Zambia

Escrito por
Mazuba Kapambwe, autora de Lonely Planet

14 Noviembre 2022
14 min de lectura
© Getty Images/Mint Images
Hombre y niña en la Devil's Pool, cataratas Victoria

Por qué visitar Zambia

Zambia, un país interior en el sur de África, está lleno de cascadas, lagos y parques nacionales que lo convierten en un destino ideal para conocer su historia, experimentar su cultura y, por supuesto, hacer un safari. El viajero encontrará menos visitantes que en países vecinos como Botsuana y Zimbabue, lo que permite vivir experiencias más íntimas con una atención más personal por parte de los guías.

Los más de 70 grupos étnicos del país celebran coloridos festivales tradicionales durante todo el año. Por ejemplo, durante la ceremonia Kuomboka, en el oeste de Zambia, los miembros del grupo étnico lozi se trasladan de las tierras bajas inundadas hasta las tierras altas con la gran barcaza del rey a la cabeza, mientras que durante la ceremonia Ncwala, en el este, los habitantes locales se visten con pieles de animales para celebrar la cosecha anual.

Como el país es grande y los destinos están desperdigados, se aconseja seleccionar dos regiones para explorar durante una estancia de una semana.

Cuándo ir

“Temporada esmeralda” (nov-abr)

  • La mejor época para ver las cataratas Victoria a plena capacidad es a finales de la estación de lluvias, en marzo y abril.
  • Las lluvias transforman la seca sabana en un exuberante paisaje.
  • El viajero ahorrará en el alojamiento de los safaris, ya que los pocos campamentos que están abiertos atraen a los visitantes con descuentos.

Estación seca (may-nov)

  • Es la mejor época para ir de safari, ya que los campamentos vuelven a abrir tras la estación de lluvias y los animales se congregan en los abrevaderos.
  • La apasionante Devil’s Pool (piscina del Diablo), en las cataratas Victoria, se reabre al público a mediados de agosto.
  • De octubre a diciembre tiene lugar en el Parque Nacional Kasanka la migración de murciélagos, en la que hasta 10 millones de murciélagos de la fruta vuelan a través y por encima del parque.
  • En noviembre, el Parque Nacional Liuwa, en el oeste de Zambia, acoge la segunda migración de ñus más grande del mundo.

 

Presupuesto diario 

  • Habitación doble en hotel de precio medio: 110-200 €
  • Cena en un restaurante local: 25-45 €
  • Entrada a un museo: 5 €
  • Copa de vino: 7 €
  • Pinta de cerveza: 3 €

 

Itinerarios perfectos

Una maravillosa semana en la animada Zambia

Día 1: Explorar la animada Lusaka

Se empieza el primer día en Lusaka, la capital de Zambia, con una taza de café zambiano y un desayuno en el Latitude 15 Degrees, un hotel-boutique en el barrio periférico de Kabulonga. En el mismo barrio, el Meraki es un café gestionado por mujeres que sirve desayunos durante todo el día; cabe destacar la tarta Red Velvet y el sustancioso desayuno Meraki, que consiste en huevos, beicon crujiente, tortitas de patata, salchichas de ternera y cerdo, y alubias con salsa de tomate.

A continuación se puede ir a ver las obras de artistas visuales zambianos como Stary Mwaba, Mulenga Chafilwa y muchos otros en la Start Foundation’s 37D Gallery, en Middleway St. Los enormes cuadros con pintura acrílica de Mwaba representan a sujetos retratados de forma colorida, mientras que las obras con técnicas mixtas de Chafilwa suelen representar a múltiples sujetos en entornos urbanos y responden a temas socioeconómicos, como el desempleo. Los ingresos de la venta de arte en la galería se destinan a financiar talleres para niños desfavorecidos y otras iniciativas sociales. En la misma galería, el Rock Cafe es ideal para tomar un café helado o un tentempié, como una quiche de beicon o un brownie de chocolate.

