Las 26 mejores experiencias en Japón

Escrito por
Phillip Tang, autor de Lonely Planet

18 Marzo 2025
22 min de lectura
© f11photo/Shutterstock
La torii del santuario Itsukushima-jinja en la isla de Miyajima.

Japón es un festín para los sentidos. Desde el tañido solemne de las campanas en sus templos y la peculiaridad de sus hoteles cápsula, hasta sus islas de gatos, las esculturas al aire libre, las aguas termales rodeadas de pinares y la explosión de umami en su gastronomía de primer nivel, cada rincón ofrece una experiencia única. Sin embargo, con tantas maravillas en un solo país, es fácil sentirse abrumado: ¿por dónde empezar?

No te preocupes. Hemos preparado una selección de las mejores experiencias en Japón, desde las más emblemáticas hasta aquellas joyas ocultas que merecen ser descubiertas.

1. Deleitarse con la auténtica gastronomía japonesa junto a los locales

Los aromas de las brochetas de yakitori asadas al carbón, bañadas en una dulce salsa teriyaki, flotan en el aire. El chisporroteo de los okonomiyaki, esas deliciosas tortitas de mariscos y col, desprende su inconfundible fragancia sobre la plancha caliente. Dondequiera que se mire, restaurantes y pequeños comedores sirven platos japoneses exquisitos, cada uno con su propia historia y tradición. En ciudades como Osaka y Fukuoka, los yatai (puestos ambulantes) convierten las calles en un auténtico paraíso gastronómico, donde probar nuevos sabores cada día es parte de la aventura.

Para una cena informal en pareja o en grupo, una 'izakaya' es una excelente opción: mitad bar, mitad restaurante, es un lugar acogedor donde siempre hay comida sabrosa y buen precio. Allí podrás degustar especialidades como nabemono (platos de hotpot), la exquisita carne de Kobe y wagyū, sashimi o pescado a la parrilla. Otra alternativa es disfrutar del 'sushi' en un 'kaiten-zushi', donde los platos giran en una cinta transportadora, como en el popular Numazukō en Tokio.

Los tentempiés modernos japoneses, favoritos entre los niños (y los no tan niños), incluyen los hotcakes extra esponjosos, el omurice (tortilla rellena de arroz con ketchup) y las pirámides de sando de fresa y nata.

Muchos pequeños restaurantes se especializan en un solo platillo, como el kara-age (pollo frito), udon (fideos gruesos de trigo), soba (fideos finos de alforfón) o el katsu-kare (chuleta de cerdo empanizada con curri suave). Incluso los modestos bares de 'yakitori' pueden sorprenderte con sus intensos sabores ahumados, que maridan perfectamente con un vaso de sake.

Consejo local: un teishoku (menú fijo) te permite probar un poco de todo, incluyendo arroz y sopa de miso. Es una opción popular tanto para el almuerzo como para una cena ligera.

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Los cerezos en flor en el monte Yoshino durante la primavera. Sean Pavone/Shutterstock ©

2. Perseguir los cerezos en flor y los festivales

Japón vive y respira festivales. A lo largo del año, los matsuri celebran la nieve, el verano, la música y prácticamente cualquier tema que puedas imaginar. Son la ocasión perfecta para ver bailarines y percusionistas ataviados con los trajes tradicionales de cada región, disfrutar de la vibrante comida callejera y maravillarse con la magia de los faroles y los fuegos artificiales. Todo transcurre con el orden y respeto característicos de Japón, en un ambiente festivo ideal para toda la familia.

El espectáculo natural por excelencia es son los cerezos en flor, un evento que atrae visitantes de todo el mundo. Estas delicadas flores rosadas y blancas anuncian el final de marzo e invierno y la llegada de la primavera. Algunos de los mejores lugares para admirarlas en todo su esplendor incluyen el monte de Yoshino, la región de los Cinco Lagos del Fuji, castillos como Hirosaki-jō y prácticamente cualquier rincón de Kioto.

Otros festivales destacados que merecen estar en tu itinerario incluyen el Gion Matsuri, la gran celebración veraniega de Kioto en julio, donde podrás ver enormes carrozas y a los locales vestidos con yukata (batas de algodón). En febrero, el Yuki Matsuri de Sapporo, el famoso festival de la nieve, deslumbra con su concurso internacional de esculturas de hielo, toboganes congelados y laberintos para los más pequeños.

