Bienvenidos a Tahití y la Polinesia Francesa

El nombre de Tahití evoca múltiples imágenes: flores de hibisco, bailarinas bronceadas en faldas de hojas, brisa húmeda y mares turquesas.

Es un sueño hecho realidad. Las estrechas playas de arena blanca, rosa y negra son trampolines para lanzarse al verdadero atractivo, las lagunas. La mayoría de las islas altas están rodeadas por barreras de arrecife que forman piscinas protegidas del color turquesa más intenso que quepa imaginar. Peces, delfines, rayas, tiburones, tortugas y otras especies habitan estos jardines de coral tan maravillosos para bucear como para nadar. Los surfistas cabalgan sobre olas transparentes en los pasos entre arrecifes mientras los amantes del kitesurf vuelan sobre el agua empujados por los alisios. 

El lujo emblemático de Bora Bora oculta muchas veces lo que ofrece el resto del país. Los complejos turísticos de la “perla del Pacífico” disponen de cabañas sobre el agua y vistas espectaculares. Pero si se busca otra cosa, en la Polinesia Francesa hay pequeños alojamientos familiares que facilitan una experiencia más cercana a la cultura local por precios bastante más bajos. 

 

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