Los mejores viajes culturales en familia

Escrito por
Imogen Hall, autora de Lonely Planet

3 Septiembre 2018
7 min de lectura
© Evikka_Shutterstock
Fram Museum en familia, Oslo, Noruega

Aprendiendo viajando con niños

Los niños que viajan amplían su comprensión de otros pueblos y sociedades. Estos 10 destinos inspiradores expandirán los horizontes culturales de toda la familia.

1. Omán, el descubrimiento de Oriente

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Omán © Ania Blazejewska / Getty Images
 Omán © Ania Blazejewska / Getty Images

Omán es una amable y excelente introducción a Oriente. La elegante Mascate (con una estricta normativa urbanística tradicional) ofrece a los niños una perspectiva de la vida de hace varios siglos: es posible ir de crucero en dhow o sentarse a ver trabajar a los pescadores. Más allá de la capital hay aldeas de adobe para explorar, fuertes y castillos donde jugar a las batallas, y zocos donde los niños puede poner a prueba sus dotes para el regateo antes de redondear el viaje con una relajante visita a la playa. Pero lo que la familia entera recordará para siempre es la cálida acogida de los omaníes.

La mejor época para viajar a Omán es entre octubre y abril; de junio a agosto el calor es asfixiante.

 

 

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Noruega

 

 

2. Noruega, una inmersión en la cultura escandinava

La cultura escandinava hace años que está de moda entre los viajeros, pero el diseño y la gastronomía modernos no son atracciones que interesen a los niños. Sin embargo, gracias a los resorts familiares y a que los menores de ocho años no pagan, Noruega es cada vez más popular entre las familias que inician a sus pequeños en la actividad escandinava más común: el esquí. Si a ello se le suman museos vikingos, parques temáticos con troles y palacios de cuento, observación de alces y paseos en trineos tirados por perros (todo ello con mucha atención a los niños), un viaje a Noruega hará las delicias de los pequeños de la casa.

En Noruega las distancias entre ciudades son enormes, hay que tenerlo en cuenta para evitar desplazamientos demasiado largos.

 

3. Namibia, la vida en el sur de África

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Namibia © Jinny Tan / Lonely Planet

Namibia © Jinny Tan / Lonely Planet

 

Namibia es el punto de partida perfecto para que los niños descubran la vida en el sur de África. Existen varias opciones de alojamiento interesantes y asequibles para las familias, las carreteras están bien mantenidas y la asistencia médica es buena. Namibia destaca por la observación de fauna que ofrece el Parque Nacional de Etosha, las famosas dunas de Sossusvlei y el deporte adrenalítico de Swakopmund (todo fácilmente adaptable para los niños), pero también es un buen sitio para conocer la cultura tribal moderna planificando con antelación una visita guiada –muy bien organizada– a un asentamiento himba.

Los operadores de circuito solo suelen aceptar a niños mayores de ocho años; si se viaja con niños más pequeños, conviene alquilar un vehículo.

 

 

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México

 

4. México, una fiesta para los sentidos

De explorar ruinas aztecas a corretear por la plaza de una antigua ciudad colonial, de descubrir el arte de Frida Kahlo a comer mazorcas de maíz en un puesto de comida, México es una afable y exuberante fiesta para los sentidos; una que los niños nunca olvidarán pasándolo en grande en la divertida Ciudad de México, relajándose junto a los lugareños en la playa de Tulum, o monta´ndo en tren por la Barrancas del Cobre (con un parque de aventuras con siete tirolinas). Y lo mejor es que ¡a los mexicanos les encantan los niños!.

Es buena idea visitar México en noviembre, cuando la fiesta del Día de los Muertos ofrece una visión única y fascinante de la cultura del país.

 

 

5. Emilia-Romaña, la Italia moderna e históri/europa/italia/boloniaca

Los italianos adoran a los niños. Los niños adoran Italia. Para empezar, hay pizza, pasta y los mejores helados del mundo, y una cultura en la que los niños son bienvenidos en todas partes. Pero, ¿cómo evitar multitudes y conocer la Italia moderna y la histórica a la vez? Visitando Emilia-Romaña: tiene jamón de Parma y queso parmesano para pequeños gourmets, los mosaicos de Rávena para pequeños artistas, y la fotogénica Bolonia, con un pasado que fascina a los fans de la historia. Y eso sin olvidar la cultura playera de Rimini, más arte increíble en Ferrara y la catedral de Módena, que es Patrimonio Mundial por la UNESCO. ¡Uau!

Con una réplica de un canal romano, vídeos en 3D y exposiciones interactivas, la historia de la ciudad cobra vida en el Museo della Storia de Bolonia.

