Lisboa puede ser un destino perfecto para viajar en familia
En Lisboa incluso los detalles más insignificantes disparan la imaginación. Desde los trayectos en los tranvías amarillos hasta los pastéis de nata o los barcos de los antiguos exploradores varados en sus museos.
Estos son algunos de los lugares que la capital lisboeta ofrece para disfrutar de un viaje en familia:
Parque das Nações
El Parque das Nações es perfecto para los niños, que disfrutarán viendo temibles tiburones y nutrias en el Oceanário, experimentando la ingravidez y haciendo funambulismo sobre una bicicleta en el Pavilhão do Conhecimento y empapándose por completo en los Jardins d’Água. Este parque es un ejemplo de la regeneración urbana vivida por la ciudad a partir de la Expo‘98. Allí hay jardines, instalaciones de arte, un impresionante acuario y muchos sitios para comer al aire libre. También es un lugar perfecto para aventuras sobre dos ruedas y se pueden alquilar bicicletas allí mismo. El Oceanário es la joya de la corona, un espacio en el que nadan más de 8000 criaturas marinas en 7 millones de litros de agua salada.
Los niños se divertirán también en el Pavilhão do Conhecimento, un museo interactivo donde podrán experimentar la menor fuerza gravitatoria de la Luna o pedalear sobre una cuerda floja. Los físicos en ciernes lo pasarán en grande creando tornados y pompas de jabón gigantes, antes de desmadrarse en una casa inacabada.
Parque Eduardo VII y Jardim da Estrela
La mayor parte de las plazas y parques de Lisboa cuentan con zonas de juegos para que los pequeños gasten energía, como la del Parque Eduardo VII y la del Jardim da Estrela, con motivos animales. El primero es un oasis urbano bautizado así en honor del rey Eduardo VII de Inglaterra, que visitó Lisboa en 1903. Desde su parterre en pendiente se tienen unas estupendas vistas de la zona que llegan hasta el río. Es un sitio bastante tranquilo para hacer un alto en el camino con los niños.
Otro buen rincón verde para descansar es el Jardim da Estrela, frente a la basílica del mismo nombre. Es perfecto para pasear, con senderos que transcurren entre pinos, araucarias y palmeras, macizos de rosas y cactus, y; en el centro, una enorme higuera de Bengala. A los niños les encantan sus estanques con patos y las zonas de juegos temáticos.
Museu de Marinha
El Museu de Marinha, en la zona de Belem, es un viaje náutico a la era de los Descubrimientos, con armadas en miniatura, balas de cañón y botines de naufragios. Expone también tesoros más para del agrado de los adultos, como el altar portátil de Vasco da Gama, un montón de globos terráqueos del s. XVII y los pulcros camarotes privados del yate real. En el edificio de al lado hay además muchas embarcaciones reales, máquinas antiincendios del s. XIX o hidroaviones. Sin duda, es perfecto para entretener a los niños contándoles las entretenidas aventuras de la exploración del mundo.
Museu da Marioneta
Será muy fácil descubrir el niño que se lleva dentro al visitar este sorprendente y encantador museo de marionetas, un verdadero taller de Geppetto situado en el Convento das Bernardas, del s. XVII. Junto a personajes conocidos hay verdaderas rarezas: marionetas de agua vietnamitas, títeres de ópera sicilianos y complejas marionetas de sombras birmanas.
Alrededores de Lisboa
Si hace bueno, se puede tomar el tren a Cascais para comer helados y jugar en la arena. Se pueden avistar delfines en Setúbal o jugar a ser reyes en las fantásticas torres del castillo de Sintra y los bosques que lo rodean.
En Cascais hay muchas cosas que hacer después de la playa; por ejemplo, pasear entre sus callejones para visitar pequeños museos, acercarse al puerto deportivo a ver los barcos, probar a hacer surf en la Praia do Gincho, 9 km al noroeste, o correr y montar en bicicleta por el sendero litoral. En Setúbal se puede pasar el día viendo a los delfines, y también pasear en bicicleta por la costa, descubrir las bandadas de cigüeñas blancas o cruzar en un barquito por el estuario del Sado. En Sintra, los niños se quedarán encantados recorriendo el Castelo dos Mouros o el Palacio Nacional da Pena, que bien podrían pertenecer a algún cuento, o perdiéndose por los bosques que los rodean.