Unos farolillos rojos marcan los límites del Pequeño Japón de São Paulo, donde los paulistas disfrutan de distintas cocinas y compran de todo, desde katanas a cosmética coreana. La evolución de Liberdade de enclave a japonés a entro panasiático ofrece una nueva dimensión al mosaico cultural de Brasil, y pone de relieve la historia de la mayor comunidad japonesa fuera del país del sol naciente.
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✩ El mejor crisol de culturas y cocina de América Latina
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Explorar Asia en brasil
Hace falta valor para conocer a fondo São Paulo, pero en el enclave de culturas asiáticas que es Liberdade, la ciudad cobra vida sobre un telón de fondo de historia negra y japonesa brasileña. Unas 60 000 personas viven en este conjunto de edificios al sur de Praça de Sé y más de 600 000 japoneses-brasileños residen en la metrópolis de São Paulo, pero la comunidad más amplia se distribuye por todo el país, con más de dos millones de descendientes de japoneses registrados en Brasil.
Cuando los inmigrantes japoneses empezaron a llegar a São Paulo en el s. XIX, las tierras en torno a Liberdade eran las zonas más económicas para asentarse, ya que este había sido el emplazamiento de los patíbulos donde se realizaban las ejecuciones públicas. Todavía hay un monumento a los esclavos africanos ejecutados en la Capela dos Aflitos (capilla de los Afligidos). Antiguamente, era una zona que solía evitarse, pero la creciente población de trabajadores japoneses –cuya historia se cuenta en el Museu Histórico da Imigração Japonesa– lo convirtió en su hogar.
Si se visita el fin de semana, hay que ir a Praça de Liberdade, donde abundan las delicias de comida callejera en la Feira da Liberdade: yakisoba (fideos salteados) y taiyaki (cono en forma de pescado relleno de helado cremoso) junto con acarajé (buñuelos africanos).
Solo hay que seguir los farolillos rojos a través del paso elevado hasta la torii, pero conviene tomárselo con calma, callejear y entrar y salir de las tiendas y los estrechos centros comerciales de varios pisos como la Galeria Liberdade, donde se puede rebuscar entre montañas de productos de anime y cultura pop.

Praça de Liberdade. ©Diego Grandi/Shutterstock
Una aventura inesperada y deliciosa
Los puestos que venden té de burbujas, onigiri (bolas de arroz) y takoyaki (buñuelos) son muy tentadores, pero mejor reservarse para una comida japonesa completa como el omurice (arroz con pollo y verduras cubierto con una tortilla) en New Mimatsu, o un bol de ramen acompañado de sakerinha (caipiriña de sake) en Lamen Kazu.
Es buena idea demorarse por las calles laterales para admirar arte callejero, o adentrarse en uno de los dos pequeños jardines públicos: el Jardim Oriental y Largo do Pólvora. Y aún más íntimo y evocador es el templo Lohan, un centro budista y de artes marciales que ofrece visitas guiadas.
Por la noche, se puede ver un espectáculo en vivo en el antiguo Cine Joia o vivir una noche de karaoke en Sakeria Liberdade en el Nikkey Palace Hotel.

Largo do Pólvora. ©Manuela Lourenço for Lonely Planet
Momento memorable
Si te gusta curiosear en las tiendas de comestibles, Liberdade tiene la mejor selección de estas de São Paulo. En ellas América del Sur confluye con Asia en pasillos llenos de tentempiés importados, junto con curiosos combinados que mezclan ingredientes brasileños con dulces japoneses y tentempiés salados.