El animado Lower East Side

© Los edificios decimonónicos del Lower East Side lucen ese distintivo entramado de escaleras de incendios SpiroviewInc / Shutterstock.
Los edificios decimonónicos del Lower East Side lucen ese distintivo entramado de escaleras de incendios © SpiroviewInc / Shutterstock.

Otrora notable por sus barriadas y humildes edificios de viviendas, esta zona no solo alberga hoy algunos de los bares más de moda de la ciudad, sino que se ha convertido en un lugar de visita obligada en Manhattan. Hace años, el barrio tenía una pésima fama, pero tras una década de modernización su ambiente turbio y sórdido ha dado paso a una zona agradable y abarcable a pie donde todo parece posible.

Un siglo atrás, Lower East Side (el área delimitada por Houston St, el puente de Brooklyn, Bowery y East River) era uno de los mayores barrios judíos del mundo. Desde entonces, olas de migrantes de diferentes nacionalidades han desembarcado aquí dejando su impronta, desde bagels a restaurantes portorriqueños.

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©wdstock/Getty Images

Exterior del Tenement Museum en el lado este inferior de Manhattan. ©wdstock/Getty Images

Hoy, Lower East Side es uno de los barrios más cool de Nueva York: los hipsters y turistas más enterados exploran su intricada red de calles tras la pista de brunches no menos festivos que las juergas que se montan pasada la medianoche, de galerías de fotografía contemporánea y de coctelerías al estilo de la época de la Ley Seca. A años luz de las casas de piedra marrón y de los áticos de Upper East Side, aquí el vapor mana de las alcantarillas creando escenas propias de una película, los edificios están surcados de escaleras de incendios entrecruzadas, y las posibilidades son literalmente infinitas.

Dónde beber

El barrio no anda escaso de opciones para tomarse una cerveza o un cóctel; lo difícil, en realidad, es decidir por dónde empezar.
Si apetece un cóctel, el sofocante Dirty French antes monopolizaba la oferta con sus originales mezclas de inspiración vintage, pero ahora le han salido unos cuantos competidores. Lo mejor es entrar a tomar algo y, si el dinero no sobra, continuar la marcha.

Algunos de los bármanes más conocidos de la ciudad han abierto su propio local (por norma escondido tras cortinas de terciopelo o una puerta que no destaca) y cada uno atrae su propia clientela. Una opción recomendable es el Attaboy, ideal para una velada estilo años treinta (que a nadie le intimide el hecho de tener que golpear la puerta para entrar).

Para algo más informal, el Mr Fong’s, en Market St, o The Ten Bells, en Broome St, son dos propuestas relajadas que no defraudan.

Dónde comer

Años ha, Meg Ryan fingió un orgasmo en Katz Delicatessen (en Cuando Harry conoció a Sally), en la esquina de Ludlow St, por entonces el único sitio abierto hasta tarde al que probablemente podría haber ido a comer algo. Hoy, este lugar solo atrae a turistas deseosos de ver dónde se rodó la famosa escena.

Para descubrir el verdadero sabor del Lower East Side, hay que dirigirse a Russ & Daughters, que lleva más de un siglo sirviendo bagels de salmón ahumado en la misma ubicación. Y, por si fuera poco, ahora también cuenta con un café en el que sirven ricas sopas de bolas de matzá.

 

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​​​​​​​Katz Delicatessen © Leonard Zhukovsky / Shutterstock

Katz Delicatessen © Leonard Zhukovsky / Shutterstock

Lower East Side está repleto de diminutos establecimientos donde saborear platos del día (pollo con gofres en el Sweet Chick, albóndigas en The Meatball Shop), y no hay país que no se sienta aquí representado, redefinido y reinventado. Se puede probar cocina de fusión tailandesa-australiana en The Lucky Bee o uno de los mejores ramen de la ciudad en Ivan Ramen.

El pequeño Dimes cuenta con una extensa carta de desayuno para deleite de su moderna parroquia. Para algo más divertido, el brunch de los sábados del tenuemente iluminado Sons of Essex es toda una experiencia, con descomunales montones de tortitas, jarras de mimosas y generosos cuencos de tater tots (bocaditos fritos de patata) a la trufa.

Vida nocturna

No hay ninguna duda al respecto: el noctámbulo Lower East Side es garantía de diversión. 

Reina un ambiente indie y serio desde el plano musical en el Mercury Lounge, una pequeña sala de conciertos en la que llevan tocando grupos prometedores desde los noventa. Las entradas suelen costar poco, la cerveza es correcta y es lo bastante agradable como para no encajar en la etiqueta de mugriento. Otro sitio con suelos pegajosos y rock de fondo es el Arlene’s Grocery, aunque aquí hay que ir preparado para sudar de lo lindo en su sala situada escaleras abajo. Para mayor oropel, una buena opción es el Slipper Room, que acoge espectáculos de cabaré y vanguardista arte en vivo.

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©Dan Herrick/Lonely Planet

Mercury Lounge en Houston Street ©Dan Herrick/Lonely Planet.

Atracciones diurnas

Una saludable colección de boutiques de diseño a la última, espacios de arte comunitario y rompedoras galerías fotográficas garantizan que Lower East Side no sea un barrio que solo cobra vida al caer la noche. Las muestras de Anastasia Photo tocan una amplia temática (desde fotografía olímpica a la guerra estadounidense de drones), mientras que un poco más arriba aguarda Assembly, con fantástica y moderna ropa unisex. Una vez ahíto de tiendas, se puede ver algo en el Metrograph, una sala de cine independiente que se remonta a la edad dorada de los cines y ofrece una pintoresca programación rematada por un elegante restaurante, el Commissary.

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El Metrograph es una sala de cine que proyecta filmes independientes y de autor © Mikki Brammer / Lonely Planet.

El Metrograph es una sala de cine que proyecta filmes independientes y de autor © Mikki Brammer / Lonely Planet.

Dónde dormir

En Ludlow St, el corazón del hipster Lower East Side, se encuentra The Ludlow, un precioso hotel con mucho ladrillo visto y sofás Chesterfield, muy del gusto de famosos que tratan de mantener un perfil bajo. En cambio, el Public Hotel, de Ian Schrager, apunta a una clientela que apuesta por la sofisticación.
 

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