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A unos pasos del centro histórico, las opulentas calles de la Orangerie están llenas de casas magníficas. El barrio le debe su nombre al parque que es el pulmón verde de la ciudad, muy popular entre las familias, deportistas y empleados de las instituciones europeas a la hora de comer. Estas instituciones se encuentran justo al otro lado de Avenue de l’Europe. Más al norte está el barrio de Robertsau, ahora residencial pero hasta el s. XIX una zona agrícola. Su bosque es un lugar maravilloso para estirar las piernas.