Refugios para huir del calor y las hordas turísticas
En este diverso mundo también hay propuestas para los viajeros que quieran huir del calor, de las playas atestadas de gente y de las oleadas de turistas. A continuación, 6 refrescantes propuestas por Europa.
1. Al norte del norte: las islas Svalbard
El archipiélago subpolar de Svalbard, Noruega, es un lugar conmovedor: deliciosamente lejano pero sorprendentemente accesible, es la parte del Polo Norte más evocadora y una de las últimas grandes zonas vírgenes del continente. Cumbres de bellas formas, sólidos campos de hielo (el 60% de Svalbard está cubierta de glaciares) y fiordos desgarradamente hermosos constituyen el telón de fondo para una rica muestra de fauna y flora árticas (con casi una quinta parte de los osos polares de todo el mundo, que superan en número a los habitantes).
La belleza espectacular de los fiordos de Noruega
2. El Cabo Norte y más al norte todavía
Dicen todos los folletos que el Cabo Norte (Nordkapp para los noruegos) es el punto más septentrional de la Europa continental y más de 200 000 personas se acercan cada año a comprobarlo. La vista realmente es impresionante, y hasta finales de julio, el sol no se pone en el horizonte nunca. Se puede pasar la noche en autocaravana en el propio cabo, aunque no hay agua ni electricidad. Sin embargo, Nordkapp no es el punto más al norte de Europa. Ese honor corresponde a Knivskjelodden, que se encuentra tras una caminata de 18 km ida y vuelta, y es menos espectacular e inaccesible sobre ruedas. El sendero no es difícil, pero conviene llevar botas de agua. Cuando se llega a lo alto, hay un obelisco con forma de colmena que señala que estamos a la latitud 71ª 11’08” N a nivel del mar. Una vez allí hay que hacer una foto, porque más al norte, imposible.
3. En la cima de los Alpes
Toda Suiza esconde rincones fresquísimos para refugiarse en verano. Este país, dominado por los Alpes, esconde lagos glaciares, cimas nevadas en el estío, prados alpinos, senderos fresquitos que siguen los arroyos alpinos… En la Suiza nororiental los senderos se desenredan como carretes de hilo, tejiendo los mosaicos de prados de Appenzell, pasando por las aguas del lago de Walen y los dorados viñedos de Klettgau o las aldeas remotas junto a los glaciares y picos de los Alpes de Glaris. Desde la atronadora Rheinfall hasta las aguas tranquilas del lago Constanza, la naturaleza tiene una dimensión enorme. El paisaje de cuento de hadas se completa con ciudades coronadas por castillos, como Stein am Rhein y Shaffhausen.
La mejor forma de recorrer Suiza
4. Un chapuzón en los lagos finlandeses
La mayor parte del sur de Finlandia es conocida como “región de los lagos”, pero aquí estas palabras cobran verdadero sentido; a menudo parece haber más agua que tierra, y qué agua: brillante y cristalina, reflejando el cielo y los bosques tan nítidamente como un espejo. Aquí se sitúa Carelia, una de las regiones más representativas de Finlandia, con ciudades como Lappeenranta, al borde del inmenso lago de Saimaa, el más grande del país, o como Savonlinna, considerada la ciudad más bonita de Finlandia. Sobre dos islas y entre dos lagos, es la población más típica de la región de los lagos con un espectacular castillo en lo alto de un peñasco. En julio, además, se puede asistir a su mundialmente conocido festival de ópera.
5. Las Highlands, Inverness y algunos monstruos escoceses
En el norte de Escocia, en las tierras altas, se encuentra una tierra épica de agreste belleza, que se descubre por sus nieblas, montes, rocas y brezos. Las largas y soleadas tardes estivales son la compensación tras tantos días de lluvia. Allí, las piedras cuentan historias por todos los rincones; los túmulos de Caithness y las estructuras de las Hébridas Exteriores dan testimonio de la destreza de los constructores prehistóricos; los castillos y los vestigios de los crofts (minifundios) abandonados reflejan la turbulenta historia de las Highlands. Y en medio de todo, tres visitas imprescindibles: la solitaria isla de Skye, Inverness, la capital de las Highlands y un circuito por sus enigmáticos lagos, entre ellos (¡cómo no!) el Loch Ness, habitado por el famoso monstruo.
En Escocia también hay playas…
6. Islandia, lagos, hielo (y un poco de fuego)
Hay que ir a Islandia alguna vez en la vida, y el mejor momento siempre es el verano. Con sus explosivos géiseres, sus piscinas de lodo hirviendo, glaciares que se abren paso entre las montañas, o lagos color turquesa es un país único. Islandia es perfecto para observar ballenas, hacer senderismo sobre el hielo y ver cómo el planeta sigue formándose. Una semana es tiempo suficiente para disfrutar de algunas experiencias únicas, como bañarse en piscinas geotermales o divertirse en la calle principal de Reikiavik, sin que se llegue a hacer nunca de noche. Este es un lugar único que debe tener la mayor concentración de soñadores, escritores, poetas y músicos del mundo.
Islandia: las mejores aventuras para los amantes de la naturaleza