3. Recorrer en bicicleta las islas del mar de Seto

El Shimanami Kaidō es un sueño hecho realidad para los ciclistas. Esta ruta de 70 km, marcada con una línea azul, atraviesa seis islas y ofrece vistas de montañas esmeralda, plantaciones de naranjos y la brisa marina como compañera de viaje. Partiendo desde Onomichi, en la isla de Honshū, hasta Imabari, en Shikoku, el trayecto permite hacer paradas para nadar en playas escondidas, visitar un museo dedicado a pintores locales y explorar santuarios con vistas panorámicas al mar.

Desvío recomendado: para una aventura aún más alejada del turismo convencional, prueba la ruta ciclista de Tobishima Kaidō.

4. Degustar ‘sake’ en Saijō

Visitar un pueblo del 'sake' es una experiencia tranquila y casi meditativa. Levanta la pequeña copa con ambas manos, una sosteniendo la base. Observa las láminas de oro danzando en el sake cristalino. Da un sorbo y siente cómo el líquido suave y fresco baja por la garganta, dejando un leve rastro de ciruela. Luego, es hora de pasar a la siguiente cervecería.

El proceso de transformar el arroz en alcohol tiene una historia de más de 2000 años, y algunas cervecerías de Saijō llevan operando más de 150 años. Este pueblo alberga ocho austeras cervecerías de fachadas encaladas, con altas chimeneas de ladrillo donde se exhiben sus nombres en caracteres japoneses. 

Un buen punto de partida para la degustación es la Kamotsuru Sake Brewing Company, donde se puede observar el proceso de elaboración del 'sake'. Aquí bebieron los señores feudales durante el período Edo (1603-1868), y fue esta misma cervecería la que produjo el sake con láminas de oro que el expresidente de EE UU Barack Obama probó en Tokio, servido por el fallecido primer ministro japonés Shinzō Abe. Quién sabe, quizás esta experiencia te inspire a declarar tu devoción al dios del 'sake'.

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Kinkaku-ji en Kioto. Bule Sky Studio/Shutterstock ©

5. Explorar los templos y jardines de la antigua Kioto

Con más de 2000 templos exquisitamente conservados, Kioto es el corazón del Japón tradicional. Recorrer sus espléndidos jardines y casas de té ceremoniales es sumergirse profundamente en la historia del país. Una de las imágenes más icónicas de Japón es la del Kinkaku-ji, con sus niveles dorados reflejándose en el estanque que lo rodea, enmarcado por un paisaje de pinos que realza su esplendor.

La tradición de los jardines en Kioto está estrechamente ligada a monjes, emperadores y filósofos. Los jardines japoneses están diseñados con un estilo minimalista que favorece la meditación y la contemplación. Cada detalle tiene un significado: un puente envejecido que simboliza el paso del tiempo o piedras dispuestas de manera única. El más intrigante de todos es el jardín zen de Ryōan-ji, una disposición misteriosa de 15 rocas que desafía la percepción del visitante.

Consejo: Kioto tiene muchísimo por descubrir, así que lo ideal es llegar temprano en un día de semana para evitar las multitudes. Por la noche, pasea por las calles iluminadas con linternas del distrito de Gion, donde los restaurantes y casas de té tradicionales del siglo XVII mantienen viva la esencia del entretenimiento y la cultura de las geishas (conocidas localmente como geiko).

6. Atravesar Japón a toda velocidad en un tren bala

Su nariz aerodinámica se desliza hasta la próxima estación con la precisión de una nave futurista. Y, en cierto modo, lo es. En Japón, los trenes bala ('shinkansen') recorren el país a velocidades de hasta 320 km/h, combinando rapidez y comodidad con una eficiencia casi sobrenatural. Desde los asientos impecables y confortables, el panorama se despliega en una danza vertiginosa: rascacielos imponentes dan paso a bosques de pinos y extensos paisajes rurales en cuestión de segundos.

Algunos modelos de tren conservan un aire nostálgico en sus alfombras resistentes y portaequipajes en tonos beige, pero lejos de verse anticuados, desprenden un encanto 'retro'-futurista que los hace aún más fascinantes.

Consejo: los pases de tren como el JR Pass pueden ahorrarte dinero y tiempo, ya que ofrecen viajes ilimitados dentro de un período determinado. Algunos son más baratos si los compras antes de llegar a Japón. Usa la Japan Official Travel App para planificar tus trayectos y comparar costos con y sin pase.

