Santillana del Mar
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Santillana es la ciudad de las "tres mentiras": ni es santa, ni es llana ni está junto al mar. Esta joya medieval se halla en un magnífico estado de conservación, con sus brillantes calles adoquinadas, sus balcones llenos de flores y un montón de edificios de piedra y ladrillo como el decorado de una película. Pero hay gente que sigue viviendo en ella, heredando preciosas casas de generación en generación; y en verano las calles se llenan de visitantes curiosos.
Una estricta normativa urbanística, que data de 1575, estipula hoy que solo los residentes o los huéspedes de los hoteles con garaje pueden introducir vehículos en el casco antiguo de la ciudad. Al resto de los viajeros que se alojan en hoteles se les permite el acceso en coche para descargar el equipaje, pero después deben dejarlo en el aparcamiento de la entrada de la ciudad. Santillana es una joyita, y también una buena base para visitar la vecina Altamira.