Una ruta por Languedoc-Rosellón y las ruinas romanas del sur de Francia

Escrito por
Anita Isalska, autora de Lonely Planet

26 Enero 2018
7 min de lectura
© 7Horses_Shutterstock
Languedoc-Rosellón, sur de Francia

Recorriendo la historia romana del sur de Francia

Lo antiguo vuelve a estar de moda en el sur de Francia. En el 2019, dos nuevos museos situarán el foco en la historia romana: el Musée de la Romanité de Nîmes y el Musée Régional de la Narbonne Antique. Pero no hace falta esperar a que se inauguren.

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Destino Francia

 

Es posible viajar a la época del Imperio romano con una ruta por carretera que visita las ruinas más espectaculares del sur de Francia.

La ruta parte de Narbona, y zigzaguea entre arcos de triunfo, cámaras subterráneas y el acueducto más famoso de Francia. Cubre una zona que los lugareños todavía conocen como Languedoc-Roussillon, a pesar de que la región se fusionó con la de Midi-Pyrénées en el 2016 y ahora es, oficialmente, Occitanie.

 

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El arco de triunfo de la ciudad romana de Glanum, sur de Francia © pisaphotography / Shutterstock

El arco de triunfo de la ciudad romana de Glanum, sur de Francia © pisaphotography / Shutterstock 

 

1. Narbona: pasear por un antiguo puerto romano

En la plácida Narbona, edificios medievales y renacentistas se alzan, espléndidos, alrededor de una catedral gótica. Pero estos edificios históricos son bebés comparados con los tesoros romanos de la ciudad. Narbona fue un dinámico puerto y la capital de la provincia romana Gallia Narbonensis, gracias a su crucial ubicación en la Via Domitia; la arteria romana entre Italia y la Península Ibérica.

Los horreum (almacenes públicos) de Narbona ofrecen el vistazo histórico con más carisma. Esta galería subterránea, hoy parte del Palais des Archevêques, albergaba un mercado público en el s. I.

Dentro del mismo recinto, el Musée Archéologique ofrece una colección de interesantes bustos y monedas romanos, pero lo más destacado es la sala de los frescos, con espléndidos ejemplos de arte galo-romano, incluidos retratos muy vívidos de nobles y escenas de leyenda. Estos tesoros serán reubicados en el MuRéNa, el Musée Régional de la Narbonne Antique, en el 2019: la excusa perfecta para volver a visitarlos. Fuera del palacio se pueden ver restos de la Via Domitia original (algo para reflexionar mientras se planea el la ruta a seguir).

 

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Los

Los 'horreum' (almacenes públicos) galo-romanos de Narbona, sur de Francia © Leonid Andronov / GettyImages 

 

Dormir como el César

Construida alrededor de un patio, y con una piscina decorativa de azulejos, Villa Ambrosia parece más riadí que romana, pero su entorno frondoso es un buen sitio para descansar tras un día visitando Narbona.

 

2. Nimes: admirar los imponentes monumentos de Augusto

Yendo hacia el este, en dirección a Nimes por la carretera D6009, flanqueada por chopos, se puede parar transcurridos 25 km para ver el Oppidum d'Ensérune. Vasijas y tumbas son vestigios de lo que antaño fue una próspera ciudad romana cimera, cuyas vistas panorámicas y proximidad a la Via Domitia le dieron gran valor estratégico.

Siguiendo 9 km al sur, se toma la A9 hacia el este. Pasando por Béziers, que alberga las ruinas de un coliseo romano, la carretera llega a Nimes (antaño Nemasus) tras 125 km. Las termas, el gimnasio y el circo de esta antigua ciudad romana hace siglos que desaparecieron, pero un trío de estructuras, bien conservadas, recuerdan su pasado romano.

Se puede otear la ciudad desde Mont Cavalier, enclave de la Tour Magne, en ruinas. Antaño, en este lugar, había más de 12 torres como esta, de 18 m de alto; y junto con las murallas que las unían entre sí, representaban un gesto de poder del emperador Augusto: defendían la ciudad y simbolizaban su fuerza.

 

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El coliseo Les Arènes, en Nimes, sur de Francia © Parshin Anton / Shutterstock

El coliseo Les Arènes, en Nimes, sur de Francia © Parshin Anton / Shutterstock 

 

Otra de las obras maestras de Augusto es la Maison Carrée, 1 km al sur. Aunque quedó abandonada tras la época romana, se ha usado casi de forma constante desde el s. XI, y hoy ofrece un documental sobre la historia de Nimes. Sus columnas corintias han inspirado arquitectos a lo largo de los siglos, siendo modelos para la Église de la Madeleine de París, del s. XIX, y del Capitolio del Estado de Virginia.

Andando 500 m al sur por el arbolado bulevard Victor Hugo se llega al punto fuerte de la visita: Les Arènes, excepcionalmente conservado, es el sexto coliseo más grande de todo el Imperio romano, y data del año 100 a.C. La parte más ancha mide 133 m, y en su anfiteatro de dos niveles cabían 24 000 espectadores sedientos de sangre de gladiadores.