7. Sumergirse en el mundo del ‘anime’ en Akihabara y Den Den Town

Los distritos de Akihabara en Tokio y Den Den Town en Osaka son el paraíso de los 'otakus' (fanáticos del anime y la cultura pop japonesa). Incluso si no eres un gran seguidor del género, estas zonas especializadas merecen una visita para experimentar el nivel de obsesión artística que solo Japón puede ofrecer.

En este país, el anime va mucho más allá de la televisión: es juguetes, videojuegos, moda y un estilo de vida. Los personajes de anime decoran tarjetas de crédito, trenes e incluso folletos del gobierno. Recorrer estos barrios es perderse en un mundo donde la línea entre la ficción y la realidad se desdibuja, y donde los fanáticos dan vida a sus personajes favoritos con impresionantes disfraces.

Es fácil quedar deslumbrado y sentir que has entrado en un universo animado (y consumista). Bajo un mar de luces de neón, doncellas de estilo francés y personajes de 'cosplay' te invitan a entrar en los populares 'maid cafés' de Akihabara. Cientos de tiendas ofrecen todo lo que un corazón otaku podría desear: mangas, máquinas de cápsulas gashapon, figuras de colección retro y la última tecnología en gadgets.

Desvío recomendado: si prefieres una forma más tranquila (o familiar) de adentrarte en el mundo del anime, el Museo Ghibli en el oeste de Tokio es un lugar mágico que te hará sentir como dentro de una película de Studio Ghibli.

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Hotel cápsula en Kioto. Pajor Pawel/Shutterstock ©

8. Dormir en un hotel cápsula

Prepárate para una de las experiencias más únicas y futuristas de Japón. Observa las filas de cápsulas, sube la escalera y métete en tu propio "módulo espacial". Hay suficiente espacio para sentarte con las piernas cruzadas y disfrutar de un colchón mullido mientras te envuelve una sensación de comodidad y privacidad.

En Japón, un hotel cápsula es un lugar donde la cama es exclusivamente para dormir y la privacidad es primordial. Sin embargo, los baños compartidos suelen ser espaciosos, con múltiples duchas y todas las comodidades necesarias.

Los fines de semana, los hoteles cápsula más baratos pueden llenarse de fiesteros que roncan hasta el amanecer, pero en general, los huéspedes son muy respetuosos. No es un lugar para socializar, lo que lo convierte en un paraíso para los viajeros que solo buscan una noche de descanso en un espacio limpio y minimalista, casi como una estación espacial.

Consejo: las cápsulas suelen estar separadas en secciones para hombres y mujeres. Aunque originalmente estaban diseñadas para empresarios, hoy en día existen varios hoteles cápsula exclusivos para mujeres.

9. Disfrutar de una cena ‘kaiseki’ de varios tiempos

Capturar los ingredientes en el punto máximo de su frescura es la esencia de una comida 'kaiseki', una experiencia gastronómica donde el arte del diseño japonés se une con la belleza natural y el sabor, enraizado en las ceremonias del té del siglo XVI.

Un menú kaiseki se compone de ingredientes de temporada, que pueden comenzar con un plato de erizo de mar y cangrejo kegani, seguido de una sopa y un surtido de especialidades como sushi y ternera de Kameoka.

Los siguientes platos están dedicados al sashimi fresco, vegetales coloridos y tofu, pescado de temporada a la parrilla, sake, arroz cocido en olla de barro y un postre elegante. En primavera, es común encontrar una flor de cerezo decorando el plato, añadiendo un toque poético a la experiencia. Cada presentación es un deleite visual, con platos de cerámica japonesa cuidadosamente seleccionados para realzar la estética de cada bocado.

Consejo: Kioto es uno de los mejores lugares para probar un auténtico kaiseki, con opciones destacadas como Kikunoi. Si el presupuesto no alcanza para una comida completa, asistir a una ceremonia del té japonesa es una forma elegante de experimentar parte de la tradición y conocer los rituales que han dado origen a esta refinada cocina.

10. Disfrutar de un espectáculo de kabuki en Tokio

Todo en un espectáculo de kabuki es un despliegue de arte y dramatismo. Una obra típica consta de tres o cuatro actos, cada uno con una duración aproximada de una hora. Estas representaciones suelen dramatizar eventos históricos, siendo la más famosa Chūshingura, la legendaria historia de los 47 rōnin, un grupo de samuráis sin señor que buscan vengar la muerte de su maestro.

