Una selección de 16 lugares extraordinarios
Estos lugares tan especiales pueden haber surgido por obra del azar y de la naturaleza o por los seres humanos y las culturas extraordinarias que dejaron su huella en forma de templos, ciudades o construcciones únicas. A continuación 16 de las maravillas que se pueden encontrar en nuestro excepcional planeta.
1. Cataratas Victoria, Zimbabue y Zambia: el humo que truena
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Estas inmensas cortinas de agua del Zambeze se llamaban Mosi-oa-Tunya (“el humo que truena”) mucho antes de que Livingstone las bautizara con el nombre de la emperatriz británica.
Las Cataratas Victoria, ubicadas entre Zimbabue y Zambia, con sus 1,7 km de ancho y 108 m de altura deja caer casi un millón de litros de agua por segundo, bajo el sol africano y en medio de un bosque tropical ideal para explorar. Se puede contemplar su furia al caer desde un helicóptero o al borde de la Devil’s Pool y, si se atina, se podrá tomar la imagen más deseada: las cataratas cayendo bajo un arco iris y envueltas en una neblina permanentes.
2. Delta del Okavango, Botsuana: un delta lleno de vida en medio del desierto
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El Okavango es un río extraño y esquivo que recorre más de 1000 km hacia el interior, atravesando Angola, Namibia y Botsuana, donde muere en el desierto del Kalahari.
El del Okavango es uno de los pocos deltas interiores del mundo. Sus más de 18.000 km2 alimentan a millones de animales, como leones, leopardos, cebras, hipopótamos, jirafas o elefantes, y muchísimas aves que encuentran aquí un paraíso acuático. Su paisaje varía en función de las lluvias en cada estación, de las islas y de los meandros que se forman. Desde el aire, es todo un espectáculo polícromo de extrañas formas; en tierra, alberga el safari fotográfico más increíble del planeta.
3. Parque Nacional de los Volcanes, Hawái, EE UU: islas de fuego
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La isla grande de Hawái debe su origen a la lava y a la actividad volcánica que todavía se desarrolla en este punto de la Tierra.
Los hawaianos lo achacan al caótico reino de las profundidades gobernado por Pele, la diosa hawaiana de los volcanes. El parque nacional que ocupa la empinada ladera del volcán más activo del mundo es un lugar excepcional para observar el fenómeno, sus bosques pluviales, desiertos volcánicos, prados de alta montaña, llanuras litorales y maravillas geológicas.
4. Gran Agujero Azul, Belice: el ojo que vigila el Caribe
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Visto desde el aire, se asemeja a un ojo de un profundo color azul que nos mira en medio del mar Caribe. En realidad, se trata de un sumidero cuyas paredes se sumergen más de 120 m en las profundidades marinas, dibujando una forma perfecta y circular.
El Gran Agujero Azul forma parte de la barrera de coral de Belice, la segunda red de arrecifes más grande del mundo, después de la australiana. En su interior, los buceadores descienden a las profundidades entre estalactitas y estalagmitas, entre peces martillos, tiburones de arrecife y muchas otras especies. Solo se puede llegar en barco privado o en bote de buceo desde los cayos Caulker o Ambergris.
5. Islas Galápagos, Ecuador: siguiendo las huellas de Darwin
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Estas 21 islas volcánicas, aisladas en medio del Pacífico y a 1000 km de Sudamérica, conservan muchos animales endémicos: el 97% de sus reptiles y mamíferos solo pueden contemplarse aquí.
Son un paraíso para los amantes de la naturaleza. Además, los animales que las habitan no se inmutan con la presencia de los humanos. Las islas son parque nacional desde 1959 y el turismo organizado está muy regulado, con un número muy limitado de visitantes al año para preservar su delicado equilibrio biológico.
6. Haida Gwaii, Canadá: las Galápagos de Canadá
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Situado a 80 km de la costa de Columbia Británica, este remoto archipiélago está formado por 450 islas que preservan su autenticidad, tanto natural, con una flora y fauna únicas, como cultural, con la población indígena ancestral de los haida.
