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Los canarios aman las fiestas y, en Santa Cruz de Tenerife, el espíritu festivo alcanza su clímax, forrado de lentejuelas, en el Carnaval anual. Suele empezar con una fanfarria a principios de febrero y dura unas tres semanas, que incluyen galas, concursos de disfraces, fuegos artificiales y desfiles al estilo de los de Río de Janeiro. Todas las islas celebran el Carnaval con frivolidad y llamativos disfraces de la mañana a la noche, por lo que hay que reservar alojamiento con mucha antelación (si es que uno quiere acostarse, claro).