Detroit, el proyecto de reforma más ambicioso de EE UU

Escrito por
Trisha Ping, autora de Lonely Planet

1 Diciembre 2017
8 min de lectura
© Reese Lassman_EyeEm_Getty Images
Detroit, Estados Unidos

Detroit, Best in Travel 2018

Los visitantes que llegan a Detroit esperando encontrar un paisaje apócrifo quedan sorprendidos por lo que ven. Tras años de pérdida de población y de tocar fondo declarándose en bancarrota en el 2013, Detroit resurge.

La antaño desolada ciudad está repleta de peatones, tabernas a pedales que circulan por sus calles y grúas que marcan el perfil urbano: desde el 2006, se han invertido más de 24 000 millones de dólares en proyectos comerciales, de venta al detalle y residenciales.

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 'Skyline' de Detroit tras el río Michigan, Detroit, EE UU © David Bonyun / 500px

Pero Detroit es mucho más que una ciudad en auge: la mayor urbe de Michigan tiene una historia compleja de más de tres siglos, e industrias que van desde la automovilística hasta la Motown. Quienes ahora invierten en la ciudad, en su mayoría, lo hacen respetando aquel patrimonio, restaurando –que no reemplazando– y apostando para que ese gasto extra traiga consigo la recuperación del carácter de la ciudad. Su esfuerzo complementa el de los incondicionales del lugar, que nunca se marcharon, amplificando la singular voz de la ‘ciudad del motor’. Ahora no solo hay más cosas que nunca para disfrutar en Detroit, también se puede comer, dormir y divertirse en edificios que hace un par de años no eran más que ruinas. La nueva Detroit, el proyecto de reforma más ambicioso de EE UU, espera a ser conocida.

Hoteles históricos

Si el viajero busca un alojamiento singular, Detroit le ofrece muchas opciones, cada vez más. Aloft aporta sus aires modernos al David Whitney Building, en Park Avenue. Construido en 1915, este edificio neoclásico estuvo vacío dos décadas; y ahora, el pan de oro del vestíbulo vuelve a brillar tras una restauración de 92 millones de US$. Un poco más abajo en la misma calle, Westin ha restaurado el Book Cadillac, que cuando se construyó, en 1924, era el hotel más alto del mundo.

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Una de las habitaciones del hotel Aloft, Detroit, EE UU © www.aloftdetroit.com
 Una de las habitaciones del hotel Aloft, Detroit, EE UU © www.aloftdetroit.com

La incorporación más reciente es el Detroit Foundation Hotel, inaugurado en mayo del 2017. Ocupa un edificio de 1929 que fue el cuartel general de bomberos de Detroit, y conserva las enormes puertas rojas por las que salían los camiones, aunque con una nueva capa de pintura. Es un hotel-boutique de solo 100 habitaciones que ha conseguido crear cómodos espacios para los clientes sin que el edificio pierda su encanto. Los suelos de mármol y terrazo de las cinco plantas son los originales, igual que las tres barras de bomberos que decoran el Apparatus Room, el bar-restaurante del hotel, que antaño era el garaje de la estación. Aunque se hallan en buen estado, se nota que las instalaciones más antiguas son viejas ya lo cual le da un ambiente único al local.

“Ya no se construyen edificios como estos, y prescindir de los suelos, las molduras y el mármol original hubiera sido una pena”, comenta Emily Childers, directora de ventas del hotel y una de las michiguenses que han regresado a Detroit con el resurgir de la ciudad. “También hemos querido conservar estos elementos por respeto a todas las personas que trabajaron en este edificio tantos años”. No es raro que los residentes más veteranos de la ciudad acudan al hotel y pidan poder verlo, y Childers asegura que todavía es lo suficiente reconocible como para despertar los recuerdos.

