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A años luz de los complejos vacacionales de la costa, el interior de Mallorca cuenta con alojamientos en fincas agrícolas donde es tal el silencio que se puede oír cómo caen las aceitunas al suelo. Con su encanto rústico o renovados en estilo boutique, acercan al viajero un poco más al espíritu de la Mallorca rural. Aquí los días pasan lentamente, con relajadas mañanas junto a la piscina, paseos por olivares y huertos de cítricos, y cenas bajo las estrellas con el sonido de las cigarras.