Desde el maquillaje dramático de los actores, sus elaborados trajes y los movimientos exagerados que siguen el ritmo de la música en vivo, hasta la impecable puesta en escena, es fácil entender cómo esta forma de arte ha cautivado al público durante siglos.

Consejo: el Teatro Kabukiza, adornado con linternas rojas y enormes banderolas, es el mejor lugar en Tokio para presenciar esta forma teatral japonesa estilizada en todo su esplendor.

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Himeji-jō, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, data de 1580. gowithstock/Shutterstock ©

11. Vivir la fantasía samurái en Himeji y Tsuwano

Los guerreros samuráis gobernaron Japón durante siglos, residiendo en torno a castillos que aún hoy conservan su aura de poder. En Himeji, basta con levantar la vista para quedar maravillado ante el Himeji-jō (1580), la fortaleza más imponente y mejor conservada de Japón. Su radiante blancura celestial le ha valido el reconocimiento como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Recorre su complejo a través de un laberinto de senderos, que en abril se cubren de cerezos en flor. Sube hasta la torre de seis pisos y adéntrate en la antigua residencia de una princesa: una experiencia que parece sacada de un cuento de hadas japonés.

En Tsuwano, un tranquilo pueblo de montaña, el castillo ha desaparecido, pero las residencias samuráis aún se mantienen en pie, ofreciendo un viaje en el tiempo a un Japón sin prisas. Sube zigzagueando hasta su templo en la colina, atravesando torii rojas en el camino. En el centro del pueblo, rodeado de antiguas tiendas de sake, puedes entrar en antiguas casas samuráis que antes estaban prohibidas para los plebeyos. Tsuwano evoca la esencia de un Japón tradicional y encantado, pero sin las multitudes. En su canal central, estrecho y apacible, las carpas doradas han nadado tranquilamente durante más de dos siglos.

12. Probar todos los ‘snacks’ japoneses en un ‘konbini’

Los konbini (tiendas de conveniencia) son una de las experiencias gastronómicas más divertidas y accesibles de Japón. No serán alta cocina, pero forman parte esencial de la vida cotidiana y son un compañero indispensable para los viajes en tren bala. Además, para sorpresa de muchos visitantes, ofrecen tentempiés de alta calidad en cualquier rincón del país, las 24 horas del día.

Encontrarás deliciosos bocadillos como sushi fresco, onigiri (bolas de arroz rellenas de atún, carne o ciruela encurtida) y bentō (comidas en caja con pescado a la parrilla, arroz y guarniciones), disponibles a cualquier hora del día. Pero donde realmente brilla un 'konbini' es en la variedad de dulces y bebidas: desde chocolates con sabores extravagantes hasta una infinidad de productos con matcha (té verde en polvo).

Consejo: las cadenas de konbini más confiables en cuanto a calidad y variedad son Family Mart, 7-Eleven y Lawson, que además cuentan con cajeros automáticos que aceptan tarjetas extranjeras.

13. Reducir el estrés en aguas termales ‘onsen’

Un onsen (baño termal japonés) canaliza la energía volcánica para convertirla en un baño de agua caliente capaz de evaporar tus preocupaciones. Con una tradición de 3000 años, los 'onsen' están distribuidos por todo Japón y representan una de las experiencias más auténticas que puedes vivir, ya sea en humildes casas de baño públicas o en lujosos jardines zen.

Los entornos naturales hacen que el contraste entre el agua caliente y el aire fresco perfumado de pinos sea absolutamente revitalizante. Puedes disfrutar de ellos en muchos ryokan (posadas tradicionales) y en famosas ciudades onsen como Kusatsu y Beppu, donde también hay opciones económicas en baños públicos. Si solo quieres probar un poco, hay baños de pies gratuitos al aire libre en varias ciudades onsen.

Consejo local: antes de sumergirte en un onsen, debes lavarte completamente en las instalaciones separadas para el aseo. En la mayoría de los baños termales, es obligatorio bañarse desnudo, aunque algunos onsen modernos permiten usar pequeñas toallas de modestia. Tras el baño, te sentirás renovado de pies a cabeza.

