Desde su primera ascensión exitosa por Jacques Balmat y Michel-Gabriel Paccard en 1786, el macizo del Mont Blanc y sus cimas legendarias no dejan de atraer a visitantes de todo el planeta: japoneses, italianos, ingleses, rusos… Los más temerarios se aventuran con el Tour du Mont-Blanc (TMB), adoran el esquí de fondo, o se equipan de piolets y crampones para tocar de cerca las nieves eternas y las cascadas de hielo. El resto se eleva entre los picos con ayuda de los teleféricos y trenecillos que surcan la zona, y disfruta sin esfuerzo de vistas panorámicas que cortan la respiración. Las actividades son incontables: ciclismo de montaña, paseo con raquetas o en trineo, senderismo, deportes de aguas bravas, trail, parapente... Sensaciones únicas en el corazón de un macizo alpino excepcional.