Un poderoso Estado por derecho propio entre los ss. XIV y XVI, Lituania desapareció del mapa en el s. XVIII para reaparecer brevemente en el período de entreguerras y finalmente conseguir la independencia de los soviéticos en 1991. El Museo de la Guerra Vitautas el Grande en Kaunas y el Museo Nacional de Lituania en Vilna cubren toda la historia de Lituania.
Los asentamientos humanos en la cuña de tierra que compone la Lituania actual se remontan, como mínimo, al 9000 a.C. El comercio del ámbar comenzó durante el Neolítico (hace 6000-4500 años), proporcionando a los baltos (antepasados de los modernos lituanos) una fuente natural de riqueza hacia el año 2000 a.C.
Dos milenios después, esta resina de pino fosilizada y las lejanas rutas por todo el planeta que su comercio había creado –muy bien explicado en el Museo del Ámbar de Palanga– hicieron que se mencionara a los recolectores de ámbar aesti de las orillas del Báltico en Germania, un libro romano del 98 d.C. sobre las tribus germánicas. En el año 1009 d.C. se cita Litae (Lituania en latín) por primera vez en fuentes escritas (los Anales de Quedlinburg) como el lugar donde los paganos golpearon en la cabeza al arzobispo Brunonus.
Hacia el s. XII, los pueblos de Lituania se habían dividido en dos grupos tribales: los samogitias (habitantes de las tierras bajas) al oeste y los aukštaitiai (de las tierras altas) al este y sureste. Según diversas fuentes, en esta época se construyó un castillo de madera en la cima de la colina de Gediminas, en Vilna.
El líder aukštaitiai Mindaugas reunió a mediados del s. XIII a las tribus lituanas, creó el Gran Ducado de Lituania y fue coronado rey del mismo en Kernavė en 1253. Se convirtió al catolicismo en un intento por desactivar la amenaza de la Orden Teutónica, los cruzados germánicos que conquistaron varios territorios prusianos, como Memel (la actual Klaipėda). Desafortunadamente, ni la nueva fe ni la unidad duraron demasiado, pues Mindaugas fue asesinado en 1263 a manos de nobles deseosos de que Lituania siguiera siendo pagana.
Bajo el dominio del gran duque Gediminas (1316-1341), las fronteras de Lituania se extendieron al sur y este, adentrándose en las modernas Bielorrusia y Ucrania, y durante un tiempo llegaron a Kiev. A su muerte, dos de sus hijos se repartieron el reino: en Vilna, Algirdas llevó las fronteras del sur hasta más allá de Kiev, mientras Kęstutis, que eligió una bonita isla de un lago de Trakai como ubicación de su castillo, expulsó a la Orden Teutónica.
Jogaila, hijo de Algirdas, se hizo con el control del país en 1382, pero la creciente amenaza teutónica le obligó a tomar una decisión crucial en la historia de Europa. En 1386 su matrimonio con Jadwiga, princesa heredera de Polonia, lo convirtió en Ladislao II Jagiełło de Polonia, forjando una alianza lituano-polaca que duraría 400 años. Los aukštaitija fueron convertidos en 1387 y los samogitias en 1413, y Lituania se convirtió en el último país europeo en abrazar el cristianismo.
Jogaila pasaba la mayor parte de su tiempo en Cracovia, pero los problemas se estaban fraguando en casa. En 1390 su primo Vitautas se rebeló, y Jogaila hubo de tomar la iniciativa. En 1392 nombró a Vitautas Gran Duque de Lituania a condición de que él y Jogaila compartieran una política común. La decisiva derrota en 1410 de la Orden Teutónica a manos de los ejércitos combinados en Grünwald (en la Polonia actual) dio paso a una época de prosperidad.
Vitautas (apodado “El Grande”) amplió el control lituano más hacia el sur y este. Tras su muerte en 1430, Lituania se extendió más allá de Kursk por el este, casi alcanzando el mar Negro por el sur, y convirtiéndose en uno de los mayores imperios europeos. Ningún otro lugar refleja esa grandeza e influencia como la Vilna del s. XVI, una de las mayores ciudades del este de Europa, con una población de más de 25 000 habitantes. Se construyeron hermosos edificios gótico tardíos y renacentistas, y lituanos como Segismundo I y Segismundo II ocuparon el trono polaco-lituano en el Palacio Real.
Los jesuitas polacos fundaron la Universidad de Vilna en 1579 y la ciudad se convirtió en bastión de la Contrarreforma católica. Bajo la influencia jesuita también llegó la arquitectura barroca.
Poco a poco Lituania iba quedando arrinconada a la sombra de Polonia, proceso que culminó con la unificación formal de ambos estados en la Unión de Lublin de 1569, durante la guerra de Livonia con Moscovia.