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La calabaza de Yayoi Kusama en el muelle de la isla de Naoshima. VTT Studio/Shutterstock ©

14. Descubrir arte al aire libre en Naoshima y Hakone

Admirar arte contemporáneo en un tranquilo pueblo isleño es una experiencia única. En Naoshima y las islas cercanas, antiguos edificios tradicionales japoneses han sido transformados en instalaciones de arte moderno que integran la historia local con la naturaleza circundante. La brisa marina y la luz del sol aportan una dimensión sensorial especial a cada obra. Una de las piezas más icónicas es la 'Calabaza Amarilla' de Yayoi Kusama, que te espera al final de un muelle, irradiando alegría con sus vibrantes colores.

Más cerca de Tokio, el Museo al Aire Libre de Hakone alberga más de 100 esculturas monumentales dispersas por sus colinas. Gracias a este escenario natural, las obras de artistas japoneses e internacionales como Takao Tsuchida, Henry Moore y Picasso cambian de apariencia con el paso de las estaciones, creando un espectáculo visual en constante transformación.

15. Presenciar un combate de sumo en Ryōgoku Kokugikan, Tokio

El sumo es un deporte con más de 1500 años de historia, cuyas raíces están ligadas a la religión. Originalmente, los combates se realizaban en santuarios sintoístas como parte de rituales sagrados para asegurar una cosecha abundante. A día de hoy, las ceremonias y tradiciones sintoístas siguen siendo una parte fundamental de este deporte.

Consejo: puedes presenciar este deporte nacional japonés en el Ryōgoku Kokugikan de Tokio en los meses de enero, mayo y septiembre. No necesitas ser un experto en sumo para disfrutar del espectáculo: la combinación de rituales, fuerza y técnica es un verdadero deleite visual.

16. Hospedarse en un ‘ryokan’ tradicional

Un ryokan es una posada japonesa tradicional que, en su máxima expresión, es digna de un señor feudal. Alojarse en un 'ryokan' es una experiencia cultural en sí misma: al llegar, te quitas las zapatillas, deslizas la puerta de papel shōji y caminas sobre el suelo de tatami hasta la ventana de tu habitación.

Cuando estés listo, ponte un yukata (bata de algodón tradicional) y dirígete al comedor para disfrutar de una cena kaiseki con especialidades de la región. Después, puedes sumergirte en un onsen (baño termal) o simplemente relajarte en tu futón de firmeza reconfortante.

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Esquiadores en las laderas nevadas de Niseko, Hokkaidō. atthle/Shutterstock ©

17. Disfrutar del invierno, el esquí y las esculturas de hielo en Hokkaidō

Nieve acumulándose en los aleros de los templos. Árboles cubiertos de escarcha cristalina. Vapor ascendiendo desde los onsen. El invierno en el norte de Japón alcanza su punto álgido en enero, y febrero es el mes ideal para esquiar y hacer senderismo sobre la nieve virgen en las montañas salvajes de Hokkaidō. También puedes refugiarte en la calidez de una izakaya (taberna japonesa) y disfrutar de platos invernales reconfortantes, como el oden, un guiso de pastelillos de pescado en caldo dashi.

Para las familias, las esculturas de hielo del Festival de la Nieve de Sapporo y los monos salvajes bañándose en aguas termales en el Parque Jigokudani son experiencias fascinantes para todas las edades. Además, si tienes suerte, podrías avistar a las grullas de corona roja, un símbolo icónico de Japón.

Desvío recomendado: un viaje corto a la destilería de Nikka Whisky es una experiencia acogedora y perfecta para entrar en calor.

18. Sumergirse en el arte digital en teamLab Planets, Tokio

Japón tiene numerosos museos temáticos, pero el más vanguardista es sin duda teamLab Planets. Aquí, cada superficie es una pantalla digital interactiva que crea un mundo de flores, animales y paisajes en constante cambio, transportándote a otro "planeta". Prepárate para mojarte los pies mientras caminas sobre el agua, provocando ondas digitales y viendo cómo los peces koi dorados reaccionan a tu movimiento.

Desvío recomendado: si viajas con niños (o si eres fan de la cultura pop japonesa), visita un café temático de Nintendo o Pokémon, o explora Tokyo Character Street, donde encontrarás tiendas con mercancía exclusiva de tus personajes favoritos. También puedes aprovechar para pasar un día en Tokyo Disneyland o DisneySea, ambos accesibles desde la capital.