Luego el viajero puede reservar un taxi o usar las aplicaciones móviles locales de vehículos de transporte con conductor Ulendo o Yango y bajar por Leopards Hill Rd durante unos 15 km antes de girar por Chifwema Rd hasta la entrada del Parque Nacional Lusaka, el más pequeño de los 20 parques del país. El parque alberga un orfanato de elefantes gestionado por Game Rangers International: si se visita a las 11.00, se podrá ver cómo dan de comer a estos majestuosos animales. Luego el viajero puede dar una vuelta por el parque en su vehículo para ver antílopes, cebras y jirafas. A la salida se pueden comprar productos artesanales locales, como cestas, joyas, café cultivado en Zambia o miel, en Lusaka Collective, que tiene una sucursal en el centro de descubrimiento del parque. Todo este minisafari puede completarse en unas 2 h.

Se podría decir que la mejor escena culinaria de Lusaka se concentra en los barrios periféricos bordeados de árboles de Long Acres y Rhodes Park. Para comer sushi, wraps recién hechos y carne a la brasa, el Three Trees es muy popular (se recomienda reservar durante la concurrida hora del almuerzo). La Eataly Pizzeria sirve sabrosas pizzas (hay que probar la cuatro estaciones o la de pollo alla diavola) y pasta (se recomiendan los penne con salsa Alfredo).

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Productos locales a la venta en el mercado de Lusaka. © Namukolo Siyumbwa / Stocksy United

Productos locales a la venta en el mercado de Lusaka. © Namukolo Siyumbwa / Stocksy United

Para disfrutar de cocina tradicional zambiana, hay que visitar el Mpoto Yatu, en Omelo Mumba St. Se aconseja pedir uno de los alimentos básicos del país, nshima, a base de maíz, y combinarlo con algo de proteína, como tilapia o guiso de carne de cabra. Todas las comidas se sirven acompañadas de verduras, desde alubias pintas y quingombó hasta ifisashi (col rizada cocinada en salsa de cacahuete).

Tras almorzar, el viajero puede explorar la historia política y cultural de Zambia en el Museo Nacional de Lusaka, entre cuyos objetos expuestos se incluyen camisetas de antiguas campañas políticas, así como cestas y cerámica de grupos étnicos zambianos, incluidos los lozi y los tonga. La planta baja del museo alberga exposiciones rotatorias de arte contemporáneo.
 
Mientras el sol se pone, se puede tomar un margarita, un Moscow Mule o una copa de vino acompañados de guacamole con nachos en el Cantina, el único restaurante de inspiración mexicana de Lusaka, en el barrio de Kabulonga. Luego se puede hacer una reserva para cenar en el Latitude 15, o en el The Other Side, un local de moda en el mismo emplazamiento. Los viernes por la noche es muy buena idea sentarse junto a la piscina y terminar la noche con música en directo (21.00-23.00) interpretada por un cartel de músicos locales que se van alternando. Si se quiere tomar una copa, hay que preguntar por Jeff, el barman, que prepara excelentes mojitos.

 

Día 2: La llamada de las cataratas

Se toma un rápido desayuno y luego se va al aeropuerto para tomar un vuelo de una hora hasta Livingstone, la capital zambiana del turismo. Se recomienda el Avani Hotel, de precio medio, o su hotel hermano, el más lujoso Royal Livingstone. Ambos están muy cerca de las cataratas Victoria, y el Avani incluso ofrece una entrada privada a las cataratas para los huéspedes por la parte de atrás de sus terrenos.

Tras almorzar en el Shungu, el restaurante con terraza junto a la piscina del Avani Hotel, o en el The Old Drift del Royal Livingstone, es hora de pasar a la actividad principal. El viajero puede disfrutar de impresionantes vistas atravesando a pie el Knife Edge Bridge (puente al Filo de la Navaja), que cruza las cataratas, mientras contempla el “arco iris eterno” generado por la bruma. Hay que asegurarse de llevar un chubasquero si no se quiere acabar empapado por el agua nebulizada. También se puede bajar a pie por la colina hasta el Boiling Pot (Olla Hirviendo), el remolino que se forma en la base de las cataratas.

