Un entorno agradable para disfrutar de África con los niños
El excelente clima que ofrece este archipiélago africano durante todo el año es la mejor de las excusas para animarse a viajar con niños a Cabo Verde, un destino que brinda, más allá de sus heterogéneas playas, un paisaje volcánico de ensueño y unos lugareños con quienes congeniar fácilmente.
Cabo Verde, una plácida introducción a tierras africanas
Viajar a Cabo Verde es una excelente oportunidad para que los más pequeños de la casa experimenten tierras africanas en un rico entorno de apacibles pueblos marinos, playas vírgenes y montañas volcánicas. Su ritmo pausado, así como las múltiples opciones de actividades que ofrece, hacen de este un buen lugar para disfrutar en familia, ya sea a lo largo de una jornada de sol y playa o en una excursión por dunas y desiertos.
Si se viaja con bebés la logística puede resultar algo más complicada, sobre todo, si hay intención de recorrer varias islas, pero nada como organizarse y disponer de tiempo para disfrutar con calma de cada una de ellas. Para excursiones, merece la pena equiparse de una buena mochila portabebés para convertir al más pequeño en un aventurero más por tierras caboverdianas.
Isla de Sal, sol y playa en Cabo Verde
Para empezar a explorar Cabo Verde, una de las paradas claves si se viaja con niños es la isla de Sal. Kilómetros y kilómetros de playa, a destacar la de Santa María, así como una amplia oferta de restaurantes y atracciones para los más pequeños son una de las mejores cartas de presentación del archipiélago.
Si el mundo animal despierta pasiones, Shark Bay, próximo a Feijoal, ofrece la posibilidad de avistar tiburones limoneros. Asimismo, entre junio y noviembre, en la isla de Sal (así como en otras del archipiélago como Boa Vista y Maio) existe la posibilidad de ver tortugas marinas anidando. Y ya, en alta mar, en un divertido viaje en barco, existe la oportunidad de observar ballenas. Una experiencia mágica, recomendable durante los meses de febrero a mayo y apta para niños mayores de seis años.
Tal y como su nombre ya hace presagiar, en la principal isla del archipiélago también puede visitarse las antiguas salinas de Pedra do Lume donde, a pesar de haber cesado la actividad, se permite el baño y flotar fácilmente sobre sus aguas dada su alta concentración de sal.
Otro rincón donde disfrutar en familia es el Olho Azul (‘ojo azul’ en portugués), en Buracona. Una zona rodeada de piscinas naturales protegidas por rocas volcánicas donde, al incidir el sol al mediodía se crea un efecto mágico sobre el agua que adquiere tonalidades de un intenso azul turquesa.
Isla de São Vicente, cultura y senderismo en familia
Tras varios días en Sal, merece la pena conocer otros perfiles del país y viajar hasta la isla de São Vicente, posiblemente una de las más bellas de Cabo Verde. Una vez aquí, Mindelo, la capital cultural del país, es uno de los principales atractivos.
Sus casas de colores, propias de la arquitectura colonial, así como su escena musical en vivo bien valen una visita. Además, la ciudad esconde otras joyas que sumergen al viajero en la cultura y tradiciones locales como el Palácio do Povo, antigua sede del gobernador, en cuyo interior se puede visitar una exposición permanente de la legendaria cantante local y reina de la morna Cesária Évora.
Para tomarle el pulso a la ciudad, nada como acercarse al mercado de frutas y verduras, y pasearse entre sus paradas y calles adyacentes donde se encuentran tiendas de artesanía caboverdiana y senegalesa, entre ellas CapVertDesign + Artesanato donde adquirir un buen recuerdo del lugar en forma de propuestas tanto tradicionales como de jóvenes talentos del diseño local.
Para una jornada familiar más activa, la mejor opción es la práctica de senderismo, ya sea por la playa de São Pedro hasta el faro homónimo o, para más avezados, la subida al Monte Verde desde donde se puede divisar una excelente panorámica de Mindelo.
Desde la capital de São Vicente se puede tomar un ferri que en una hora llega a Santo Antão, la segunda isla más grande de Cabo Verde y la más vertiginosa. Cañones, gargantas y valles dibujan la orografía de una isla solo apta para las familias más aventureras.
La tranquilidad de las islas Boa Vista y Maio
Si por el contrario lo que se busca son unos días de relax y desconexión familiar en bellas playas, la tranquila isla de Boa Vista y la coqueta isla de Maio son dos excelentes opciones.
En Boa Vista entre baño y baño, un buen plan es alquilar un todoterreno y recorrer la isla hasta los restos del buque Cabo de Santa María junto a las costas de Boa Esperança. Por su parte, en Maio no hay que dejar escapar la oportunidad de visitar el lago salado más grande del archipiélago, Salina de Porto Inglés.
En ambas islas, la perfecta combinación de aguas turquesas, rica fauna marina, pintorescas dunas y alojamientos hoteleros con una completa oferta familiar, garantiza entretenimiento y descanso para niños y mayores.
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Diversión para niños en Cabo Verde
Si los menores ya saben nadar, no hay duda que Cabo Verde puede ser una excelente oportunidad para iniciarse o disfrutar de deportes acuáticos como surf y kitesurf; tanto las playas de Ponta Preta y Kite Beach, en la isla de Sal, como las de Sandy Beach, en São Vicente, son un buen lugar para ello. Todo, en unas vacaciones en familia donde prima la diversión en contacto directo con la naturaleza.