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Diseño de las famosas bicicletas de Shinola, Detroit, EE UU © www.shinola.com
Diseño de las famosas bicicletas de Shinola, Detroit, EE UU © www.shinola.com

Hay otros tres edificios históricos en el centro que abrirán sus puertas al público en el 2018. La marca de moda y accesorios Shinola, famosa por sus bicicletas, artículos de piel y relojes de pulsera, abrirá su primer hotel en otoño en un rascacielos de color terracota de Woodward Ave. The Siren Hotel, un ‘hotel del viejo mundo’, con siete bares y restaurantes, ocupará el Wurlitzer Building a partir de enero. Y el Metropolitan Building, de 1925, que estuvo vacío tanto tiempo que hubo que talar un árbol de más de 3 m, se ha embarcado en una reforma de 32 millones de dólares para convertirse en el primer hotel de largas estancias de la ciudad, Element Detroit.

Cenas y copas en Detroit

Los hoteles no son el único activo de la restauración. Si uno sale a cenar o de copas por Detroit, es muy probable que lo haga en un entorno histórico. Es algo que sucede en cualquier restaurante de Corktown, el barrio más antiguo de la ciudad, donde negocios como Slows Bar BQ y Sugar House han ocupado una hilera de coloridas terrazas. El vecino Gold Cash Gold debe su nombre al anterior negocio del edificio, una casa de empeños.

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Concierto en el Sugar House, Detroit, EE UU © tomparr / Flickr
 Concierto en el Sugar House, Detroit, EE UU © tomparr / Flickr

En el Grand Trunk Pub del centro se toma cerveza bajo el adornado techo abovedado de lo que era la taquilla del Grand Trunk Railroad. En Baker’s Keyboard Lounge, el local de jazz en activo más antiguo de la ciudad, hay una enorme barra del s. XX que parece el teclado de un piano.

Pero una de las mayores recuperaciones de la ciudad es la de la del GAR Building (abreviatura de Grand Army of the Republic), con torrecillas y aspecto de fortaleza. Al entrar en uno de los restaurantes de la planta baja, el alegre Parks & Rec Diner o la suntuosa Republic Tavern, de inspiración victoriana, cuesta creer estos más de 30 años de placas de contrachapado, frecuentado solo por vagabundos y palomas.

Construido como un club para los soldados de la Unión en 1898, este edificio gótico destaca como uno de los iconos más emblemáticos de Detroit. Tras la muerte del último veterano de la Guerra de Secesión, el edificio estrenó una nueva vida como Departamento de Parques y Recreación antes de cerrar en los años 80. Aunque fue incluido en el Registro Nacional de Lugares Históricos en 1986, la comunidad temía que el GAR no fuera a restaurarse de una forma que honrara su valor patrimonial. Finalmente, la ciudad lo puso a la venta a principios de la década del 2000; y tras algunas batallas legales y feroces negociaciones, un trío de la ciudad –los hermanos David y Tom Carleton y su socio Sean Emery– cerraron el trato en el 2011.

Recuperar un edificio tan descuidado, lleno de excrementos de palomas, llevó cuatro años. “Mantuvimos todos los elementos originales que pudimos”, asegura David Carleton. “Queríamos que, si los veteranos de la Guerra de Secesión lo visitaran, lo reconocieran tal y como se construyó”.

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Interior del Castle Hall, Detroit, EE UU © www.castlehalldetroit.com
 Interior del Castle Hall, Detroit, EE UU © www.castlehalldetroit.com

Cada restaurante rinde homenaje a una parte de la vida pasada del GAR: Republic presenta la clásica carta rica en carne y una larga lista de whiskies que los veteranos podrían haber disfrutado en la primera época del edificio, mientras que Parks & Rec es un luminoso local de brunchs con carta de temporada. En la segunda planta del edificio hay un espacio para eventos, Castle Hall. Las dos plantas superiores –una de las cuales era un teatro– las ocupa ahora Mindfield USA, una empresa de servicios digitales que es propiedad de los hermanos Carlton. Una gran ventana con forma de medialuna, con los cristales originales, mira hacia la zona verde más nueva de Detroit, Beacon Park, que suele acoger conciertos de música y ‘gastronetas’ en los meses de verano.