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Mujer caminando hacia las cataratas Victoria. © David du Plessis / Gallo Images ROOTS / Getty Images

Mujer caminando hacia las cataratas Victoria. © David du Plessis / Gallo Images ROOTS / Getty Images

A las 16.00 se puede elegir entre hacer un crucero al atardecer por el río Zambeze, durante el cual es probable que se vean hipopótamos y elefantes, o hacer un safari por el Parque Nacional Mosi-oa-Tunya, donde es posible que se vean jirafas, elefantes, antílopes y rinocerontes blancos (estos últimos están custodiados por guardabosques armados). Ambas actividades, que pueden reservarse a través de un hotel o agencia de viajes, duran unas 2½ h.

Luego se vuelve al Avani Hotel para cenar (los viernes por la noche hay actuaciones de música en directo) o, si se prefiere una noche típicamente zambiana, se puede disfrutar de comida, música y narraciones tradicionales en el Mukuni Boma. Esta experiencia recrea la forma zambiana de celebrar una comida con familia y amigos, mientras todos se ponen al día sobre los últimos cotilleos.

 

Día 3: Ver las cataratas Victoria desde una perspectiva diferente

Conviene levantarse muy temprano para pasar un día lleno de actividades en las cataratas. Se puede dar un paseo en ultraligero o en helicóptero para ver las cataratas desde el cielo (15/30 min desde 179/360 €). Otra opción es hacer puenting (160 €) en el Victoria Falls Bridge (puente de las Cataratas Victoria), un puente de 111 m de altura que cruza la garganta Batoka, con el río Zambeze por debajo.

También se pueden recorrer los 13 rápidos del río Zambeze haciendo rafting en aguas bravas (150 €). Otra opción que siempre resulta atractiva es la de darse un baño en la Devil’s Pool (piscina del Diablo), una poza natural de roca al borde de las cataratas (circuitos guiados desde 98 €). Otra actividad emocionante es el gorge swing (95 €), que consiste en columpiarse sobre el río con una cuerda elástica tras tirarse en caída libre desde 70 m en la garganta Batoka con un arnés de cuerpo completo pegado a la espalda.

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Rafting en el río Zambeze. © Shutterstock / cordelia bua

Rafting en el río Zambeze. © Shutterstock / cordelia bua

Al viajero seguramente se le ha abierto el apetito con la subida de adrenalina que provocan estas actividades, por lo que puede ir hasta el centro de Livingstone (los locales simplemente lo llaman “town”) para disfrutar de un almuerzo de hamburguesas y patatas fritas en el Kubu Cafe o de comida italiana en el Olga’s (no hay que perderse la pizza de cocodrilo). Luego se para en el Lavender Cafe, al otro lado de la calle desde el Kubu, para saborear un buen capuchino.

Se pueden quemar las calorías del almuerzo dando un paseo por la calle principal, bordeada de edificios de principios del s. XX que datan de la época en que Livingstone era la capital colonial de Zambia. Luego se visita el Museo de Livingstone para una lección sobre la historia de la región y el país, con fotografías históricas, productos tradicionales, una maqueta a tamaño real de una aldea africana y fauna local disecada.

Los amantes de la cultura pueden tomar un taxi hasta la Wayi Wayi, una galería de arte dirigida por los artistas visuales Lawrence y Agnes Yombwe, en la que se exhiben sus cuadros, dibujos, esculturas y obras en otros medios. La Galería Nacional de Livingstone acoge exposiciones rotativas de obras contemporáneas de artistas locales.

Para una cena realmente especial, se recomienda disfrutar de la cena de cinco platos, incluidos ceviche, canapés y solomillo Wellington, a bordo del Royal Livingstone Express, un tren de vapor de la década de 1920 con asientos tapizados y de cuero, y mesas con manteles blancos. La excursión (4 h) atraviesa el Parque Nacional Mosi-oa-Tunya, donde se pueden ver elefantes e impalas en la sabana, y cruza el Victoria Falls Bridge.

