El casco antiguo es el corazón histórico y geográfico de Estocolmo. Aquí las calles adoquinadas serpentean entre iglesias renacentistas, palacios barrocos y plazas medievales. Hay edificios encorvados como ancianos y callejuelas que esconden desde polvorientas jugueterías a cafés iluminados con velas. Västerlånggatan es su centro neurálgico, repleto de galerías, restaurantes y tiendas de recuerdos.
Hay que desayunar en Grillska Husets Konditori y luego ir al palacio real, Kungliga Slottet, para un circuito guiado. Después, se visita el museo Tre Kronor, en el sótano, y el Tesoro Real y el Antikmuseum de Gustavo III. Si se acaba hacia las 12.00, se podrá ver el cambio de guardia, con su banda militar.
Tras acercarse a Stora Nygatan, se puede tomar un almuerzo en el Hermitage y reanudar el paseo hacia Riddarholmen para admirar la Riddarholmskyrkan, con su chapitel de hierro, y la isleta que ocupa. De vuelta a Gamla Stan, hay que visitar la Storkyrkan y empaparse de innovación en el Nobelmuseet.
Tras tanto museo, se impone sentarse a tomar un café o un chocolate y contemplar a la gente desde la terraza del Chokladkoppen. Después, se podrá pasear por calles comerciales o tomar un par de cervezas en la Monks Porter House, antes de cenar en el tradicional Fem Små Hus, cerca del palacio real.