Revitalización comunitaria en la transformación Medellín
Medellín dejó de ser la ciudad más peligrosa del mundo para convertirse en una de las más innovadoras, y ha roto todos los estereotipos con su revitalización comunitaria.
Una multitud entre esculturas de Fernando Botero © sunsinger / Shutterstock
En el valle de Aburrá, con modernos telecabinas que van de las flamantes estaciones de metro al pie de los Andes, hoy cuesta creer que Medellín –metrópolis de ambiciosa arquitectura futurista, apreciado arte público y una vibrante vida nocturna– fuera antes la ciudad más peligrosa de la Tierra.
Su transformación es increíble. En el transcurso de una generación ha pasado de estar controlada por los criminales de la droga a ser la urbe de moda en Colombia. Los antiguos barrios albergan circuitos de grafiti; la Zona Rosa, bañada en neón, ofrece delicias culinarias y marcha hasta altas horas de la noche; y el descomunal arte de Fernando Botero luce por doquier.
Casas de la Comuna 13 © Antoine Barthelemy / Shutterstock
Esta revitalización se debe, sobre todo, al antiguo alcalde de la ciudad, Sergio Fajardo Valderrama, que recuperó los espacios públicos, reintegró en la comunidad a los paramilitares desmovilizados, canalizó inversiones hacia las zonas más pobres e impulsó sus planes con nuevos enlaces de transporte entre los barrios y el centro, uniendo a la ciudad y sus residentes.
El esfuerzo dio su fruto: la urbe hoy cultiva una rica faceta cultural donde destacan la poesía y el tango. Conocida como ‘la ciudad de la eterna primavera’ –gracias a que goza de buen tiempo todo el año, con flores silvestres y montañas de un verdor fresquísimo–, hoy vuelve a brillar bajo el sol: Medellín no solo se ha revitalizado, ha vuelto a nacer.
De primera mano
“Llegué a Medellín hace seis años para aprender español. Iba a quedarme dos meses, pero la ciudad me cautivó y no quise irme. Junto a los Andes, con un clima templado todo el año, gente encantadora y una increíble transformación urbana, es un hogar maravilloso”.
Nathan Rodgers, propietario de Cannúa Lodge.