Se empieza en el Schloss Charlottenburg, donde no hay que perderse la Neuer Flügel (Ala Nueva). Se medita sobre la inutilidad de la guerra en la Kaiser-Wilhelm-Gedächtniskirche y luego, si no es domingo, se va de compras por Kurfürstendamm y se almuerza en la zona de restauración del KaDeWe.
Se da una vuelta por el Jüdisches Museum, diseñado por Libeskind, y luego se baja hasta el Tempelhofer Feld, un antiguo aeropuerto convertido en un parque sostenible; se puede hacer una pausa en su cervecería al aire libre.
Se cena en el eins44 y se va de bares por Weserstrasse y sus bocacalles.