Ir preparados para admirar el arte de la Piazza del Duomo: visitar la catedral, subir a su campanile, entrar en el baptisterio y terminar por todo lo alto en la cúpula de Brunelleschi, pintada con frescos. Rematar la mañana en el Grande Museo del Duomo.
Almorzar en Irene o la Trattoria Le Mossacce. Ver escaparates en Via de’ Tornabuoni, parando para un panino (sándwich) de trufas en Procacci o una bebida en el elegante Caffè Giacosa. Enfilar al oeste por Via della Spada o Via della Vigna Nova, llenas de boutiques, hasta la Basilica di Santa Maria Novella. Si hay tiempo, el Museo Novecento, dedicado al arte moderno, es soberbio. Cruzar el Ponte alla Carraia y saborear un aperitivo para gourmets en Il Santino o los cócteles con sake de inspiración japonesa en Kawaii.
Cenar a la luz de las velas en Il Santo Bevitore. Para los dolci (postres), comprar un helado en la Gelateria La Carraia y paladearlo paseando a orillas del río. Después, bailar jazz italiano y tomar cócteles bajo las estrellas en Santarosa Bistrot.