19. Comer ‘sushi’ y ‘sashimi’ frescos

Japón es la nación que más pescado consume en el mundo, y su preparación es un arte. Los mercados de pescado son el corazón de esta tradición y destacan por su limpieza impecable y la ausencia de olores fuertes. Para los madrugadores, es posible ver las subastas mayoristas del mercado de Toyosu en Tokio desde detrás de un cristal. Aunque los callejones del antiguo mercado de Tsukiji se han convertido en una atracción turística, los restaurantes de todo el país, especialmente en ciudades costeras, siguen ofreciendo exquisitos platos de 'sushi' y sashimi preparados al momento.

Si no sabes por dónde empezar, puedes pedir 'sets' de 'sushi' en un 'sushi-ya' (restaurante especializado en sushi). O, para una experiencia verdaderamente japonesa, déjate sorprender en un restaurante 'omakase', donde el chef elige y prepara cada pieza de sushi y sashimi según los ingredientes de temporada y tus propios gustos. Eso sí, prepárate para una cuenta elevada.

Consejo local: si buscas un mercado con ambiente auténtico, visita Karato Ichiba en Shimonoseki, donde los fines de semana los pescadores instalan puestos vendiendo bentō de sashimi y platos preparados con el pez globo (fugu), con sus partes venenosas cuidadosamente eliminadas.

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Atardecer sobre la isla de Yomegashima en el lago Shinji, Matsue. maso11/Shutterstock ©

20. Relajarse en un pueblo costero

Japón es un país nacido del mar. En sus pueblos costeros, verás calamares secándose al sol en bastidores giratorios, degustarás el sashimi más fresco, pasearás por calles con tiendas de madera de antaño y disfrutarás de un ritmo de vida pausado bajo el sol.

El pintoresco puerto de Tomonoura inspiró al maestro del anime Hayao Miyazaki para crear su película de 2008, Ponyo en el acantilado. Sus colinas verdes resguardan un puerto de botes blancos balanceándose en el agua, creando un escenario casi mágico. Cerca de Tokio, en Kamakura, puedes caminar desde su famoso Buda gigante hasta una playa de arena negra, o admirar el atardecer desde la isla de Enoshima.

Si buscas un retiro insular, hay 260 islas habitadas en Japón. Las islas Oki son un oasis de calas escondidas, los acantilados más altos de Japón y aguas cristalinas prácticamente para ti solo. Para un cambio de ritmo aún más relajado, Okinawa es un paraíso tropical con una cultura y gastronomía únicas.

Japón también tiene islas de gatos, donde cientos de felinos mimados deambulan cerca de los puertos. Desde Tokio, la más accesible es Tashirojima, donde los gatos han vivido durante siglos, primero como cazadores de ratones en las granjas de gusanos de seda y luego como compañeros de buena suerte para los pescadores.

Consejo local: Matsue ofrece uno de los mejores atardeceres de Japón. El sol, un enorme orbe rojo, se derrite en el agua con la silueta de una torii sobre una isla brillante en la distancia.

21. Encontrar tu tribu en la vida nocturna de Tokio

Tokio es el rey de la escena nocturna en Japón, ofreciendo desde clubbing intenso hasta bares escondidos con la mejor selección de whisky del mundo. Si buscas una noche de electrónica, puedes contar con house en Womb y EDM en Atom Tokyo. Para los amantes del punk, metal e indie, los bares de Shimokitazawa ("Shimokita") tienen un ambiente alternativo y vibrante.

Tokio también lidera en inclusión LGBTIQ+. En Shinjuku-Nichōme, la multitud bulliciosa de los bares y clubes gay demuestra lo progresista y diverso que puede ser Japón.

22. Pedir un deseo en un santuario sintoísta

Los santuarios sintoístas son espacios en armonía con la naturaleza, donde el viento y los árboles se enmarcan en majestuosas 'torii'. Aquí, los japoneses rezan o piden buena fortuna a los kami (deidades), que pueden ser desde princesas mitológicas, como Konohanasakuya, la diosa del monte Fuji, hasta fundadores de clanes poderosos o deidades locales de un barrio.

Muchos santuarios tienen un muro lleno de ema (tablillas de madera) donde los visitantes pueden escribir sus deseos y ofrendas para que los dioses las lean. Para los viajeros, es una oportunidad de reflexionar y sumergirse en la serenidad del entorno.