En su bosque de abetos y cedros colosales campan a sus anchas osos y águilas calvas, y en sus aguas nadan leones marinos y orcas. Pero el alma de las Haida Gwaii son los haida, conocidos por sus canoas y tótems coloreados. El Parque Nacional de Gwaii Haanas ofrece una inmersión en su cultura mediante excursiones en kayak o botes, guiadas por nativos que llevan a aldeas de aguas termales y tótems.
7. Calakmul, México: el mundo perdido de los mayas
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Inmerso en la selva del Yucatán, podría tratarse del mayor asentamiento maya de la historia. Fue la antigua capital del Reino de la Serpiente, y sobre el año 250 llegó a estar habitada por 50 000 almas.
De sus ruinas semiocultas descubiertas, destaca la construcción maya más alta conocida, la pirámide de Calakmul casi vertical con unas panorámicas sobre la selva excepcionales. Las ruinas se encuentran en la Reserva de la Biosfera homónima, una zona protegida que esconde guajolotes ocelados, tucanes, loros y hasta 350 especies de aves. Pueden escucharse también monos araña y aulladores, además de felinos salvajes como el jaguar.
8. Capillas de Mármol, Chile: cuevas azules junto a un lago glaciar
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Este Monumento Nacional chileno consta de tres formaciones, conocidas como Catedral de Mármol, Capilla de Mármol y Cavernas de Mármol, tres cuevas junto al lago General Carrera, formadas durante milenios por el batir del agua sobre el carbonato cálcico.
Las aguas glaciares ofrecen un extraño y engañoso color turquesa, casi tropical. El momento ideal para apreciar su belleza es a primera hora, navegando en kayak entre las columnas que forman los arcos, mientras el sol crea un espejo sobre el agua. La única forma de llegar es por la carretera austral.
9. Borobudur, Indonesia: una montaña budista sobre terrazas
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Ubicado en un mosaico de arrozales verde intenso y palmeras oscilantes en la isla de Java, es el mayor templo budista del mundo.
Borobudur se construyó hace más de 1200 años con roca de lava, en forma de mandala 3D, y rematado por pisos de estupas perforadas hasta la cúpula principal, que se asemeja a una flor de loto. Al ir subiendo hasta la cúspide, lo que atrapa la mirada no son las vistas, sino los bajorrelieves de las paredes, donde se han tallado escenas de la vida de Buda y de la Ley del Karma.
10. Hang Son Doong, Vietnam: la mayor cueva del mundo
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Como salida de un cuento de hadas, la red de cuevas y pasadizos de Hang Son Doong, en el centro de Vietnam, es uno de esos lugares que no se puede imaginar si no se ve.
Su nombre significa “la cueva del río de montaña” y destaca por sus dimensiones gigantes: en la cueva principal cabría una flota de aviones y las estalactitas más grandes son de la altura de un rascacielos. En algunas zonas, los techos caídos abren paso a los rayos de luz que iluminan piscinas silenciosas y playas donde los visitantes pueden acampar de noche. Para llegar, hay que caminar durante días a través de un bosque tropical virgen.
11. Plaza de Naqs-e Yahan, Irán: una plaza para un cuento de las mil y una noches
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Esta plaza, diseñada en 1602 bajo el reinado del shah safávida Abbas el Grande, impone por sus proporciones (83 500 m2) y su majestuosidad, pero también porque reúne algunos de los mayores tesoros históricos y arquitectónicos del mundo musulmán.
Destacan la cúpula de azulejos azules de la Masjed-e-Shah; la elegancia suprema de la Masjed-e Sheikh Lotfollah, el exquisito palacio de seis pisos Ali Qapu, desde cuya terraza se consigue una fabulosa perspectiva de la plaza, y la puerta de Qeysarieh. Al fondo de la plaza se accede a uno de los bazares más mágicos del mundo, un desbordante mercado cubierto con pasillos abovedados en el que se puede deambular durante horas, y que resulta una verdadera puerta de entrada a un cuento de las mil y una noches.
