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En Creta la dieta mediterránea se basa en productos frescos de granja, hierbas aromáticas, pescados y mariscos recién capturados, queso tierno y aceite de oliva extra virgen. Ya sean caracoles, alcachofas, mejillones o higos, la esencia de esta cocina rústica es el equilibrio de los sabores. Es difícil superar una pasta filo tradicional elaborada a mano, una ensalada de horta (verde) recogida en el huerto de la casa y un salmonete recién pescado.