 

Día 4: Disfrutar del lujo de vuelta a Lusaka

Se puede pasar la última mañana en Livingstone haciendo un circuito guiado por Mukuni Village, hogar de la cultura toka-leya. Se conocerán aspectos fascinantes sobre este pueblo: está cogobernado por una mujer y el jefe del pueblo debe tragarse una piedra cuando asume el poder (a su muerte, se le extrae la piedra, que el siguiente gobernante en la línea sucesoria debe tragarse). Si el viajero tiene suerte, puede que incluso le concedan una audiencia con el jefe Mukuni, el líder tradicional de la zona. Las tiendas de artesanía del pueblo son ideales para comprar recuerdos y regalos, como cestas y abalorios.

Luego se toma un vuelo de regreso a Lusaka y se hace el registro de entrada en el Ciêla Resort, a 20 min del aeropuerto. En este extenso alojamiento, el viajero puede relajarse junto a la piscina, jugar al golf, almorzar en el restaurante The Brewery (que elabora su propia cerveza), ver arte en la Chena Gallery o relajarse en el spa (se recomiendan especialmente la envoltura corporal de café y el masaje con piedras calientes).

Se puede reservar para cenar en el Botanica, el restaurante gastronómico más nuevo del resort. En sus menús de degustación de 6 y 12 platos, el chef Sungani Phiri lleva la cocina zambiana a otro nivel inspirándose en platos tradicionales y modernizándolos. Por ejemplo, la impwa, una especie de diminuta berenjena verde con regusto amargo que suele cocinarse en un guiso con tomate y cebolla, aquí se tritura para hacer un hummus, mientras que el munkoyo, una bebida blanca fermentada, aquí se convierte en un elegante cóctel.

 

Día 5: Dirigirse a la sabana

Se toma un vuelo hasta el Parque Nacional South Luangwa, en Mfuwe, en el este de Zambia, donde un guía esperará al viajero y le llevará hasta el alojamiento de safari que haya elegido. Los viajeros con poco presupuesto pueden considerar la posibilidad de alojarse en el Croc Valley (donde habitaciones tipo dormitorio colectivo ofrecen servicio a grupos grandes) o en el Marula Lodge (hay que pedir un chalé con vistas al río). Entre las opciones de precio medio se incluyen el Thornicroft y el recién inaugurado Bush Box (con habitaciones en reconvertidos contenedores de carga).

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Parque Nacional South Luangwa. ©Philip Lee Harvey/Lonely Planet

Parque Nacional South Luangwa. ©Philip Lee Harvey/Lonely Planet

Entre los alojamientos de lujo se cuentan el Chinzombo (en el que cada una de sus tiendas de lujo tiene un patio privado), el Sungani (un remoto campamento que exige tomar un vuelo adicional para llegar) o el Puku Ridge (un íntimo resort con ocho tiendas que ofrece vistas de la fauna en las llanuras del Luangwa).

El viajero puede almorzar en el alojamiento y luego relajarse un poco. A las 15.30 se sirve café, té y tentempiés en la zona del comedor comunitario, antes de que todo el mundo se dirija a la sabana a las 16.00 para un safari vespertino en vehículo. Se podrá ver increíbles puestas de sol en las llanuras, tomarse una copa al atardecer y, probablemente, avistar todo tipo de fauna, desde leones y licaones hasta animales nocturnos como hienas, gálagos e hipopótamos.

Se regresa al alojamiento a tiempo para disfrutar de una cena y un postre sin prisas. Si el viajero visita la sabana durante los meses más fríos de junio y julio, puede reunirse con otros huéspedes alrededor de la hoguera al aire libre que hay en la zona común para intercambiar comentarios sobre la fauna que se ha visto.

