Edimburgo es famoso por su castillo, el Fringe y las desenfrenadas celebraciones del Hogmanay, pero los héroes olvidados de la ciudad son su sublime diseño y su arquitectura. La capital escocesa, con su diseño contemporáneo y sus magníficos edificios medievales y clásicos, adornados con intrincadas decoraciones de piedra tallada, es la mezcla perfecta de la nostalgia y la modernidad.
Presentación de la ambiciosa arquitectura de Edimburgo
Cuando se piensa en Edimburgo, se evoca una visión de iglesias de piedra arenisca oscuras y sombrías, y de casas altas. Pero la ciudad alberga gran parte del excelente patrimonio arquitectónico escocés. La primera estructura que llama la atención es el castillo de Edimburgo, con sus vistosas restauraciones, torres señoriales e imponente batería, construido con piedra de las cercanas canteras de Craigleith y Slateford.
Desde el espectacular emplazamiento de Castle Rock se continúa hacia las sugerentes tumbas y monumentos de Calton Hill, desde donde se divisa la procesión de afiladas torres, edificios municipales y curtidas viviendas que conforman el perfil edimburgués. La ciudad es un semillero de arquitectura de primera y el estilo de los edificios es muy diferente al del resto de Reino Unido o, incluso, Europa.
El centro de Edimburgo viste una armadura de resistente roca ígnea y metamórfica. De hecho, un volcán durmiente que entró en erupción hace 340 millones de años fue el que confirió a la ciudad su peculiar carácter. El corazón erosionado de ese volcán prehistórico todavía se eleva por encima de la ciudad en el pico verde y gris de Arthur's Seat.
Por mucha historia geológica que haya en los huesos de Edimburgo, también transmite una sensación de escenario moderno y potencial futuro, como el atrevido proyecto en el barrio de St. James, en el que se arrasó una veterana monstruosidad, y el ambicioso y controvertido nuevo icono arquitectónico instalado entre la nostálgica arquitectura georgiana del East End. O Leith, con su cambiante carrusel de almacenes restaurados y solares recuperados. Ese es el sabor de una ciudad en constante evolución, aquí y ahora.
El castillo de Edimburgo es uno de los puntos de referencia más reconocibles de Escocia. © Lou Armor / Shutterstock
Paseo por la arquitectura de Edimburgo
Debido a su montañoso terreno, siempre se requiere hacer un esfuerzo para apreciar las mejores muestras de la arquitectura de Edimburgo. Se empieza en lo alto de Castle Rock, con un circuito por los patios y torres del castillo de Edimburgo. En términos arquitectónicos, poco ha cambiado en él desde la década de 1920, pero antes, varios reyes y reinas se entretuvieron con el aspecto y el trazado del castillo durante siglos y añadieron puertas fortificadas, monumentos conmemorativos y torres de inspiración medieval.
En el otro extremo de la escala, en la Royal Mile, el edificio del Parlamento escocés en Holyrood es el ejemplo más exuberante de diseño moderno de la ciudad. Cuando se inauguró en el 2004 levantó ampollas –absolutamente moderno y con 374 millones de libras por encima del presupuesto inicial– su forma de rama se creó para armonizar con el paisaje circundante de acantilados rojos y colinas volcánicas verdes. Para apreciar los edificios en forma de hoja y los pórticos con techo de hierba del arquitecto Enric Miralles, hay que verlo desde la parte más alta.
El siguiente es el National Museum of Scotland, un híbrido de estilo clásico grecorromano y nuevo brutalismo, inspirado en castillos con torreones señoriales. La atracción principal de esta institución es el atrio inundado de luz de la gran galería, con huesos de ballenas y la lente de un faro del s. XIX. Esa enorme sala acristalada se inspiró en el desaparecido Palacio de Cristal, construido en Londres para la Gran Exposición de 1851.
El Parlamento escocés es el edificio más moderno de Edimburgo. © Will Salter / Lonely Planet
Para los que buscan una delicada fusión de modernidad y tradición, un paseo por el West End conduce a la Scottish National Gallery of Modern Art, enmarcada por un cuidado césped y sinuosos detalles acuáticos, diseñados por Charles Jencks en el 2002. Dispone de dos edificios: la neoclásica Modern One y la Modern Two, que fue un hospital para huérfanos. Cerca está el Dean Village, el suburbio secreto de Edimburgo, con antiguos molinos, puentes fotogénicos, patios de piedra arenisca roja y una torre del reloj.