La llamada Rzeczpospolita (mancomunidad) relegó a Lituania a un segundo plano por detrás de Polonia. Los nobles adoptaron la cultura y lengua polacas, los campesinos pasaron a ser siervos y Varsovia usurpó la capitalidad política y social a Vilna.
Un siglo después llegó el turno de Rusia en este duro juego. En 1654 invadió la Rzeczpospolita, arrebatándole temporalmente una parte importante del territorio. En 1772 la Rzeczpospolita estaba tan debilitada que Rusia, Austria y Prusia simplemente se repartieron el botín en las Particiones de Polonia (1772, 1793 y 1795). Rusia se adueñó de la mayor parte de Lituania, mientras que un pequeño territorio del suroeste fue anexionado por Prusia, para acabar pasando a manos rusas tras las guerras napoleónicas.
Mientras las vecinas Estonia y Letonia eran gobernadas como provincias separadas por parte de los rusos, la postura frente a la rebelde Lituania fue distinta.
Vilna se había convertido en el refugio de una nobleza polaca y lituana desposeída por el nuevo gobierno ruso de la región, y también en centro del resurgimiento nacional polaco. Educado en Vilna, el poeta Adam Mickiewicz fue una destacada fuente de inspiración. Cuando los lituanos se unieron a una fallida rebelión polaca contra la dominación rusa en 1830, las autoridades zaristas optaron por una mayor dureza. Clausuraron la Universidad de Vilna y las iglesias y monasterios católicos, imponiendo la ortodoxia rusa. En 1840 se implantaron las leyes rusas y el idioma ruso en la enseñanza.
El nacionalismo adquirió cierto impulso en el s. XIX y comienzos del XX. Mientras la mayoría de los lituanos seguían viviendo en zonas rurales y pueblos, la rápida industrialización de Vilna y otras ciudades aportó más influencia al empuje nacionalista. Durante este período, la capital se convirtió en un importante centro judío, y a comienzos del s. XX, 75 000 de sus 160 000 habitantes eran judíos, lo que le valió el sobrenombre de “Jerusalén del Norte”.
Durante la Revolución rusa de 1905 ya sonaban voces de independencia y autonomía nacional báltica, aunque no fue hasta 1918 cuando se declaró el restablecimiento del Estado independiente de Lituania. Bajo ocupación alemana durante la I Guerra Mundial, un consejo nacional lituano, el Taryba, declaró la independencia del país en la casa de los Signatarios de Vilna el 16 de febrero de 1918. En noviembre, Alemania rubricaba un armisticio con los aliados occidentales y el mismo día se creaba un gobierno republicano lituano.
Con el resurgir de una Polonia independiente ávida por verse reunificada con Lituania o por recibir la cesión de la zona de Vilna, con mucha población de origen o influencia polaca, las cosas se torcieron. El 31 de diciembre de 1918 el gobierno lituano huyó a Kaunas, y pocos días después el Ejército Rojo estableció un gobierno comunista en Vilna. Durante los dos años siguientes los polacos y los bolcheviques mantuvieron la pugna por la ciudad, hasta que los polacos se anexionaron finalmente Vilna el 10 de octubre de 1920. En consecuencia, entre 1920 y 1939 Vilna y alrededores formaban un rincón polaco, mientras que el resto de Lituania era gobernada desde Kaunas bajo el férreo control del primer presidente de Lituania, Antanas Smetona (1874-1944).
En 1923 Lituania se anexionó Memel (Klaipėda), para disgusto de su antigua soberana, una debilitada Alemania.
Con la firma del pacto de no agresión entre nazis y soviéticos en 1939 y la invasión alemana de Polonia en septiembre de ese mismo año, Lituania cayó en manos soviéticas. La URSS insistió en firmar un “pacto de ayuda mutua” con Lituania en octubre y devolvió Vilna a la patria lituana como parte del incentivo. Sin embargo, este gesto no fue un gran consuelo, si se tiene en cuenta el terror que vivió Lituania como república de la URSS; las purgas soviéticas provocaron muchos miles de víctimas mortales y deportados.
Tras la ocupación alemana de la región en 1941, casi la totalidad de la población judía de Lituania (más del 90% de sus 200 000 judíos) fue exterminada; la mayoría de los judíos de Vilna murieron en su gueto o en el cercano bosque de Paneriai. Las personas de etnia lituana en comparación sufrieron menos, pero miles de ellos fueron asesinados, y entre 1944 y 1945 cerca de 80 000 huyeron a Occidente para escapar de la reconquista de los países bálticos por parte del Ejército Rojo.
