Omán es un país muy seguro, con bajas tasas de delincuencia y unos habitantes que se desviven por ayudar a los forasteros.
Se deben tomar las precauciones habituales cuando se vaya a pie de noche por zonas urbanas poco iluminadas.
Los principales peligros están relacionados con la carretera y los fenómenos naturales. Hay que tener cuidado con los accidentes de tráfico provocados por la velocidad y por no respetar la distancia de seguridad; las riadas repentinas que pueden fluir a gran velocidad por los wadis (no hay que acampar en el lecho de los wadis); el aislamiento de muchos destinos en rutas fuera de pista, y las temperaturas extremas en verano (sobre todo may-oct), que pueden provocar una insolación o un golpe de calor. En el desierto, quedarse atascado en la arena en una zona remota puede tener consecuencias fatales, pero si se lleva suficiente agua lo mejor es permanecer en el vehículo y mantener la calma: probablemente alguien acabe pasando por allí al cabo de unos días. En los sitios más turísticos, esto es más un inconveniente que un peligro real.
Las infracciones de tráfico (como cruzar un semáforo en rojo, usar el móvil conduciendo o conducir bebido) acarrean fuertes multas e incluso penas de cárcel.
El consumo de drogas está totalmente prohibido y puede tener graves consecuencias.
Todas las multas deben pagarse antes de salir del país. A los pasajeros no se les permite pasar por inmigración hasta que no hayan abonado sus multas, pagaderas solo con tarjeta de crédito.
Los policías suelen ser educados y serviciales; a cambio, esperan una cortesía similar. No se esperan, ni se aceptan, sobornos.
Se aconseja consultar la información actualizada sobre alertas y recomendaciones de viaje a Omán en el Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación del Gobierno de España.
Antes y durante el viaje recomendamos que cualquier información relacionada con seguridad, salud, trámites administrativos como la expedición de visados, etc. sea verificada con el Ministerio de Asuntos Exteriores del país del viajero.