En Fushimi Inari-Taisha en Kioto, puedes rezar a la deidad del arroz mientras atraviesas su famoso túnel de 'torii' rojas en un boscoso sendero de montaña. En Dazaifu Tenman-gū, un santuario decorado con ciruelos en flor, los estudiantes piden éxito en los exámenes. Y para una bendición general, visita Izumo Taisha, considerado el santuario más antiguo de Japón, donde se cree que los dioses sintoístas se reúnen una vez al año.

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El cenotafio del Parque Conmemorativo de la Paz de Hiroshima. WorldStock/Shutterstock ©

23. Sentir la paz en la renacida Hiroshima

Hoy en día, Hiroshima es una ciudad vibrante, con amplias avenidas, excelentes restaurantes de okonomiyaki y una profunda lección de historia que invita a la reflexión. El impresionante Parque Conmemorativo de la Paz transforma la tragedia humana del bombardeo atómico en un mensaje de esperanza y reconciliación.

El Museo Conmemorativo de la Paz es una experiencia conmovedora, mientras que los espacios abiertos del parque ofrecen un lugar para respirar y reflexionar. Uno de sus símbolos más poderosos es el Monumento a la Paz de los Niños, decorado con miles de grullas de origami enviadas por estudiantes de todo Japón y el mundo. En la cultura japonesa, la grulla representa longevidad y felicidad, convirtiéndose en un mensaje vivo y continuo de paz.

24. Descubrir tu ‘ramen’ favorito

¿Es un simple bol de fideos en un caldo dashi con cerdo asado… o una religión? Para muchos, el 'ramen' es ambas cosas. Sus fieles seguidores aseguran que los mejores platos se encuentran en ramen-ya (pequeños comedores especializados), que comenzaron a proliferar después de la II Guerra Mundial. Hoy, puedes disfrutarlo de muchas maneras: shōyu ramen (caldo con salsa de soya, ligero y sabroso), miso ramen (con pasta de soya fermentada), Kitakata ramen (caldo de soya con cerdo), tsukemen (dipping ramen, caldo espeso y fideos servidos aparte), o, el más famoso fuera de Japón, tonkotsu ramen (con un caldo espeso de huesos de cerdo cocidos durante horas).

Algunos restaurantes de ramen en Tokio han obtenido incluso el sello Michelin Bib Gourmand, como Nakiryu, Konjiki Hototogisu y Ginza Hachigo.

Cada región tiene su propia versión, desde caldos ligeros con fideos finos hasta versiones más densas con un toque de jengibre. Casi todos los ramen se pueden acompañar con un huevo cremoso y gyōza (empanadillas de cerdo), un dúo celestial.

25. Surfear y relajarse

Japón cuenta con una escena vibrante de dos millones de surfistas, que saben dónde encontrar aguas turquesas y arenas brillantes. Aunque aún no sepas surfear, las mejores playas de surf en Japón tienen un ambiente relajado que cualquiera puede disfrutar.

Para aprender, hay escuelas en Shirara-hama, que ofrece olas suaves durante todo el año. En general, las olas en Japón suelen ser más pequeñas (excepto en temporada de tifones), lo que convierte al país en un lugar perfecto para principiantes. Para los más experimentados, Ōkinohama, en Shikoku, es un verdadero paraíso del surf, con aguas cálidas y pocos visitantes.

Desvío recomendado: si estás en Tokio, las olas y los bares playeros veraniegos están a solo una hora de distancia, en la playa de Yuigahama, en Kamakura.

26. Enamorarse del monte Fuji

Fuera de Tokio, el monte Fuji parece aparecer en cada esquina. Más que la montaña más alta de Japón, es un símbolo espiritual de belleza perfecta. Ascender por sus pendientes casi alienígenas requiere la dedicación de un peregrino sintoísta, pero admirarlo desde lejos es una experiencia igualmente cautivadora.

Las mejores maneras de verlo sin caminar mucho incluyen excursiones a Hakone y la región de los Cinco Lagos del Fuji. Allí, puedes contemplarlo enmarcado por hojas doradas en otoño, flores de cerezo en primavera o reflejado en un santuario o incluso en la ventana de un konbini. No importa desde dónde lo observes, el Fuji siempre hipnotiza mientras domina el horizonte.

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