales como Cracovia y Gdańsk le disputan a la activa Varsovia el favor urbano del viajero. Fuera de las ciudades, bosques, ríos y lagos incitan a disfrutar del aire libre.

Todo un milenio

Las raíces de Polonia se remontan al primer cambio de milenio, ofreciendo al viajero 1000 años de peripecias, reyes y castillos que explorar. A los interesados en la historia de la II Guerra Mundial no les faltarán alicientes, y son omnipresentes los monumentos y museos dedicados a sus batallas y a la supervivencia nacional. Su rico legado judío es también objeto de un creciente reconocimiento. Aparte de los profundamente emotivos monumentos a las víctimas del Holocausto, se están restaurando sinagogas, y antiguos centros judíos como Łódź o Lublin han creado rutas del patrimonio judío para que los viajeros puedan conocer la historia a su ritmo.

De castillos a cabañas

La antigua capital, Cracovia, es un laboratorio viviente de la arquitectura a lo largo de los siglos. Su corazón gótico casi intacto luce orgulloso ejemplos de estilo renacentista, barroco y art nouveau. Fabulosos castillos medievales y evocadoras ruinas jalonan cimas en todo el país, y las espléndidas fortalezas de ladrillo rojo de los Caballeros Teutones se alzan en el norte, a lo largo del Vístula. Iglesias de madera se ocultan entre los Cárpatos, y las destrezas de los habitantes de las tierras altas quedan patentes en los numerosos skansens (museos etnográficos al aire libre).

Comida reconfortante

Los amantes de la comida casera se encontrarán en Polonia como en casa. La cocina polaca gira en torno a ingredientes autóctonos como el cerdo, el repollo, la remolacha y las cebollas, combinados y preparados con maestría. Especialidades regionales como el pato, la oca y la trucha evitan la monotonía. En clave de dulces cuesta imaginar un destino más sugerente; de hecho, sus tartas de nata, strudels de manzana, tortitas, dumplings rellenos de fruta y el helado (en polaco, lody) puede que tienten a más de uno para que se salte el plato principal y pase directamente al postre.

La Polonia natural

Lejos de las grandes urbes, Polonia destaca por su belleza natural. Buena parte del país lo conforman grandes extensiones de llanuras, si bien la frontera al sur está alineada por una cordillera poco elevada pero encantadora que invita a pasar semanas de espléndida soledad. En el campo pueden encontrarse un sinfín de rutas de senderismo bien señalizadas que siguen el cauce de ríos, atraviesan bosques y salvan puertos de montaña. El noreste propone multitud de lagos y vías fluviales intercomunicados, ideales para practicar kayak.

Por qué me gusta Polonia

por Mark Baker, autor

Visité el país por primera vez como estudiante en la década de 1980 y me conmovió el humor, ingenio y amabilidad de un pueblo que convivía con la adversidad. En muchos viajes posteriores he podido profundizar en su cultura, a menudo fruto de su turbulenta historia, tratando de comprenderla. Hoy me impresiona el brío y la energía de su gente, que ha generado la historia poscomunista de mayor éxito en el centro de Europa. Por si fuera poco, tienen kiełbasa (salchicha autóctona), pierogi y vodka aromatizado con membrillo, ¿qué más se puede pedir?

 

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