12. Pozo de Darvaza, Turkmenistán: las bocas del infierno
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En el árido desierto de Karakum, surge uno de los fenómenos más surrealistas de todo el planeta: unas vacilantes lenguas de fuego que suben por un abismo, intentando escapar de un cráter que se abre como una boca del mismísimo infierno. El gas metano natural se escapa sin cesar por las rocas y es imposible apagar este fuego permanente que lleva casi 50 años ardiendo.
El origen del cráter de Darvaza fue el incendio que provocaron los trabajadores rusos de una prospección petrolífera en los años setenta. Llegar hasta aquí es bastante complicado, y lo más recomendable es hacerlo con un circuito organizado, ya que ir por cuenta propia supone caminar durante horas desde la autopista y acampar de noche en este inhóspito lugar.
13. Aurora boreal, Noruega e Islandia: las luces del Polo Norte
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El esplendor de la aurora boreal, o luces del norte, es toda una lección de humildad y una experiencia inolvidable.
De entre las múltiples teorías sobre su origen, los inuit creían que eran las almas de los muertos; el folklore escandinavo las describe como los espíritus de las mujeres solteras que bailan en el cielo y los japoneses piensan que un bebé concebido bajo la aurora boreal será muy afortunado. La ciencia tiene otra explicación: se trata de un fenómeno que se produce cuando las partículas emitidas por las explosiones solares son atraídas por el campo magnético de la Tierra hacia el Polo Norte. La mejor época del año es en invierno y las regiones septentrionales de Noruega e Islandia están entre los mejores lugares del planeta para disfrutarla.
14. Plitvice, Croacia: un paraíso de aguas verdes
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Declarados Patrimonio Mundial por la Unesco en 1979, este paraje se compone de lagos color turquesa y montes cubiertos de árboles. Lo más espectacular son las innumerables cascadas que enlazan los 16 lagos cristalinos de Plitvice.
Las aguas, ricas en minerales, erosionan la roca y depositan toba calcárea que da lugar a formaciones geológicas que cambian constantemente. Es una delicia explorarlos a pie, entre nubes de mariposas que revolotean por los 18 km de puentes y pasarelas de madera que serpentean por las orillas y sobre las estruendosas aguas.
15. Skara Brae, Escocia: la Pompeya escocesa
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A mediados del siglo XIX, una espectacular tormenta dejó al descubierto un poblado neolítico intacto en las islas Orcadas, al norte de Escocia.
Skara Brae es el asentamiento neolítico mejor conservado del norte de Europa, más antiguo que Stonehenge o las pirámides de Giza. Incluso el mobiliario de piedra (camas, cajas y armarios) ha sobrevivido 5000 años. Su descubrimiento ha permitido a los arqueólogos reconstruir la vida de una comunidad neolítica que desapareció en torno al 2500 a. C. El por qué continúa siendo una incógnita.
16. Milford Sound, Nueva Zelanda: el fiordo más bello del mundo
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En la costa suroeste de la Isla Sur de Nueva Zelanda, el mar de Tasmania penetra tierra adentro. El Milford Sound, su fiordo más cautivador, lo hace hasta 15 km, entre unas espectaculares paredes de granito que superan los 1200 m de altura. Rudyark Kipling lo llamó “la octava maravilla del mundo”.
A la base del fiordo se puede acceder en coche, pero los aventureros no renuncian a recorrer a pie el Milford Track, que muchos consideran el sendero más bello del mundo, con sus 54 km que empiezan en el lago Te Anau. Para apreciar la escala del paisaje en su totalidad, hay que bajar al nivel del agua, idealmente con un recorrido guiado en kayak o buceando su extraordinario mundo submarino, un paraíso de pulpos, focas, pingüinos y delfines.