Regresa un pedazo de la historia del automóvil

Quien haya visto imágenes de las ‘ruinas’ de Detroit (o la película Transformers), habrá visto la Packard Plant. Este vasto recinto de 325 000 m2 fue diseñado por Albert Kahn en 1903, y durante más de cinco décadas se dedicó a la producción de automóviles de lujo e incluso aviones. Pero los cierres durante la guerra, los cambios en los gustos de los consumidores y una fusión con Studebaker pasaron factura y, en 1958, la empresa, aquejada de problemas, vendió el recinto a Chemical Processing. A finales de los años 90 estaba casi totalmente abandonado, era refugio de grafiteros, matones y fotógrafos que buscaban instantáneas de las ruinas.

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Tras años como paraíso del grafiti, la Packard Plant pronto se convertirá en un recinto de oficinas y ocio, Detroit, EE UU © ArvindGovindaraj / Flickr
 Tras años como paraíso del grafiti, la Packard Plant pronto se convertirá en un recinto de oficinas y ocio, Detroit, EE UU © ArvindGovindaraj / Flickr

Un inversor con sede en Perú, Fernando Palazuelo, de Arte Express, es responsable de la renovación de más de 300 edificios en todo el mundo. Arte Express compró 260 000 m2 del recinto en el 2013, y desde entonces lo está limpiando. Aunque restaurar la Packard Plant tardará al menos una década (y 420 millones de dólares), la fase 1 del proyecto, un complejo de oficinas, estará terminada en otoño del 2019. Ocho arrendatarios comerciales ya han firmado para alquilar espacios en el edificio, que ocupará la zona donde antaño trabajaban los directivos y contables de Packard. Las próximas fases incluyen una escuela técnica y un restaurante de barbacoas.

Arte Express se ha asociado con Pure Detroit para ofrecer circuitos por la planta algunos sábados; circuitos que continuarán tras la reforma, si bien el itinerario podría variar.

Reglas deportivas en District

Los primeros barrios del centro de Detroit en experimentar el cambio fueron Downtown y Midtown. Entre ambos queda District, sede del Fox Theatre, con rótulo de neón, y después del Comerica Park, el estadio de los Detroit Tigers; pero poca cosa más. Olympia Entertainment, propiedad de la familia Illitch, famosos por Little Caesars, vio su oportunidad: construiría un gran pabellón, atrayendo a la gente de los barrios vecinos y creando un destino deportivo sin rival en EE UU. Con la finalización del Little Caesars Arena, sede de los Detroit Red Wings y los Pistons, Detroit es la única ciudad del país con equipos de los cuatro grandes deportes jugando en el centro de la ciudad, a pocas manzanas de distancia entre sí.

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El histórico Fox Theater, en District, Detroit, EE UU © Aubrie Pick / Lonely Planet
 El histórico Fox Theater, en District, Detroit, EE UU © Aubrie Pick / Lonely Planet

El pabellón está rodeado por edificios bajos que albergan espacios comerciales y oficinas. Los vestíbulos quedan entre estos edificios, en una zona llamada la Via. Un techo de cristal que une el pabellón con los edificios hace que el vestíbulo sea un lugar apetecible de por sí, con zona de restauración al aire libre. Una enorme pantalla de vídeo circular en el muro exterior procura que nadie se pierda ni un minuto del evento deportivo o el espectáculo del interior.

El lugar ha despertado interés: los primeros conciertos agotaron las entradas, y los palcos corporativos se asignaron en solo 40 días. Antiguos residentes y lugareños ven una oportunidad que puede ayudar a recuperar su ciudad. “Mucha gente dijo que no creían que Detroit se recuperase, pero que si lo hacía querían ser parte de ello”, afirma el director ejecutivo de Olympia Entertainment, Tom Wilson.

 

Trisha Ping viajó a Detroit con el apoyo de VisitDetroitLos autores de Lonely Planet aseguran su integridad y su independencia editorial siguiendo su propio criterio al margen de las instituciones que han prestado algún tipo de colaboración y nunca prometiendo nada a cambio como, por ejemplo, reseñas positivas.

 

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