La esquina noreste de la provincia de Cádiz se caracteriza por sus clásicos pueblos blancos, herederos de la tumultuosa historia fronteriza medieval de Andalucía y encalados, originalmente, en el s. XIX como forma de protección contra el calor. Un bello centro histórico fortificado, paredes blanqueadas, sinuosos callejones y un castillo en ruinas suelen ser los ingredientes clásicos de estas localidades. Quizás el más espectacular de todos ellos sea Arcos de la Frontera, aunque tampoco desmerecen Grazalema, Zahara de la Sierra, Benaocaz, Olvera, Setenil de las Bodegas, El Bosque, Ubrique y otros tesoros. A su alrededor, se revelan maravillosos espacios naturales, como el Parque Natural de la Sierra de Grazalema, con el techo de la provincia, a 1648 m de altitud.