Sant Antoni es tan poco español como las fish and chips. En el extranjero es conocido por las juergas, trifulcas y escandalosos británicos, pero, a pesar de ello, goza de una vertiente más tranquila, sobre todo en la zona de bares frente al mar, con el legendario Café del Mar.
Se empieza el día con una caminata por el paseo de Sant Antoni antes de desayunar en el elegante Club Nàutic con vistas al puerto deportivo. Escasean los puntos de interés; visítese la Església de Sant Antoni o incluso el Surf House Ibiza.
Después se puede ir de playas. Un coche resulta ideal, pero del puerto zarpan barcos hacia las siguientes playas. Al oeste de la localidad, Cala Conta, con su agua transparente, es una buena opción, o Cala Bassa si se busca una cala más familiar. Al norte de Sant Antoni se halla la preciosa Cala Salada, y la minúscula Cala Gracioneta alberga el excelente El Chiringuito, que sirve comidas y bebidas.
Se celebra la puesta de sol en el Café del Mar antes de disfrutar de una auténtica cena ibicenca en el Rebost de Can Prats. Pasada la medianoche, se puede ir al Ibiza Rocks House at Pike’s Hotel o al Es Paradis.