Para apreciar mejor el perfil de la ciudad, es necesario situarse en una posición estratégica. Desde el bonito mirador de Calton Hill, a la sombra del Monumento Nacional de Escocia –nunca acabado e inspirado en el Partenón de Atenas– se ve el pasado, el presente y el futuro de Edimburgo.
Se puede estudiar una selección de estilos arquitectónicos, que van del ateniense del monumento a Dugald Stewart al toscano-dórico del Real Observatorio, y hacer luego una reserva para el contemporáneo comedor en voladizo de The Lookout– regentado por el mismo equipo que el del encantador Gardener’s Cottage, uno de los mejores restaurantes de alta cocina de la ciudad.
En Leith, se impone pasar por los atrios abiertos del nuevo barrio de St James. Desde allí, el centro de la ciudad desciende en dirección noreste hacia The Shore, con una maravillosa selección de pubs, bares, restaurantes y centros culturales, muchos en espacios recuperados de edificios en ruinas.
El cuidado césped es una maravillosa introducción a la Scottish National Gallery of Modern Art. © Ulmus Media / Shutterstock
Cómo desplazarse: Caminando. Las distancias no son demasiado largas y cuantas más calles, callejones y pasajes se utilicen para recorrer la ciudad, más se verá. No hay que olvidar el paraguas para los días imprevisibles. También se puede alquilar una bicicleta; al oeste de The Meadows, Biketrax tiene una amplia oferta.
Cuándo ir: Se puede pasear por Edimburgo todo el año, aunque en verano llueve menos. Para no encontrar calles saturadas, se recomienda ir en mayo o septiembre. Las mejores fotografías se consiguen antes de anochecer, cuando los edificios se perfilan y la escasa y dorada luz es más evocadora.
Conocer el diseño contemporáneo de Edimburgo
Una ciudad elegida por la Unesco, que organiza el mayor festival de las artes del mundo, no puede dejar de ser un lugar creativo. Edimburgo está lleno de diseño histórico y contemporáneo, y tanto Old Town como New Town vibran con espacios creativos seductores. Quizá la ciudad no esté en los mismos círculos de diseño glamuroso que Nueva York, Londres o París, pero para los que buscan innovación, tiene mucho que descubrir, si se sabe dónde buscar. Estas son algunas ideas para empezar.
El Festival de Edimburgo ofrece desde arte y diseño modernos hasta las excentricidades del Fringe. © Jan Kranendonk / Shutterstock
Scottish Design Exchange
Esta encomiable empresa social trabaja con ideas de diseño moderno en el centro de New Town, con el fin de apoyar a creadores emergentes. Es el tipo de empresa que suele encontrarse en el West End, Stockbridge o Bruntsfield, pero este colectivo representa a más de 330 diseñadores que han conseguido hacerse un hueco entre las elegantes tiendas de George St. Y lo que es aún mejor, cada libra recaudada va directamente a los creadores. Hay que dedicar un tiempo a conocer y apoyar a los diseñadores locales.
Escuela de Diseño de Edimburgo
Esta institución educativa, en su décimo año de existencia, mantiene un firme principio rector: reintegrar la alfarería en la cultura dominante. Un apretado calendario de exposiciones de cerámica y cursos de alfarería en fines de semana atrae a un continuo flujo de visitantes a sus instalaciones en Easter Rd. La escuela de diseño, que aporta un nuevo impulso a esta subestimada expresión artística, apoya un ecosistema ceramista para los aficionados locales y los aspirantes a alfareros.
Festival de Arte de Edimburgo
Este animado festival de arte, plataforma de las figuras más destacadas en el mundo actual del arte y el diseño, es un elemento clave del famoso Festival Fringe de Edimburgo, que se celebra de finales de julio a finales de agosto. Lo que comenzó como una atracción secundaria de toda su oferta de comedia, música, teatro y aparatosidad, hoy en día es una celebración del mejor arte visual de Escocia en toda la ciudad y proporciona una excusa perfecta para que las galerías, los museos y los estudios expongan sus talentos emergentes.
Más consejos, de tapices a tipografías
Se puede conocer a muchos de los creativos del Festival de Arte de Edimburgo durante todo el año. Entre los estudios a visitar se encuentran Dovecot Studios (con tapices en unos baños victorianos restaurados en Old Town), Edinburgh Printmakers (con trepidante obra gráfica en el Fountainbridge posindustrial) y Jupiter Artland un parque con esculturas solo en verano, al oeste de la ciudad, en los jardines de la histórica Bonnington House.