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Hasta hace unas décadas un tranquilo pueblo marinero del sur de la isla, Playa Blanca se ha transformado en un relajado enclave turístico conocido por sus serenas calas, su multitud de alojamientos y actividades y, últimamente, su emergente gastronomía. La Playa Blanca tradicional se puede apreciar alrededor de la iglesia, donde nació el pueblo de pescadores original, mientras que el pintoresco paseo marítimo bordea la costa hasta la lujosa Marina Rubicón. Al este, la reserva de la Punta del Papagayo evoca todo lo que hace de Lanzarote una isla tan mágica.