La resistencia frente a la reocupación de Lituania por parte de la URSS, en forma del movimiento partisano Hermanos del Bosque, se inició en 1944. Museos de todo el país, incluido el Museo de la Deportación y la Resistencia en Kaunas, ilustran su historia.
Entre 1944 y 1952, bajo el dominio soviético, otros 250 000 lituanos fueron asesinados, arrestados o deportados en un salvaje intento de suprimir las ideas patrióticas. El Museo de las Víctimas del Genocidio, en el antiguo cuartel general de la KGB en Vilna, explica muy bien este oscuro período.
A mediados de la década de 1990 se despertaron de nuevo los anhelos de independencia, pero fue el rotundo éxito del Sajūdis (que obtuvo 36 de los 42 escaños lituanos elegidos directamente) en las elecciones al Congreso de los Diputados del Pueblo de la URSS en marzo de 1989 lo que empujó a Lituania a liderar el pulso de los países bálticos por la independencia. Unos meses más tarde, la cadena humana panbáltica, formada para conmemorar el 50º aniversario del pacto de no agresión nazi-soviético, confirmó el deseo de independencia, y en diciembre de ese mismo año, el Partido Comunista Lituano se separó de su homónimo soviético.
En enero de 1990 se produjeron grandes concentraciones pro independencia durante la visita del entonces líder soviético Mijaíl Gorbachov a Vilna. En febrero, Sajūdis obtuvo la mayoría en las elecciones al Sóviet Supremo de Lituania y esta asamblea declaró a Lituania república independiente el 11 de marzo. Moscú respondió llevando a cabo maniobras militares en los alrededores de Vilna e imponiendo un bloqueo económico al país que incluía el corte de suministro de combustible.
Los miembros de la línea dura soviética se impusieron en Moscú en el invierno de 1990-1991, y en enero de 1991 tropas soviéticas y policías paramilitares asaltaron y ocuparon la torre y el parlamento de la capital, con un balance de 14 víctimas mortales. Algunas de las barricadas levantadas en torno al parlamento siguen allí. A pesar de ello, el 6 de septiembre de 1991, la URSS reconoció la independencia de Lituania.
Los lituanos poseen un gran sentido de la ironía; tras liderar el pulso de los países bálticos por la independencia, en sus primeras elecciones democráticas al Parlamento de 1992, sorprendieron votando al ex comunista Partido Laborista Democrático Lituano (LDDP). En 1993, cuando el último soldado soviético abandonó el país, el antiguo primer secretario del Partido Comunista Algirdas Brazauskas venció con el 60% de los votos.
Fueron unos años dolorosos; los escándalos por corrupción le persiguieron todo su mandato y la inflación se desbocó y alcanzó el 1000%. Se perdieron miles de puestos de trabajo y el sistema bancario del país se hundió entre 1995 y 1996.
Las elecciones presidenciales de 1998 dieron paso a Valdas Adamkus (1926), emigrante lituano y ciudadano estadounidense que llegó a EE UU después de la II Guerra Mundial, tras la huida de sus padres del avance soviético.
En 1999 Adamkus nombró primer ministro a Rolandas Paksas, de 43 años y miembro del Partido Conservador en el poder. El popular alcalde de Vilna y premiado piloto acrobático recibió apoyo inmediato como “el elegido por el pueblo”, hasta el punto de arrebatarle la presidencia en las urnas a Adamkus en el 2003.
En 1997-1998 tuvo lugar una privatización a gran escala, pero el país cayó en una profunda recesión como consecuencia de la crisis económica rusa de 1998. No obstante, consiguió recuperar su senda y en el 2001 el FMI elogió su economía como una de las de crecimiento más rápido a escala mundial.
En el 2000 Lituania ingresó en la Organización Mundial del Comercio y en el 2002 –en una apuesta por reforzar la competitividad de sus exportaciones y mostrar su determinación a unirse a Europa– vinculó su moneda al euro en lugar de al dólar estadounidense. Lituania ingresó en la Eurozona en el 2015.
Fiel a su herencia lituana, Adamkus se batió con fuerza en la arena política y recuperó la presidencia en el 2004 tras la acusación de prevaricación contra Paksas por conceder la ciudadanía a un oscuro empresario ruso de quien recibió una importante contribución económica. Adamkus terminó su mandato de cinco años en el 2009 y fue sustituido por Dalia Grybauskaitė, que se convirtió en la primera mujer en presidir el país; fue reelegida en el 2014.
En el 2004 Lituania se sumó a la UE y la OTAN y es desde entonces un apoyo incondicional de ambas instituciones. En noviembre del 2004 fue el primer país miembro de la UE en ratificar la Constitución europea. La antigua base militar de la URSS, situada a las afueras de Šiauliai, acoge hoy cazas de combate F-16 de la OTAN que protegen el espacio aéreo de los tres países