Cultura
Estilos de vida en Malta
Los malteses tienen muchas pasiones: el catolicismo, las bandas de música, el deporte, los coches, los fuegos artificiales, la natación, la vela, la comida y la familia; y casi la misma cantidad de influencias culturales procedentes de todos los que han ocupado el país: fenicios, cartagineses, romanos, bizantinos, árabes, normandos, sicilianos, Caballeros de San Juan, franceses y británicos. Sin embargo, la sociedad posee una identidad única y poderosa, y también numerosas contradicciones: anticuada pero progresista, burocrática aunque flexible con las normas, una pequeña isla que ofrece una cálida bienvenida.
La sociedad
Los malteses son agradables y acogedores, aunque a los extranjeros les puede llevar un tiempo sentirse integrados en la sociedad, pese a las muchas nacionalidades que han tenido aquí su hogar a lo largo de milenios. Malta tiene uno de los índices de admisión de refugiados per cápita más altos del mundo, aunque la inmigración del norte de África es objeto de intensos debates; Malta ocupa el puesto 33 de 38 países en el Índice de Políticas de Integración de Inmigrantes del 2015.
La Iglesia católica aún ejerce una fuerte influencia y la vida de los pueblos gira alrededor de las iglesias y la actividad parroquial. En las fiestas religiosas importantes, como la Semana Santa o cualquier festa (celebración del santo patrón de un pueblo, entre junio y septiembre), toman parte personas de todas las edades, desde los jóvenes vestidos con trajes regionales hasta los ancianos más frágiles que acuden en sillas de ruedas a ver pasar las procesiones.
Los valores familiares y las relaciones sociales se tienen en gran estima, rasgo común a los países del sur de Europa. El domingo en particular es el día para reunirse con la familia y los amigos y disfrutar de la mesa en buena compañía. En cierto modo, Malta parece casada con la tradición, pero también abraza lo nuevo; por ejemplo, es un importante centro de juegos en línea. Existen marcadas diferencias de clase, quizá remanentes del dominio británico; la élite suele hablar inglés y asistir a escuelas inglesas. El sur es más maltés y el norte, más cosmopolita, lo mira con cierta superioridad, aunque en una isla tan pequeña, todo el mundo se mezcla.
Los malteses están justificadamente orgullosos de la importancia histórica de su pequeño país y de su determinación, que quedaron bien patentes durante la II Guerra Mundial. La mayoría de la población disfruta debatiendo sobre política. Los malteses se comprometen con lo que creen: la participación electoral es de las más altas del mundo (más del 90%), aunque, curiosamente, los márgenes suelen ser estrechos y en los asuntos principales el país parece dividido en dos. En el 2015, los defensores de la caza ganaron un referéndum por un 50,44% frente a un 49,56%. La afición a tomar partido también se manifiesta en otros aspectos; existe una fuerte rivalidad entre las bandas de música, los equipos de fútbol o las fiestas locales.
La Iglesia
La Iglesia católica romana desempeña un papel primordial en la vida maltesa y las celebraciones más importantes tienen lugar en la iglesia: bautizos, primeras comuniones, bodas y funerales. Un indicador de la fuerza del clero es el hecho de que el divorcio no se legalizara hasta el 2011 (en Italia es legal desde 1974). Según la Constitución maltesa, el catolicismo es la religión oficial y debe enseñarse en las escuelas estatales, aunque se garantiza la libertad de culto.
Aunque la Iglesia católica desempeña un papel fundamental en la vida cotidiana, hay evidencias de que su influencia está decayendo. En torno al 95% de los malteses son católicos, pero la Iglesia calcula que solo un 40% asiste a misa los domingos: un descenso del 20% en 20 años (aunque aún es mayor en Italia, donde la cifra ronda el 20-30%).
Las fiestas religiosas se celebran con comida y bebida, vida social, música, procesiones y fuegos artificiales, y el acontecimiento más importante del calendario es la fiesta anual de la parroquia, que cada pueblo celebra en días diferentes.
La mujer en Malta
Tradicionalmente, en Malta, el papel de las mujeres es quedarse en casa y cuidar de los hijos o de los ancianos, y vivir mantenidas por sus esposos; aún es inusual que una mujer sea económicamente independiente. La brecha laboral entre los sexos es la mayor de la UE: alrededor del 60% de las mujeres están desempleadas. El Gobierno ha tratado de abordar el asunto, introduciendo numerosos incentivos laborales para las mujeres, como ventajas fiscales para las casadas mayores de 40 años que regresen al trabajo y centros gratis para el cuidado de los niños. Los gastos en guarderías parecen bajos en comparación con otros países europeos, pero también lo son los salarios. Existen cursos deportivos para niños gratis, o muy baratos, durante el prolongado verano (las vacaciones escolares van de junio a septiembre), en un intento del Gobierno por atajar el problema de la obesidad infantil: uno de cada cuatro niños malteses es obeso.
Los malteses afirman que los salarios oficiales bajos fomentan una economía paralela de trabajo extra remunerado. Es frecuente tener dos o tres empleos, y muchas mujeres cualificadas trabajan desde casa, como peluqueras o modistas, por ejemplo, otro factor que contribuye al escaso porcentaje oficial de mujeres empleadas.
