París es una ciudad que podríamos visitar cada año, ¿verdad?
La próxima vez que viajes a París, la ciudad del amor, descubre todos los rincones literarios que esconde.
Como bien dice Rick Baline al final del film Casablanca, “siempre nos quedará París”. Y es cierto: ¿quién dice que no a una escapada a la Ciudad de la Luz? La capital francesa entró en auge en el siglo XX gracias a ser el escenario de valiosas obras literarias y a estar en boca de grandes escritores. Ernest Hemingway, autor de París era una fiesta, aclamó que “si tienes la suerte de haber vivido en París de joven, París te acompañará vayas donde vayas, el resto de tu vida”. ¿Será cierto?
En París uno pasea por la Avenida de los Campos Elíseos, desde la plaza de la Concordia hasta el Arco del Triunfo; visita la Catedral de Notre Dame y la Basílica del Sacré Coeur; explora Montmartre; va al Louvre y al Museo de Orsay, y, como no, hace un pícnic bajo la Torre Eiffel. Para saborear el verdadero París, sin embargo, hay que añadir a estos imprescindibles otras experiencias que aunque no tan famosas, igualmente merecen la pena: el París literario a través de barrios, librerías y hoteles míticos en la historia de un lugar que sirvió de refugio para sus obras a grandes como Scott Fitzgerald, Ezra Pound o Gertrude Stein. Quién pudiera viajar al pasado para presenciar tal escenario.
Clásicos de la librería
El 15 de noviembre de 1915, Adrienne Monnier abrió La Maison des Amis des Livres en el número 7 de la rue de l’Odeon. Su pareja, la norteamericana Sylvia Beach, se anamoró no solo de la librera y poeta, sino también del mundo de la lectura. Tal fue su interés que en 1922 creó el famosísimo Shakespeare and Co. Ambas mujeres fueron las responsables de que se llegara a publicar la novela Ulises de James Joyce.
Barrio de Saint-Germain-des-Prés
Rojo y Negro de Stendhal está ambientado en la estación de La Verrière y Julio Cortázar frecuentaba la librería La Hune en el número 17 del bulevar de Saint-Germain, ahora convertida en galería de arte. Muy cerca se encuentran dos templos culturales que no pasaron desapercibidos entre los personajes célebres de los años 50. Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir solían ir al Café de Flore y al Deux Magots.
Barrio de Montparnasse
Según la mitología griega, ahí habitaban las Musas, las hijas pequeñas de Apolo, inspiradoras del arte. Este barrio de poetas acoge la brasserie más concurrida de la ciudad, La Coupole, donde Pablo Neruda conoció al escritor y periodista judío Ilyá Grigórievich. El autor de Veinte poemas de amor y una canción desesperada incluía alguna cosa de París en cada una de sus obras. Y fue ahí donde en 1971 le concedieron el Premio Nobel de Literatura.
Hoteles parisinos, hogar de escritores
En el Hotel d’Anglaterre se alojó William Faulkner, autor de El ruido y la furia. En Le Cloc Médicis, en pleno barrio Latino, Paul Veraine y los hermanos Machado –Manuel escribió gran parte de los poemas de Soledades en alguna de sus habitaciones–. Y en el Hotel d’Alsace murió Oscar Wilde. Él mismo dijo que “los mejores norteamericanos mueren en París”. No le faltaba razón: otros grandes como Charles Baudelaire, Samuel Beckett o Guy Maupassant también descansan en la capital.