En Lonely Planet creemos que el turismo responsable puede ser una fuerza positiva. Barack Obama, el primer presidente en ejercicio de EE UU que ha visitado Camboya, Etiopía, Kenia, Myanmar y Laos, también lo cree. En su último viaje oficial al extranjero habló con nosotros sobre cómo los jóvenes optimistas, tolerantes y comprometidos que ha conocido por todo el mundo le dan esperanza para el futuro.
Por Barack Obama, Presidente de EE UU
Hoy termino en Perú el que probablemente sea mi último viaje al extranjero como presidente. Vine para asistir a una cumbre de líderes del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico, pero también hice algo que ha sido el sello distintivo de mis viajes como presidente: reunirme con gente joven en el ayuntamiento.
Saludando a una niña durante la Cumbre de las Américas, Plaza de San Pedro, Cartagena, Colombia, 15 de abril del 2012. © Pete Souza / Official White House Photo
Durante mi tiempo como presidente he recorrido más de un millón y medio de kilómetros por todo el mundo. Estos viajes al extranjero han incluido cumbres internacionales y visitas bilaterales fundamentales para nuestro progreso, reforzando alianzas, logrando compromisos con antiguos adversarios, renovando la economía global y forjando acuerdos para combatir el cambio climático, detener el avance de las armas nucleares, expandir el comercio y reducir la pobreza y la enfermedad.
Dejo mi cargo más convencido que nunca de que la cooperación internacional es indispensable. Sin reuniones periódicas con líderes extranjeros, y sin coordinación institucional entre EE UU y nuestros aliados y socios, no podemos superar desafíos que no entienden de fronteras. Fue necesario que docenas de países trabajaran juntos para vencer al ébola. La presión coordinada y el tacto diplomático lograron un acuerdo de paz que posibilitó la reducción del programa nuclear iraní. Casi doscientos países dedicaron años a las arduas negociaciones del Acuerdo de París para proteger nuestro planeta. Cada día Estados Unidos trabaja con otros países compartiendo información para prevenir ataques terroristas, detener el tráfico de personas, desmantelar cárteles de la droga o luchar contra la corrupción.
Tras una fotografía en grupo, algunos pequeños intérpretes ayudan a Obama a incorporarse © Pete Souza / Official White House Photo
Y si bien esta cooperación es esencial, siempre he creído que nuestros compromisos con otros países no deben limitarse a los gobiernos; también hay que involucrar a la gente de todo el mundo. Y en particular debemos mantener nuestro compromiso con los jóvenes. Ellos decidirán el futuro cuando los que ocupamos las posiciones de poder abandonemos el primer plano mundial.
Consideremos los datos demográficos de nuestro mundo. Más de la mitad de los seres humanos tienen 30 años o menos. Esta cifra es mucho más pronunciada en los países en desarrollo, donde vive el 90 % de la población global menor de 30 años. Estos jóvenes asisten a revoluciones tecnológicas que están cambiando la vida en nuestro planeta, que permiten un acceso sin precedentes a la información y a la conectividad, y que, a la vez, causan enormes alteraciones en la economía global. Y mientras los líderes mundiales tratan los temas apremiantes del día, son los jóvenes del planeta quienes decidirán si sus voces dirigen el cambio que se extiende por nuestro mundo a favor de más justicia, oportunidades, tolerancia y respeto mutuo.
Contemplando una actuación en la pista del aeropuerto internacional Julius Nyerre, Dar es Salaam, Tanzania, 2 de julio del 2013 © Pete Souza / Official White House Photo
Por eso he lanzado las becas Iniciativa de Jóvenes Líderes en África, el sureste asiático y Sudamérica, dedicadas a empoderar a los jóvenes conectándolos entre sí y ofreciéndoles recursos para ayudarles a construir una oenegé, emprender un negocio o iniciar una carrera en el servicio público. Estas iniciativas incluyen redes en línea, reuniones en nuestros destinos diplomáticos, becas, prácticas y la oportunidad de participar en programas de facultades y universidades estadounidenses. Medio millón de personas menores de 35 años forman hoy parte de estas redes, y más de tres mil de estos jóvenes han viajado a Estados Unidos.
Cada día estos jóvenes trabajan para mejorar sus comunidades desde abajo. Un rapero de Uganda promueve la participación ciudadana a través de su música. Un emprendedor ruandés usa nuevas tecnologías para suministrar electricidad a pueblos remotos. Un doctor de Myanmar ofrece cirugía gratis para niños. Una activista de Tailandia ha organizado a jóvenes del sureste asiático para luchar contra el tráfico de personas. Un joven laosiano moviliza a las comunidades de su región para detener la tala ilegal que amenaza al medioambiente. Una funcionaria municipal de Filipinas lanza nuevas iniciativas para promover la salud de las mujeres y evitar los embarazos adolescentes, y para ello emplea lo que aprendió en una beca de colaboración en Montana. Al reflexionar sobre el camino recorrido desde sus humildes comienzos en un pequeño pueblo, dijo: “La Iniciativa de Jóvenes Líderes en el sureste asiático ha cambiado mi vida”.
Bailando con colegiales y la Primera Dama, Bombay, India, 7 de noviembre del 2010 © Pete Souza / Official White House Photo
Ninguna de estas iniciativas transformará nuestro mundo, pero cada una de ellas crea una ola de progreso que, de forma gradual, traerá el cambio que el mundo necesita. Hablando con estos jóvenes, hay algo que surge una y otra vez: el valor que suman al estar conectados entre sí. Un guineano que participó en nuestro programa de becas lo definió muy bien: “Cuando viajé a EE UU y conocí a tantos jóvenes africanos extraordinarios, me di cuenta de la suerte que tenía al descubrir y aprender cómo puedo impactar en la vida de las personas. También aprendí sobre tolerancia y multiculturalismo. He vivido muchas experiencias por el mundo, pero conocerles me ayudó a decidir que quería tener efecto en los millones de vidas que me rodean”.
Estos esfuerzos no copan titulares, pero reflejan el optimismo que he percibido en jóvenes de diferentes razas, religiones y nacionalidades por todo el planeta, incluidos los Estados Unidos. En una época en la que debemos hacer frente a tanta división en la política global, los jóvenes suelen ser más tolerantes y compasivos, y están más comprometidos a trabajar desde abajo por el cambio que beneficiará a sus comunidades.
Participando en un evento cultural con jóvenes costarricenses y la presidenta Laura Chinchilla, Casa Amarilla, San José, Costa Rica, 3 de mayo del 2013 © Pete Souza / Official White House Photo
A menudo me preguntan cuál será mi legado sobre alguna política concreta. La política es importante, pero también creo que el progreso se medirá, básicamente, por el trabajo de los jóvenes que hemos motivado. Ellos son futuros presidentes y primeros ministros, activistas y emprendedores. Me dan esperanza, y estoy deseando ver el extraordinario cambio que son capaces de lograr cuando reclamen el bastón de mando.
Traductora: Raquel García Ulldemolins