Curiosamente, la tasa de natalidad es bastante baja, alrededor de 1,4 hijos por mujer en edad fértil, solo un poco por encima de su país vecino, católico y muy poco procreador, Italia.
Música
Los malteses son grandes aficionados a la música. La għana (ah-na; canción tradicional) es la música popular maltesa más genuina y tradicional. Como un tributo a la situación geográfica del país, los versos de la għana son una mezcla de la balada siciliana y el sincopado lamento de la música árabe. Tradicionalmente se consideraba una música propia de campesinos, trabajadores y obreros. En su modalidad más pura, las letras improvisadas cuentan anécdotas de la vida rural y sucesos de la historia de Malta. Siempre es interpretada por hombres con acompañamiento de guitarra.
El St James’ Cavalier Centre for Creativity de La Valeta organiza veladas de għana; también se ofrece en otros locales, sobre todo del centro y sur de la isla. El visitante puede ver actuaciones en las fiestas tradicionales o incluso una improvisada actuación de għana en un bar rural. La Għanafest, a mediados de junio en Floriana, abarca tres días de conciertos en directo.
Etnika es un grupo de música popular tradicional que ha resucitado las formas musicales y los instrumentos malteses. Su estilo musical, con gaitas, trompas y tambores tradicionales, formaba parte de la vida cotidiana de Malta y se usaba en diversas ocasiones sociales, como bodas y funerales. Etnika reinterpreta este patrimonio musical para un público de hoy y a veces logra un sonido único fusionándolo con la għana, el jazz y el flamenco. La música de bandas es una de las tradiciones más populares de las islas. Las bandas desempeñan un papel esencial en las fiestas populares y los actos al aire libre. Cada ciudad y cada pueblo tiene al menos una banda de música, que suelen rivalizar con empeño.
En los meses de primavera y verano existe una gran oferta de música en directo: conciertos en pubs y bares, el Jazz Festival, el Arts Festival, la Music Week, la Isle of MTV (www.isleofmtv.com; fin jun) y el Lost&Found (www.lostandfoundfestival.com; ppios mayo).
Artesanía
Malta es famosa por su artesanía, sobre todo encajes, tejidos artesanales y filigranas en plata. Es probable que los encajes llegaran a las islas con los Caballeros de San Juan en el s. XIV. Tradicionalmente, era cosa de las mujeres de los pueblos. En los pueblos de Gozo aún pueden verse mujeres haciendo encaje.
El arte de la filigrana de plata probablemente se introdujo en las islas en el s. XVII a través de Sicilia, y los orfebres de Malta todavía producen bellas filigranas del modo tradicional, aunque fundamentalmente en grandes cantidades para satisfacer la demanda turística.
Otras artesanías son los tejidos, el punto y el soplado de vidrio; este último ha dado lugar a una pequeña industria especialmente próspera que produce cristalerías que se exportan a todo el mundo. En el Centro de artesanía de Ta’Qali, próximo a Rabat, o su equivalente más modesto de Gozo, el centro de artesanía de Ta’Dbieġi, se puede ver a los artesanos trabajando y comprar recuerdos. Hay mercados (Malta Artisan Markets; www.maltaartisanmarkets.com) en emplazamientos como el Palazzo Parisio, donde se puede encontrar artesanía contemporánea autóctona.
Deportes
Fútbol
Los malteses son forofos del fútbol y siguen con igual fervor los avatares de los equipos nacionales e internacionales, sobre todo británicos e italianos. La temporada de la liga maltesa comprende de octubre a mayo. Los encuentros nacionales e internacionales se disputan en el Ta’Qali National Stadium (2143 6137; www.mfa.com.mt), entre Mosta y Rabat, con capacidad para 20000 personas. La Malta Football Association (www.mfa.com.mt/en/home.htm) y Malta Football (www.maltafootball.com) son buenas fuentes de información.
Waterpolo
Cuando aumenta el calor en verano, el fútbol da paso al waterpolo. Los aficionados que entre julio y septiembre gritaban en las gradas del estadio, ahora chillan alrededor de la piscina. Los partidos son intensos y muy duros, y vale la pena asistir a uno durante la estancia. Los enfrentamientos importantes se celebran en el Tal-Qroqq National Swimming Pool Complex de Triq Maria Teresa Spinelli, en Gżira. Más información en la Aquatic Sports Association (www.asaofmalta.org).
Carreras de caballos
Otro de los deportes espectáculo más populares de Malta son las carreras de caballos. Tienen lugar los domingos y algunos viernes o sábados, de enero a julio, en el Marsa Racecourse (del Marsa Sports Club, cerca de La Valeta). Las carreras son principalmente de trotones y las apuestas generan un gran frenesí. Durante la temporada algunas agencias de viajes ofrecen una excursión de un día a las carreras. Más información en www.maltaracingclub.com. En Malta, país amante del motor, las carreras de coches son muy populares: el Mdina Grand Prix Classic Car Event (www.maltaclassic.com) se celebra todos los años en octubre, con un circuito de 2,2 km fuera de las murallas de la ciudad.