Dormir como el César

El acogedor Hôtel De L'Amphithéâtre tiene habitaciones con muebles de estilo rococó. Está muy cerca del monumento romano más impresionante de la ciudad.

 

3. Pont du Gard: el acueducto más famoso de Francia

Nimes no habría sido nada sin su suministro de agua, un acueducto que serpentea durante 50 km desde su fuente en Uzès. La mayor parte de la obra es subterránea, pero, unos 20 km al noreste de Nimes, emerge como un formidable acueducto.

Conocido hoy como Pont du Gard, sus tres niveles albergan 52 arcos calizos que se curvan, elegantes, sobre el río Gard. Prueba de la maestría de los ingenieros romanos, el puente, de 48,8 m de altura, se ve perpendicular al suelo. El agua que fluía por este acueducto apenas descendía más de 2 cm a lo largo de sus 275 m de longitud total.

 

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El espectacular acueducto Pont du Gard es uno de los grandes legados de época romana, sur de Francia © rahan1991 / Getty Images

El espectacular acueducto Pont du Gard es uno de los grandes legados de época romana, sur de Francia © rahan1991 / Getty Images

 

El acueducto se secó con la caída del Imperio romano, y el Pont du Gard asumió tareas más humildes, como punto de peaje para los viajeros que cruzaban el río. Hoy es Patrimonio Mundial y uno de los iconos arquitectónicos más famosos de Francia. Se puede bajar al río para tomar buenas fotografías, o cruzar el puente para sentir la historia bajo los pies.

Dormir como el César

La pensión-boutique Mas de Lila, solo 3 km al norte del puente, ofrece tres habitaciones muy bien decoradas.

 

4. Arlés: gozar de lo ganado en la Segunda guerra civil de la República romana

Conduciendo 40 km hacia el sur desde el Pont du Gard, por carreteras bordeadas de chopos y granjas, enseguida se llega a Arlés, que brilló con luz propia tras la Segunda guerra civil de la República romana (49-45 a.C.). La antigua Arlés ofreció apoyo militar a Julio César mientras que el principal puerto romano de Marsella respaldaba a su oponente, Pompeyo. Cuando César se alzó con la victoria, el estatus y las riquezas de Marsella se trasladaron a Arlés.

La consiguiente época de prosperidad dejó tras de sí numerosos edificios relevantes. Bajo tierra, en la Place du Forum de Arlés, están los Cryptoportiques, túneles abovedados que, se cree, eran antiguos barracones.

 

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El gran Les Arènes de Arlés tenía capacidad para más de 20 000 personas en su mejor época, sur de Francia © Christian Delbert / Shutterstock

El gran Les Arènes de Arlés tenía capacidad para más de 20 000 personas en su mejor época, sur de Francia © Christian Delbert / Shutterstock  

 

Andando cinco minutos al este se halla Les Arènes, un magnífico anfiteatro de dos niveles que antaño tenía un aforo de más de 21 000 personas. Durante el s. XVIII fue remodelado como fortaleza, y albergó una comunidad entera, con docenas de casas y dos capillas. Un siglo después, Roma volvió a ponerse de moda y el anfiteatro se recuperó.

Al sur, en rue du Cloître, hay unas ruinas más humildes, las del Théâtre Antique: dos columnas y unos muros maltrechos que no son más que un susurro de su época de gloria, en el s. I.

Dormir como el César

L'Hôtel Particulier conserva el estilo lujoso de su antigua vida como mansión junto con detalles modernos, como una piscina exterior y un elegante spa.

 

5. Orange: imaginar los aplausos desaforados del Théâtre Antique

Lo más rápido para llegar a Orange es ir al norte y tomar la autopista; pero la majestuosidad del destino exige una ruta más detallada, de 70 km, siguiendo los meandros del Ródano por la D2.

El Théâtre Antique de Orange es uno de los tres únicos teatros romanos intactos que se conservan en el mundo. Los asientos rodean la pared del escenario, de 37 m de altura, donde antaño un sistema de poleas servía para izar y bajar el telón. Uno puede imaginar los mosaicos que decoraban este lugar. Presidiendo la escena hay una estatua de Augusto de 3,5 m de altura.

 

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El Théâtre Antique de Orange es uno de los teatros romanos más bien conservados de Europa, sur de Francia © milosk50 / Shutterstock

El Théâtre Antique de Orange es uno de los teatros romanos más bien conservados de Europa, sur de Francia © milosk50 / Shutterstock 

 

La ruta romana no tiene por qué terminar aquí: Vaison-la-Romaine, 27 km al noreste, alberga las ruinas de casas romanas y un puente del s. I, mientras que 50 km al sur se alza el arco triunfal y mausoleo de Glanum. En el fondo, el pasado está muy presente en el sur de Francia.

Dormir como el César

La jornada puede terminar en una cama con dosel en Le Glacier, cuyas habitaciones, decoradas individualmente, cuentan con murales, paredes de obra vista y cabeceras de cama de cuero.

 

 

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