 

Días 6 y 7: Adentrarse en el bosque

Las mañanas de safari empiezan con una llamada para despertarse a las 5.15, y a las 5.45 se sirve un desayuno ligero de cereales con frutos secos, yogur, fruta y café o té. Luego empieza la mañana de safari en vehículo. Hay que mantener los ojos bien abiertos para ver la jirafa Thornicroft, una especie que solo se encuentra en el Luangwa Sur. Se distingue de las otras jirafas africanas por ser más pequeña y por tener manchas más oscuras que, además, terminan a la altura de las rodillas.

Al cabo de un par de horas, el guía suele aparcar el vehículo y se da inicio a un safari a pie, una forma más íntima de observar la fauna. Seguramente se aprenderá a rastrear los animales a partir de sus huellas y excrementos, a identificar árboles como el baobab y el tamarindo, y a descubrir muchas aplicaciones prácticas de la naturaleza. Por ejemplo, ¿sabía el viajero que quemar excrementos de elefante repele a las moscas tse-tsé? ¿O que una púa de puercoespín puede detener una hemorragia nasal? Estas son algunas de las cosas que he aprendido en los safaris a pie.

Tras almorzar en el alojamiento, se puede participar en un taller de pintura en la empresa de decoración del hogar Tribal Textiles, que reinvierte sus beneficios en proyectos comunitarios de conservación. Otra empresa social en esta zona a la que vale la pena apoyar es Mulberry Mongoose, cuyas artesanas confeccionan joyas con trampas para animales confiscadas y otros ingeniosos materiales (como una “pulsera de alambre de trampa para la conservación de los rinocerontes” confeccionada con alambre de trampa, semillas de marfil vegetal y semillas zulúes). Luego se vuelve al alojamiento para la merienda, a la que sigue un safari vespertino y la cena en el alojamiento.

A la mañana siguiente, el viajero puede hacer una última sesión de safari para tachar de la lista los animales que le quedan por ver. Tras un último almuerzo en el alojamiento, se vuelve al aeropuerto de Mfuwe para tomar el vuelo (1 h) a Lusaka. De vuelta en la capital, se cena en uno de los numerosos restaurantes del centro comercial East Park Mall. El Night Jar es famoso por sus excelentes cócteles, el Marlin destaca por su lomo a la pimienta y el recién inaugurado Prime Cut ofrece servicio a los amantes del pescado (se recomienda la ensalada de salmón ahumado o la merluza).

 

Día 8: Adquirir recuerdos artesanales

Si el viajero todavía está en Great East St, puede disfrutar de un capuchino y un desayuno en el Vida Cafe, el Brew Me o el Corner Cafe. Si es fin de semana, el centro comercial Arcades Shopping Center alberga un mercado de artesanía semanal con varios puestos que venden accesorios, telas de vivos colores llamadas chitenge, cestas y mucho más (como los precios no son fijos, habrá que regatear con los vendedores, toda una experiencia en sí misma). Si es un día entre semana, se puede ir al Kabwata Cultural Village para comprar artículos como llaveros, imanes de nevera y cestas.

Luego se puede tomar un taxi o conducir por Great East St en dirección a Chongwe hasta el The Orchard, un restaurante de Km 0 con un jardín lleno de flores digno de Instagram. Se recomienda pedir las costillas ahumadas a la barbacoa o el salmón glaseado con miel antes de ir al aeropuerto para volver a casa tras una semana inolvidable.

 

El autor

Mazuba Kapambwe

Trabajo como escritora de viajes desde hace casi 10 años y, aunque he vivido en Alemania, Etiopía, Nueva York y Washington D. C., he pasado la mitad de mi vida en Zambia, mi país natal. Desde mi primer safari, en el que fui en canoa por las orillas del río Zambeze, hasta que me casé en las cataratas Victoria, los lugares patrimoniales y la cultura de mi país nunca han dejado de impresionarme.
 
Instagram: @iamthezuba
Twitter: @iamthezuba
 

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