No apasiona, pero resulta intrigante. Su castillo se alza sobre el casco antiguo en tonos pastel, pero detrás acecha una jungla de hormigón. A pesar del avance de la modernidad, es una ciudad verde. Las orillas del Danubio, en la frontera austriaca, y sus parques sobre colinas están repletos de caminos para bicicletas y peatones. Los Male Karpaty (Pequeños Cárpatos) se elevan hacia el norte, con viñedos en los bajíos. Bratislava es una frenética mezcla de vida urbana y naturaleza, clásica y contemporánea a un tiempo. Se convirtió en la capital del nuevo país independiente en 1993 y conserva las plazas y torres de su apogeo en el s. XVIII, que ahora conviven con monumentos de la era socialista y llamativas estatuas. La vida nocturna ofrece opciones para todos los gustos, desde cervecerías y coctelerías en azoteas al caos de las despedidas de soltero.
Bratislava
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