 

 

6. Orkney, patrimonio cultural de las islas de Escocia

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Orkney, Escocia © ABB Photo / Shutterstock

Orkney, Escocia © ABB Photo / Shutterstock

 

La aventura de llegar a Orkney es el punto de partida de la inmersión familiar en el fascinante patrimonio cultural de las islas de Escocia. Al desembarcar del ferri, 5000 años de historia aguardan ser explorados, desde las ruinas del poblado neolítico de Skara Brae y el legado vikingo de Kirkwall, hasta el papel que tuvo Orkney en la II Guerra Mundial, bien documentado en el Scapa Flow Visitor Centre. Y allí donde terminan las clases de historia, están las playas para corretear, el dulce y rico tablet escocés para devorar y la ocasión de bailar al son de la música tradicional de la región.

Los niños pueden entretenerse en la playa buscando cauris (especie de caracoles de mar) lisos y rayados.


En Escocia también hay playas…

 

 

7. Ámsterdam, Países Bajos, un sitio divertido

Famosa por su tranquilidad (y por distracciones más ‘adultas’), Ámsterdam es un sitio divertido para viajar en familia. Ofrece ciencia de primera en el interactivo NEMO Museum, obras de arte de primera (el Rijksmuseum tiene excelentes circuitos familiares) e historia: la Casa de Ana Frank no necesita presentación alguna y en Verzetsmuseum Junior se pueden descubrir las historias de cuatro niños holandeses durante la ocupación, pero también es posible divertirse en un bote a pedales por los canales, comer montones de ricas tortitas holandesas, montar en una de las famosas bicis de la ciudad y quemar mucha energía correteando por el Vondelpark.

Tanto el Van Gogh Museum como el Rembrandt House Museum ofrece actividades infantiles.

 

 

8. Nashville, Tennessee, EE UU, una introducción a la música 'country'

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Nashville, EE UU © f11photo / Shutterstock

Nashville, EE UU © f11photo / Shutterstock

 

¿Qué mejor forma de introducir a la familia en la música country que un fin de semana largo en Nashville? Claro está que las noches de copas en un local nocturno no son pasatiempo para menores, pero existen otras maneras de explorar el rico patrimonio artístico de esta ciudad del este de EE UU. El Country Music Hall of Fame ofrece exposiciones interactivas, cabinas de audición y la oportunidad de grabar una canción en familia; el Johnny Cash Museum tiene vídeos que entretendrán a los pequeños y, por último, a los niños les encantará ver la ciudad a bordo del Music City Trolley Hop-On Hop-Off.

Se puede explorar otra cara de Nashville en Belle Meade Plantation, una mansión con una historia fascinante y mucho terreno para pasear.

 

 

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Australia

 

9. Brisbane, Australia, al aire libre

Para disfrutar con los niños de la relajadísima cultura de actividades al aire libre y barbacoas tan típicamente australiana, no hay nada como un viaje a Brisbane. Pueden chapotear en la playa artificial de Streets Beach (ideal para pequeños nadadores) o dar rienda suelta a su energía en el parque infantil de New Farm Park, con casa del árbol incluida; y después relajarse con una barbacoa ribereña en South Bank Parklands antes de ir a ver los koalas del vecino Lone Pine Sanctuary. Y para descubrir la antigua cultura australiana se puede ir a contemplar el arte aborigen expuesto en la Queensland Art Gallery y Gallery of Modern Art (QAGOMA), que ofrece sesiones infantiles.

Para preparar a los niños en su aventura artística por Brisbane, véase la QAGOMA’s kids website.


Un viaje a Australia en familia

 

 

10. Kioto, Japón, primera inserción en la cultura nipona

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Kioto, Japón © Patryk Kosmider / Shutterstock

Kioto, Japón © Patryk Kosmider / Shutterstock

 

Una visita a Kioto es un gran primer paso para que los niños occidentales descubran la cultura nipona, ya que abundan las distracciones para cuando la sobrecarga cultural empieza a pesar. Por ejemplo, el Fushimi Inari-Taisha, con sus famosas torii, es un fascinante ejemplo de santuario tradicionalde Japón, pero, a la vez, ofrece mucho espacio para corretear. Otro ejemplo es el templo Shōren-in, donde se pueden contar carpas y pasear por un bosque de bambú en sus cuidados jardines. También destaca el Nishiki Market, con 400 años de historia, donde comprar todo tipo de exquisiteces japonesas antes de ir a un centro comercial a disfrutar de platos más familiares.

De pícnic en el Jardín Botánico de Kioto. Aquí la floración de los cerezos –en marzo o abril– dura un poco más.

 

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